Alí Bey el-Abbassi, Domingo Badía, personajes
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| Grabado de Domingo Badía vestido como Alí Bey |
Domingo Francisco Jorge Badía y Leblich (Barcelona, 1 de abril de 1767 – Damasco, 30 de agosto de 1818), conocido por su seudónimo Alí Bey el-Abbassi, es una de las figuras más fascinantes de la Ilustración española. Militar, arabista, espía, científico y aventurero, su vida encarna el espíritu curioso y audaz de su tiempo.
Bajo la apariencia de un príncipe abasí, Badía recorrió el mundo islámico, desde Marruecos hasta La Meca, dejando un legado de exploración y observación que aún hoy despierta admiración y controversia. Este artículo histórico explora su vida, sus viajes y su impacto, basándose en fuentes documentales y su propia obra.
Orígenes y formación
Nacido en una familia de clase media, hijo de Pedro Badía, un funcionario militar, y Catalina Leblich, de ascendencia belga, Domingo Badía creció en un ambiente que le permitió acceder a una educación liberal. En 1778, su familia se trasladó a Cuevas de Almanzora (Almería) debido al nombramiento de su padre como contador de guerra en Vera. Fue en esta región, cercana al mundo musulmán, donde Badía comenzó a interesarse por la cultura árabe, aprendiendo el idioma en Vera y perfeccionándolo en Londres. Su formación autodidacta abarcó disciplinas tan diversas como la astronomía, la geografía, la botánica y la ingeniería, reflejando el ideal ilustrado del hombre polifacético.
En 1791, Badía se casó con María Luisa Burruezo, con quien tuvo una hija, María de la Asunción. En 1792, se estableció en Córdoba como administrador de rentas de tabaco, donde también experimentó con un proyecto fallido de globo aerostático, que le valió burlas y deudas. Sin embargo, su interés por el mundo árabe y su ambición lo llevaron a concebir un plan mucho más audaz: un viaje al corazón del mundo islámico, respaldado por el poderoso Manuel Godoy, primer ministro de Carlos IV.
La misión de Alí Bey: Espionaje y exploración
En 1803, Badía, transformado en Alí Bey el-Abbassi, un supuesto príncipe sirio descendiente de los califas abasíes, emprendió una misión secreta en Marruecos por encargo de Godoy. Su objetivo era político: ganarse la confianza del sultán Mulay Sulaymán para convertir a España en protector de Marruecos o, en su defecto, instigar una guerra civil que facilitara una invasión española. Para lograrlo, Badía se preparó minuciosamente. En Londres, se circuncidó y adquirió instrumentos científicos, además de falsificar documentos que acreditaban su linaje abasí. Su dominio del árabe, su conocimiento de las costumbres islámicas y su carisma le permitieron infiltrarse en la élite marroquí.
Llegó a Tánger el 29 de junio de 1803, presentándose como un musulmán educado en Europa que peregrinaba a La Meca. Su disfraz fue tan convincente que el sultán Sulaymán lo acogió en Fez, otorgándole una finca y dos esclavas, una de las cuales, Fátima Mohhana, dio a luz a un hijo suyo, Utman. Badía recorrió Marruecos, levantando planos, recopilando datos políticos y científicos, y contactando con tribus rebeldes. Sin embargo, su plan se frustró cuando Carlos IV, por escrúpulos éticos, canceló la misión, temiendo las consecuencias de traicionar la hospitalidad del sultán.
Tras ser descubierto y expulsado de Marruecos en 1805, Badía continuó su periplo por Argelia, Libia, Chipre, Egipto, Arabia, Palestina, Siria, Turquía y Grecia. Uno de los hitos de su viaje fue su entrada en La Meca en 1807, probablemente como el primer español no musulmán en pisar la Kaaba. Su descripción detallada de los ritos del peregrinaje, acompañada de dibujos y mediciones geográficas, fue pionera, reconocida incluso por exploradores posteriores como Richard Francis Burton. Durante este período, Badía acumuló más de 1,500 páginas de notas, un centenar de dibujos y colecciones de objetos, demostrando su vocación científica.
El afrancesado y el exilio
En 1807, Badía regresó a España en un contexto de crisis política. La invasión napoleónica y el ascenso de José I al trono español lo llevaron a declarar su lealtad al rey francés, lo que le valió el desprecio de los patriotas españoles y el calificativo de "afrancesado". Fue nombrado intendente de Segovia y luego de Córdoba, cargos que desempeñó hasta la derrota francesa en la batalla de Vitoria (1813), tras la cual huyó a Francia con su familia.
En el exilio, Badía publicó en 1814 su obra magna, Voyages d’Alí Bey el Abbassi en Afrique et en Asie pendant les années 1803, 1804, 1805, 1806 et 1807, en tres volúmenes, dedicados a Luis XVIII. La obra, escrita en francés, incluía observaciones sobre geografía, botánica, zoología, meteorología y costumbres, acompañadas de 83 láminas y cinco mapas. Traducida al inglés (1816), alemán, italiano y español (1836), se convirtió en un referente para los estudios orientalistas. Sin embargo, su publicación bajo el seudónimo de Alí Bey generó confusión sobre su identidad, con especulaciones que lo describían como judío, musulmán o incluso marroquí.
