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Se trata del primer análisis que vincula la enfermedad de Párkinson con la ingesta de alimentos ultraprocesados, aunque no hay vínculo directo con la aparición del cáncer en el organismo.
14 marzo 2025.- Consumir alimentos ultraprocesados está relacionado con una serie de problemas de salud, como las enfermedades cardiovasculares o la enfermedad de Párkinson, según un nuevo estudio de la agencia de investigación del cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Irónicamente, el informe no ha podido vincular algunos tipos de cáncer con estos productos industriales.
El estudio ha sido desarrollado por científicos pertenecientes a la OMS y publicado en 'The Lancet', una de las revistas más prestigiosas de su ámbito. En él han participado casi 429.000 personas de nueve países europeos: Alemania, Dinamarca, España, Francia, Italia, Noruega, Países Bajos, Reino Unido y Suecia. Se trata de la primera vez que un estudio vincula el Párkinson con el consumo de ultraprocesados.
Los voluntarios para la investigación fueron reclutados entre 1992 y 2000, y posteriormente seguidos durante unos 16 años de media. No se incluyó a quienes ya habían padecido cáncer, cardiopatías, ictus o diabetes previamente, o a aquellos participantes cuyas dietas fuesen demasiado beneficiosas o perjudiciales.
La inclusión de ultraprocesados en la dieta depende mucho del país, desde un14% en Italia y Rumanía hasta un 44% en Reino Unido y Suecia. En esta heterogénea familia de alimentos se incluyen embutidos, cereales, patatas de bolsa, fideos instantáneos y comidas congeladas. Todos ellos suelen incluir un alto contenido en azúcar, grasas saturadas y sal.
El estudio constata que consumir este tipo de productos está relacionado con un mayor riesgo de muerte por cardiopatías, hipertensión, ictus, aneurisma y afecciones circulatorias relacionadas, así como con problemas digestivos y la enfermedad de Párkinson ya mencionada.
Los investigadores aún no saben a qué se deben todas estas conexiones pero afirman que los hallazgos constituyen un argumento convincente para minimizar el consumo de los ultraprocesados. "Reducir estos alimentos al tiempo que se adopta una dieta más saludable tiene un impacto positivo significativo en la salud a largo plazo", declara Esther González-Gil, científica de la OMS y autora principal del estudio.
El reto de vincular las enfermedades neurodegenerativas con la dieta
Además del cáncer, los investigadores no han observado ninguna correlación entre el consumo de ultraprocesados y la aparición de la enfermedad de Alzhéimer, contradiciendo las conclusiones de estudios anteriores.
Según los investigadores, el alcohol podría ayudar a explicar esta discrepancia. Algunas bebidas como el whisky, la ginebra y el ron se consideran ultraprocesadas y suelen incluirse en este tipo de análisis, ya que el alcohol es una causa conocida de hasta siete tipos de cáncer.
González-Gil señala que su equipo continúa investigando si existe una relación entre los alimentos ultraprocesados y determinados tipos de cáncer, teniendo en cuenta que el estudio sólo analizó el cáncer en general. "La inclusión de todos los tipos de cáncer combinados podría diluir las posibles asociaciones negativas para determinados cánceres", señala la experta.
Mientras tanto, el elevado riesgo de mortalidad en el Párkinson pero no en el Alzhéimer -a pesar de ser ambas enfermedades neurodegenerativas-, es otro enigma. Según los autores del estudio, esto podría deberse a un infradiagnóstico del Alzhéimer, pero aún no está claro. Los vínculos entre los alimentos ultraprocesados y otros riesgos para la salud sí que tienen una correlación clara, que se mantuvo incluso cuando los investigadores incluyeron en las variables circunstancias como el tabaquismo, la obesidad, la actividad física y los factores socioeconómicos.
Cómo pueden mejorar los cambios en la dieta nuestra salud
El estudio tiene algunas limitaciones. Según los investigadores, las comidas que solían hacerse en casa cuando se inició la investigación en la década de 1990 podrían estar más procesadas en la actualidad. Tampoco se tuvieron en cuenta los cambios en las técnicas y normas de elaboración de alimentos, como por ejemplo las restricciones de la UE a las grasas trans, promulgadas en 2021.
Aun así, el estudio demuestra que incluso con pequeños cambios en la dieta se pueden reducir los riesgos para la salud. Según el análisis, la sustitución del 10% de los alimentos procesados de la dieta diaria de una persona por alimentos integrales o mínimamente procesados -como frutas, verduras, legumbres y cereales integrales- se asocia a un menor riesgo de muerte. "Dar prioridad a los alimentos frescos e integrales frente a las alternativas ultraprocesadas es un paso proactivo hacia una vida más sana", concluye González-Gil.
Fuente: Associations between degree of food processing and all-cause and cause-specific mortality: a multicentre prospective cohort analysis in 9 European countries. González-Gil, Esther M. et al. The Lancet Regional Health – Europe, Volume 50, 101208
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