El cambio climático puede condicionar seriamente las inversiones en energías renovables, particularmente la energía eólica. El año pasado,...
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| El cambio climático puede condicionar seriamente las inversiones en energías renovables, particularmente la energía eólica. |
El año pasado, Europa experimentó una “sequía de vientos”, con velocidades de viento cayendo un 15% en muchas regiones, a veces más. Una investigación más profunda muestra que las velocidades disminuyeron gradualmente entre 1978 y 2010, aunque aumentaron nuevamente en la última década. Es difícil para la ciencia crear una imagen clara y predecir tendencias a largo plazo. Pero el IPCC pronostica vientos menos intensos para las próximas décadas , diciendo que la velocidad anual promedio del viento podría caer hasta en un 10% de cara al 2100. Las caídas en la velocidad del viento tienen consecuencias obvias para la energía eólica, dado que la UE obtiene aproximadamente el 15 % de su electricidad del viento.
- Gran parte de Europa experimentó una 'sequía de viento' el año pasado, con velocidades de viento que cayeron un 15% por debajo del promedio anual en muchos lugares.
- Esto ha renovado las preocupaciones sobre un 'quietud terrestre global' relacionado con el cambio climático.
- Lidiar con sequías de energía eólica requerirá nuevas estrategias para el almacenamiento de energía, así como alternativas confiables.
14 octubre 2022.- El año pasado, desde el verano hasta el otoño, gran parte de Europa experimentó lo que se conoce como "sequía de viento". La velocidad del viento en muchos lugares disminuyó alrededor de un 15 por ciento por debajo del promedio anual , y en otros lugares, la caída fue aún más pronunciada. Fue uno de los períodos menos ventosos en el Reino Unido en los últimos 60 años y los efectos en la generación de energía fueron dramáticos. Los parques eólicos produjeron el 18 por ciento de la energía del Reino Unido en septiembre de 2020, pero en septiembre de 2021, ese porcentaje se desplomó a solo el 2 por ciento . Para compensar la brecha energética, el Reino Unido se vio obligado a reiniciar dos plantas de carbón suspendidas.
No hay conclusiones firmes, todavía
Las recientes disminuciones en los vientos superficiales sobre Europa renovaron las preocupaciones sobre un "quietud terrestre global" relacionado con el cambio climático. Desde 1978 hasta 2010, la investigación mostró una calma mundial de los vientos, con velocidades que caen un 2,3 por ciento por década . Sin embargo, en 2019, un grupo de investigadores descubrió que después de 2010, la velocidad promedio global del viento había aumentado, de 7 millas por hora a 7.4 millas por hora.
A pesar de esos datos contradictorios, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático pronostica vientos más lentos para las próximas décadas. Para 2100, dice ese organismo, la velocidad media anual del viento podría disminuir hasta en un 10 por ciento.
IMAGEN: Unsplash/Matt Artz
¿Qué causa la velocidad del viento?
¿Por qué tenemos viento en el planeta?. El origen del viento está en las diferencias de presión entre las masas de aire atmósferico, diferencias que se deben a las temperaturas desiguales, muy frías en los polos y cálidas en los trópicos. Esa diferencia de temperatura impulsa los vientos, y esa diferencia de temperatura se está debilitando. El Ártico se está calentando más rápido que los trópicos y las diferencias térmicas entre latitudes están disminuyendo.
Según un estudio reciente publicado en Nature, el Ártico, desde 1979, se ha estado calentando cuatro veces más rápido que el resto del mundo. Eso es mucho más rápido de lo que los científicos habían pensado anteriormente, y este calentamiento podría presagiar una disminución del viento aún más pronunciada de lo previsto. Otro factor que posiblemente contribuya al aquietamiento es un aumento en la "rugosidad de la superficie", consecuencia del deshielo, un aumento en la cantidad y el tamaño de los edificios urbanos, que actúan como un freno para los vientos.
El viento ha sido un elemento pasado por alto en los estudios sobre el cambio climático, lo que ayuda a explicar por qué continúa el debate sobre estas tendencias. El campo es joven, con solo 70 años de datos (los datos de temperatura, por el contrario, se remontan a miles de años) y los sistemas de viento son notoriamente difíciles de estudiar y analizar. Las fluctuaciones anuales sustanciales dificultan la detección de tendencias a largo plazo y las conclusiones rara vez son firmes.
Nueva investigación
Aún así, un estudio pionero reciente ha arrojado luz sobre el comportamiento de los vientos al examinar dónde y cuánto polvo se depositó en la tierra durante la era del Plioceno, cuando las temperaturas y los niveles de dióxido de carbono eran similares a los que son hoy.