En 1818, Badía emprendió un segundo viaje al mundo islámico bajo el alias de Alí Othman, posiblemente como agente francés y con la intención de localizar a su hijo Utman. Partió de París, pasando por Milán, Constantinopla y Alepo, pero murió en Damasco el 30 de agosto de 1818, antes de llegar a La Meca. Las circunstancias de su muerte son controvertidas: mientras algunas fuentes atribuyen su fallecimiento a disentería, otras, basadas en una carta que Badía escribió al cónsul francés, sugieren que fue envenenado por agentes británicos que sospechaban de su misión en India. Su cuerpo, enterrado en el desierto de Jordania cerca de Qelat Daba, no recibió un entierro islámico tras descubrirse una cruz en su vestimenta, lo que reveló su verdadera fe cristiana.
Contribuciones científicas y orientalistas
El principal legado de Badía reside en su monumental obra Voyages d’Alí Bey el Abbassi en Afrique et en Asie pendant les années 1803, 1804, 1805, 1806 et 1807, publicada en 1814. Este trabajo, dividido en tres volúmenes y acompañado de 83 láminas y cinco mapas, es un compendio de observaciones científicas y culturales que refleja el espíritu ilustrado de la época. Sus aportaciones incluyen:
- Geografía y cartografía: Badía realizó mediciones precisas de coordenadas geográficas en regiones como Marruecos, Egipto y Arabia, utilizando instrumentos como sextantes y cronómetros. Sus mapas de La Meca y otras áreas del mundo islámico fueron pioneros y sirvieron de referencia para exploradores posteriores, como Richard Francis Burton.
- Etnografía y costumbres: Sus descripciones detalladas de los ritos del peregrinaje a La Meca, las estructuras sociales de las cortes marroquíes y las prácticas religiosas y culturales del mundo islámico son un testimonio excepcional. Su capacidad para integrarse como un supuesto musulmán le permitió acceder a espacios y rituales vedados a los europeos, proporcionando una perspectiva única.
- Ciencias naturales: Badía recopiló datos sobre botánica, zoología y meteorología, además de coleccionar especímenes y objetos que enriquecieron el conocimiento europeo sobre regiones poco exploradas. Sus dibujos de flora, fauna y arquitectura son valiosos documentos históricos.
- Astronomía: Durante sus viajes, realizó observaciones astronómicas, incluyendo la determinación de la posición de ciudades como Fez y Alejandría, contribuyendo a la precisión de los atlas de la época.
Su obra fue traducida al inglés (1816), alemán, italiano y español (1836), consolidándose como un texto fundamental en los estudios orientalistas. Aunque inicialmente se atribuyó a un autor musulmán debido a su seudónimo, su impacto en la academia europea fue significativo, influenciando a geógrafos, historiadores y viajeros del siglo XIX.
2. Pionero en la exploración del mundo islámico
Badía es reconocido como uno de los primeros europeos no musulmanes en entrar en La Meca (1807) y documentar los ritos del Hajj con rigor científico. Su hazaña, lograda bajo el disfraz de Alí Bey, requirió un conocimiento profundo del islam, el árabe y las costumbres locales, así como una audacia extraordinaria. Este logro no solo destacó su capacidad como explorador, sino que también abrió camino a futuras expediciones europeas en territorios considerados inaccesibles.
3. Legado literario y cultural
La narrativa de Voyages combina rigor científico con un estilo literario que captura la imaginación, lo que la convirtió en un éxito editorial en su tiempo. Badía no solo documentó hechos, sino que también transmitió la fascinación de un europeo por la riqueza cultural del mundo islámico, desafiando estereotipos y promoviendo un entendimiento más matizado de estas sociedades. Su obra se inscribe en la tradición de los relatos de viaje ilustrados, comparable a los de Alexander von Humboldt o James Cook, aunque con un enfoque único en el mundo árabe.
En España, su figura inspiró la imagen del aventurero romántico, un precursor de exploradores modernos. Su vida ha sido objeto de estudios literarios y biográficos, como los de Juan Goytisolo, quien lo describió como un "héroe de la modernidad" por su capacidad de cruzar fronteras culturales.
4. Impacto político y controversia
El papel de Badía como espía al servicio de Manuel Godoy y su posterior adhesión al régimen napoleónico dejaron una huella ambivalente en su legado. Su misión en Marruecos (1803-1805), diseñada para influir en la política del sultán Mulay Sulaymán o desestabilizar el país, fue un fracaso debido a la cancelación del plan por Carlos IV. Sin embargo, sus informes políticos y mapas estratégicos demostraron su habilidad como agente secreto, aunque también le valieron enemigos que cuestionaron su ética.
Su alineación con José I durante la Guerra de Independencia Española (1808-1814) lo marcó como afrancesado, lo que provocó su ostracismo en España tras la restauración borbónica. Esta faceta de su vida eclipsó temporalmente sus logros científicos, y no fue hasta el reinado de Isabel II que su figura comenzó a ser rehabilitada. En 1868, el ayuntamiento de Barcelona le dedicó la calle Alí Bei, un reconocimiento póstumo a su contribución.
