mariposa
24 julio 2022.- Cada invierno, cientos de millones de insectos realizan un viaje de varios miles de kilómetros, a pesar de que cada uno pesa menos que un billete de euro. En uno de los fenómenos más espectaculares del mundo animal, las mariposas monarca migran desde Canadá y el norte de los Estados Unidos a México (parques de Michoacán y Edomex) y California, donde cubren los bosques de pinos en naranja, blanco y negro.
La monarca norteamericana es la única mariposa que realiza una travesía tan espectacular, con una distancia cercana a los 5.000 kilómetros en apenas 30 días. Estos insectos deben partir cada otoño antes de que llegue el frío, que acabar con ellos si se demoran demasiado. Después de pasar el invierno en las montañas del centro de México, las mariposas migran hacia el norte y se reproducen en varias generaciones a lo largo de miles de kilómetros. Las crías que llegan al sur de Canadá emprenden el viaje de regreso a México a fines del verano.
Un grupo más pequeño pasa los inviernos en la costa de California y luego se dispersa en primavera y verano por varios estados al oeste de las Montañas Rocosas. Esta población ha experimentado un declive aún más pronunciado que las monarcas orientales, aunque hubo un pequeño repunte el invierno pasado.
Las mariposas monarca nacen en huevos, de los que eclosionan en forma de larva. A continuación se comen la cáscara del huevo y después se alimentan de las plantas del algodoncillo sobre las que nacieron. (Las mariposas monarca dependen de las plantas del algodoncillo, que constituyen prácticamente el único alimento de las larvas.)
Conforme engordan, las larvas se convierten en jugosas y coloridas orugas. Después crean una dura bolsa protectora que las rodea conforme entran en la fase de crisálida. De ahí emergen en forma de adultos bellamente coloreados en negro, naranja y blanco. El colorido patrón de la mariposa monarca hace que sean fáciles de identificar; y precisamente de eso se trata.
Conforme engordan, las larvas se convierten en jugosas y coloridas orugas. Después crean una dura bolsa protectora que las rodea conforme entran en la fase de crisálida. De ahí emergen en forma de adultos bellamente coloreados en negro, naranja y blanco. El colorido patrón de la mariposa monarca hace que sean fáciles de identificar; y precisamente de eso se trata.
Su característico patrón avisa a los depredadores de que estos insectos son venenosos y saben fatal.
Las mariposas monarca se alimentan de algodoncillo, una planta tóxica que las hace venenosas ante posibles depredadores. Sin embargo los herbicidas están destruyendo millones de hectáreas de esta fuente de alimento esencial para las mariposas cada año. Estos inmensos y majestuosos enjambres están compuestos por individuos frágiles, que se enfrentan un entorno cambiante y un futuro profundamente incierto.
En peligro de extinción
Muchos científicos están preocupados por la población oriental de mariposas monarca, que pasan el verano al este de las Montañas Rocosas. Este grupo cada vez es más reducido, y su supervivencia puede verse amenazada por diversos desastres naturales en sus hábitats invernales mexicanos, así como por la menor superficie de plantas del algodoncillo en su hogar estival.En América del Norte, millones de mariposas monarca realizan la migración más larga de todas las especies de insectos conocidas por la ciencia.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza ha agregado a la mariposa monarca migratoria por primera vez a su "lista roja" de especies amenazadas y la clasificó como "en peligro", a dos pasos de la extinción. El grupo estima que la población de mariposas monarca en América del Norte ha disminuido entre un 22% y un 72% en 10 años, según el método de medición. Se estima que la población de mariposas monarca que estudia en el este de Estados Unidos ha disminuido entre un 85 % y un 95 % desde la década de 1990.
Las mariposas monarca no migratorias en América Central y del Sur no fueron designadas como en peligro de extinción. Estados Unidos no ha incluido a las mariposas monarca en la Ley de especies en peligro de extinción, pero varios grupos ambientalistas creen que debería incluirse.
Desde plantar algodoncillo nativo y reducir el uso de pesticidas, hasta apoyar la protección de los sitios de hibernación y contribuir a la ciencia comunitaria, todos tenemos un papel que desempeñar para asegurarnos de que este insecto icónico se recupere por completo.
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