“Usando el Plioceno como un análogo para el calentamiento global moderno, parece probable que el movimiento de los vientos del oeste” (los vientos predominantes de latitudes medias que soplan de oeste a este) “hacia los polos observados en la era moderna continuará debido al calentamiento inducido por el hombre”, dice Gisela Winckler , investigadora del Observatorio Terrestre Lamont Doherty de la Universidad de Columbia y autora del artículo sobre el polvo del Plioceno. Sus modelos indican “que los vientos [serán] más débiles y más tranquilos”.
La incertidumbre, es “un problema fundamental del ruido estadístico inherente a la naturaleza. De un año a otro hay mucha variabilidad, y es difícil extraer una señal a largo plazo cuando hay mucha variabilidad al mismo tiempo ”.
Las consecuencias
Vientos más calmados o un aumento en su intensidad, podría tener serias repercusiones tanto para el mundo humano como para el no humano. “ El viento afecta el crecimiento, la reproducción, la distribución, la muerte y, en última instancia, la evolución de las plantas”, escribió el fisiólogo de plantas PS Nobel en un artículo de 1981 titulado “El viento como factor ecológico”.
Las secuoyas gigantes de la costa oeste de EE.UU., por ejemplo, dependen de los envíos regulares de fósforo que llegan desde el desierto de Gobi, al otro lado del océano Pacífico. Y los vientos superficiales son responsables de impulsar la Corriente del Golfo, la corriente oceánica que impulsa gran parte del clima del mundo.
Una desaceleración de los vientos en la superficie podría interrumpir este transportador, lo que contribuiría a la sequía , un clima más frío y tormentas invernales más intensas. Los vientos más fuertes de lo normal pueden dañar o destruir árboles y aumentarán las tasas de evapotranspiración, un desafío para los agricultores y ganaderos en áreas ya secas. Y los vientos más extremos se han relacionado con el empeoramiento de las temporadas de incendios forestales en el oeste de EE.UU.
Los vientos fuertes pueden ayudar a aliviar las ciudades asfixiadas por la contaminación y reemplazar el aire estancado con aire fresco. Los vientos más lentos, por otro lado, exacerban la miseria de las olas de calor , que se prevé que sean más frecuentes y duraderas. Los vientos lentos también dificultan el despegue de los aviones porque los pilotos dependen de los vientos en contra para levantarse. En los últimos 30 años, el peso máximo de despegue de un Airbus 320 ha disminuido en 4 toneladas en un aeropuerto de Grecia, debido tanto a la desaceleración del viento en contra como al aumento de las temperaturas.
El potencial de la energía eólica podría disminuir
El aquietamiento global, si sucede, tendrá un impacto masivo en la producción de energía alternativa. Una caída del 10 por ciento en los vientos no significa una caída del 10 por ciento en la energía. Las turbinas son algo ineficientes, con límites en la cantidad de energía que pueden extraer del viento. Según los expertos, una disminución del 10 por ciento en la velocidad del viento en realidad resultaría en "una caída en la producción de energía del 30 por ciento", y eso podría ser catastrófico.
Europa apuesta por la energía eólica como alternativa al carbón y otros combustibles fósiles. El Reino Unido genera alrededor del 24 por ciento de su energía a partir de más de 11.000 turbinas eólicas en tierra y mar adentro, y la Unión Europea obtiene alrededor del 15 por ciento de su electricidad del viento. Ese porcentaje está creciendo a medida que más turbinas eólicas se ponen en funcionamiento. En los EE.UU., los parques eólicos proporcionan alrededor del 10 por ciento de la generación de electricidad a gran escala. Para 2050, se proyecta que la cantidad de energía producida por aerogeneradores casi se cuadruplicará. Pero si la velocidad del viento disminuye, podría ser más difícil alcanzar ese objetivo.
Hannah Bloomfield, investigadora postdoctoral de la Universidad de Bristol, estudia el viento y la energía eólica. Ella cree que, hasta hace poco, los cambios en la velocidad del viento han estado dentro del rango de variabilidad, y que hoy en día no hay evidencia sólida de un estancamiento global inducido por el cambio climático. Pero los modelos a futuro son más preocupantes. “ Los estudios muestran que si avanzamos más allá de 2050, los argumentos del IPCC [sobre la quietud] comienzan a parecer mucho más convincentes”.
"La reciente sequía eólica es un claro recordatorio de cuán variable puede ser esta forma de generación”, escribió el año pasado en The Conversation, "y no puede ser la única inversión para una futura red energética confiable".
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