5. Influencia en la identidad y el cruce cultural
Badía encarna el arquetipo del hombre que vive entre dos mundos. Su habilidad para adoptar la identidad de Alí Bey, integrándose en sociedades musulmanas mientras mantenía su fe cristiana, plantea preguntas sobre la identidad, el sincretismo cultural y los límites éticos del disfraz. Su vida desafía las nociones rígidas de nacionalidad y religión, ofreciendo un ejemplo temprano de globalización cultural.
6. Reconocimiento póstumo y limitaciones
Aunque Badía fue celebrado en Europa durante el siglo XIX, en España su legado tardó en ser valorado debido a su estigma de afrancesado y al desconocimiento inicial de su verdadera identidad. La traducción al español de Voyages en 1836, promovida por el orientalista Pascual de Gayangos, ayudó a reivindicar su figura. Sin embargo, algunos críticos han señalado que su obra, aunque rica en detalles, contiene exageraciones y omisiones, reflejo de su necesidad de legitimar su seudónimo y su misión.
En el ámbito académico, Badía es estudiado como un precursor del orientalismo moderno, aunque su enfoque, más empírico que ideológico, lo distingue de figuras como Edward Said. Su colección de manuscritos, dibujos y objetos, parcialmente conservada, sigue siendo objeto de investigación en instituciones como la Real Academia de la Historia y el Museo de Ciencias Naturales de Madrid.
Legado en la cultura popular
La vida de Badía ha inspirado novelas, ensayos y documentales, consolidándolo como un icono de la aventura. Su figura evoca comparaciones con personajes como T.E. Lawrence o incluso con el ficticio Indiana Jones, debido a su combinación de erudición y audacia. En Cataluña, su lugar de nacimiento, es considerado un héroe local, y su calle en Barcelona es un recordatorio de su impacto
Domingo Badía, como Alí Bey, es un personaje que desafía las etiquetas. Fue un espía astuto, un científico riguroso y un aventurero romántico, comparado por algunos con Lawrence de Arabia. Su obra, aunque inicialmente eclipsada por su reputación de afrancesado, es un testimonio de la curiosidad ilustrada y un hito en la exploración europea del mundo islámico. En España, su figura fue rehabilitada tras la muerte de Fernando VII, y en 1868, Barcelona le dedicó una calle, Carrer Alí Bei.
Sin embargo, Badía también es un enigma. Su apoyo a los franceses y las ambigüedades de su misión en Marruecos lo convirtieron en un personaje polémico. Algunos lo ven como un héroe incomprendido; otros, como un oportunista víctima de sus propias fantasías. Lo cierto es que su vida, marcada por la audacia y el riesgo, refleja las tensiones de una Europa en transformación, donde la ciencia, la política y la aventura se entrelazaban en un mundo aún por descubrir.
Alí Bey el-Abbassi no solo cruzó fronteras geográficas, sino también culturales y éticas, dejando un legado que invita a reflexionar sobre la identidad, el conocimiento y el precio de la ambición. Como él mismo escribió, citando a Fedro: “Nisi utile est quod facimus, stulta est gloria” (Si lo que hacemos no es útil, la gloria es vana). Su vida, útil o no, sigue siendo una de las grandes epopeyas de la historia española.
El legado de Alí Bey el-Abbassi es el de un hombre que, en un mundo dividido por fronteras y prejuicios, se atrevió a explorar lo desconocido con una mente abierta y un espíritu incansable. Sus contribuciones científicas enriquecieron el conocimiento europeo sobre el mundo islámico, mientras que su vida, llena de contradicciones, refleja las tensiones de una era de cambio.
Aunque su nombre no siempre recibió el reconocimiento que merecía, su obra y sus hazañas perduran como un testimonio de la curiosidad humana y el poder de trascender las barreras culturales. Como él mismo escribió, la gloria es vana si no es útil; en ese sentido, el legado de Badía sigue siendo profundamente útil para quienes buscan entender el mundo a través de la exploración y el diálogo.
Para saber más:
Badía y Leblich, D. (1814). Voyages d’Alí Bey el Abbassi en Afrique et en Asie. París: Imprimerie de P. Didot.
Cervera, J. A. (2004). Alí Bey: Un viajero por el mundo islámico. Madrid: Ediciones Temas de Hoy.
Lafuente, A., & Mazuecos, A. (1989). Los caballeros del punto fijo: Ciencia, política y aventura en la expedición geodésica hispanofrancesa al virreinato del Perú en el siglo XVIII. Barcelona: Serbal.
Burton, R. F. (1855). Personal Narrative of a Pilgrimage to Al-Madinah and Meccah. Londres: Longman.
Goytisolo, J. (1980). Crónicas sarracinas. Barcelona: Seix Barral.
Said, E. (1978). Orientalism. Nueva York: Pantheon Books.
Archivo de la Real Academia de la Historia, Colección Badía y Leblich.
Martínez Montávez, P. (1997). Alí Bey y los viajeros europeos al mundo árabe. Madrid: Ediciones de la Universidad Autónoma.
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