LA REINA HATSHEPSUT, con una falsa barba faraónica. Fragmento de una estatua de la soberana procedente de Deir el-Bahari. Museo Egipcio, E...
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| LA REINA HATSHEPSUT, con una falsa barba faraónica. Fragmento de una estatua de la soberana procedente de Deir el-Bahari. Museo Egipcio, El Cairo. |
Hija del prestigioso Tutmosis I, y joven viuda del sucesor de éste, Tutmosis II, jugó tan bien las cartas de la diplomacia con el clero de Amón que llegó a gobernar “a su antojo” el país del Nilo. A la temprana muerte de de Tutmosis II, y no existiendo un hijo legítimo con la edad suficiente para reinar, se tuvo que recurrir a una triquiñuela sucesoria orquestada por el clero amoniano.
El futuro Tutmosis III, hijo de Tutmosis II y de una concubina llamada Iset, era un niño destinado a la carrera eclesiástica cuando murió su padre. Este príncipe, legitimado por el oráculo de Amón, sería rey algún día y, hasta su mayoría de edad, Hatshepsut sería su corregente. La erótica del poder hizo mella en la reina y, hacia el año siete de la corregencia, Hatshepsut se erigió no como reina, sino como ¡faraón de Egipto!.
En tiempos del Reino Nuevo, la época más gloriosa de Egipto, los faraones de las dinastías XVIII, XIX y XX construyeron los llamados templos de Millones de Años en la orilla occidental del Nilo, frente a la ciudad de Tebas. En estos santuarios se rendía culto a los faraones después de muertos, pese a que sus momias no estaban enterradas allí, sino en tumbas excavadas en la roca del Valle de los Reyes, un pequeño valle oculto al pie de la montaña tebana.
Uno de los primeros reyes que se hizo erigir un templo conmemorativo fue Hatshepsut, la única mujer que llegó a reinar como faraón durante el Reino Nuevo. Se construyó al pie de los acantilados del circo rocoso de Deir el-Bahari, el actual nombre árabe del lugar. Aquél era un espacio sagrado desde muy antiguo, pues estaba consagrado a la diosa Hathor, protectora de los difuntos e importante divinidad funeraria en la región de Tebas.
Siguiendo la tradición, al poco de coronarse reina de Egipto, Hatshepsut inició la excavación de su tumba (descubierta por Howard Carter e identificada como KV 20) en el Valle de los Reyes. Al parecer, la tumba era ya el lugar de reposos eterno de su padre Tutmosis I, por quien la reina sintió una filial devoción. De ser cierto, Hatshepsut se limitó a prolongar la excavación mediante un tramo de escaleras que desemboca en una nueva cámara funeraria. Howard Carter encontró dos sarcófagos de cuarcita con los nombres inscritos de Hatshepsut y Tutmosis I.
El templo funerario en Deir el-Bahari se destaca de todos los templos de este tipo. Sen-en-mut, su arquitecto, se inspiró en el templo vecino edificado por Mentuhotep en la dinastía XI. Pero los superó con creces, ya que el conjunto de sus pórticos escalonados crea un ritmo horizontal que conforma un armonioso equilibrio entre la obra y el paisaje. Es el templo más femenino de Egipto y el único hecho con bloques de caliza blanca.
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| LA REINA HATSHEPSUT, a la izquierda, representada como un varón frente al dios Amón-Min. Relieve de la capilla Roja de Karnak. |
En los templos que erigió, Hatshepsut trata al dios Amón-Re como “su padre”, pero no con la forma protocolaria y familiar de los faraones, sino con un carácter puramente biológico. Una patraña religiosa de la teogamia pero funcionó perfectamente e inspiró también a Amenhotep III al final de la dinastía. Su actividad constructora dejó también huella en el Speos Artemidos, templo erigido en honor de la diosa Pakhet, en la isla de Elefantina, en el recinto de barcas de Luxor y en su famosa capilla roja de Karnak, por citar sólo las principales edificaciones.
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| La Capilla Roja |
Hecha con cuarcita roja a la que debe su nombre (las puertas y la base eran de granito gris), fue edificada por la reina para albergar las barcas en las que se desplazaba la tríada divina de Karnak (Amón, Mut y Khonsu). Se levantó en los santuarios anteriores al primer templo del Imperio Medio en Karnak. Poco después, Tutmosis III ocupó su lugar con otra capilla que, mucho más tarde, fue reemplazada por la actual de Filipo Arrideo, hermanastro de Alejandro Magno.
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| Los obeliscos de Hatshepsut |
Los dos obeliscos más altos que Hatshepsut mandó esculpir fueron colocados cerca de los erigidos por su padre, Tutmosis I, en el recinto de Amón en Karnak, y en medio de la sala hipóstila que construyó este faraón. Sólo fueron superados en altura por el obelisco labrado bajo Tutmosis III y levantado por Tutmosis IV en el mismo santuario (y que hoy se alza en la plaza de San Juan de Letrán).
LO MÁS IMPRESIONANTE no es su altura de 29 metros, sino la dificultad de su erección en un lugar ya construido. El más mínimo error en tan exiguo espacio hubiese causado una catástrofe sin precedentes y con fuertes connotaciones religiosas. Sólo queda en pie uno de ellos, símbolo de una técnica jamás superada en el mundo antiguo.
EN LA BASE del obelisco consta que la obra se hizo en siete meses, aunque no dice si se trató sólo de la extracción en cantera o si incluía el izado de las dos agujas pétreas. Los obeliscos, rayos de sol petrificados, tenían su cúspide revestida con planchas de electro., una aleación de oro y plata. Al levantarse el sol cada mañana, sus rayos reflejados por las nobles planchas proclamarían la gloria de Hatshepsut y el fervor hacia su padre, en cuyo honor los había levantado. Fulgor solar que era visible desde las terrazas del templo de la reina, en la otra orilla del Nilo. Hoy, con Karnak convertido en un cementerio de bloques de piedra que se desmoronan poco a poco, el obelisco desafiando al cielo es un signo de esperanza.
NOTA: En la imagen, los obeliscos levantados por la reina Hatshepsut en Karnak, representados en un bajorrelieve de la capilla Roja.
MIRRA, ESPECIAS Y ANIMALES
Esta frenética actividad constructora, sólo superada por algunos pocos faraones como Tutmosis III, Amenhotep III y Ramsés II, se debió tanto a su exquisita feminidad como a su inteligente sagacidad para adoptar una forma más “tradicional”, ya que desde siempre los faraones eran los generales supremos del ejército, y los “toros potentes” que engendraban a su madre (según reza el título real) y masacraban a los enemigos de Egipto.
Hatshepsut tomó el camino más corto y directo para lograr sus ambiciosos fines. Hay que decir, que se pasó del límite pactado con los sacerdotes de Amón. En tal pacto, se estableció que actuaría como regente durante la minoría de edad de Tutmosis III, pero Hatshepsut prologó dicha “regencia” durante 22 años atestiguados. Esta usurpación del poder fue consentida por el clero amoniano al que ella enriqueció.
PARA SABER MÁS
- Hatshepsut, la reina misteriosa. Ch. Desroches-Noblecourt. Ed. Edhasa, Barcelona, 2004.
- La dama del Nilo. P.Gedge. Salamandra, Barcelona, 1990.
- www.egiptologia.com ; www.maatkare.com













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