02 Julio 2022.- El mes pasado, tras semanas de negociaciones, los líderes de la Unión Europea acordaron prohibir el 90 % de las importacio...
02 Julio 2022.- El mes pasado, tras semanas de negociaciones, los líderes de la Unión Europea acordaron prohibir el 90 % de las importaciones de petróleo ruso para 2023. Hasta entonces, Rusia podrá seguir vendiendo millones de barriles de petróleo al día a la UE, con parte de las ganancias, seguir financiando la guerra. La dependencia de este combustible retrasó una condena unida y digna de la invasión de Ucrania y continúa interfiriendo con la respuesta de la UE.
Hay una lección en esto tanto para el resto de Europa como para el resto del mundo: la independencia de la energía rusa es la forma de evitar otra Ucrania.
Francia fue inusual entre las naciones de la UE al pedir una acción rápida y firme. Aunque una campaña electoral ahora concluida significó que el presidente francés, Emmanuel Macron, adoptara una postura particularmente dura con Rusia, la relativa independencia de Francia en materia de petróleo y gas ciertamente lo hizo más fácil. Esta independencia se deriva de la inversión constante en energía nuclear desde la década de 1960; Francia produce el 70% de su electricidad a partir de fuentes nucleares.
Eso ha generado críticas, especialmente después del accidente de Fukushima Daiichi de 2011 en Japón. En cambio, los legisladores alemanes piden una transición lenta a la electricidad a partir de una combinación de fuentes de energía renovables, carbón y gas.
Debido a la reticencia a invertir en energía nuclear, gracias a Fukushima, así como al desastre de Chernobyl en 1986, que tuvo lugar en lo que ahora es Ucrania, Occidente no ha desarrollado una estrategia clara sobre la energía nuclear. El Foro Internacional Generación IV, establecido en 2001, fue el último gran intento de crear una agenda global de investigación nuclear. Después del accidente de Fukushima, el foro pasó a un segundo plano.
Mientras tanto, un pequeño número de países han avanzado en sus tecnologías nucleares. Rusia construye más del 30% de los nuevos reactores en todo el mundo, principalmente en Europa del Este, Medio Oriente y el subcontinente indio. China también construye alrededor del 30% de los reactores, la mayoría de ellos en la propia China.
Las nuevas tecnologías nucleares son más prácticas y más ágiles que las que existían cuando se estableció el foro Generación IV. Los pequeños reactores modulares, aquellos con una capacidad total de hasta 300 megavatios, son particularmente prometedores. Ofrecen flexibilidad en cuanto al diseño y mantenimiento de la planta, ya que pueden ser reemplazados módulo a módulo. Los reactores pequeños podrían funcionar junto con la energía verde y llenar los vacíos en la capacidad.
Un mayor avance en la tecnología nuclear es más fundamental, tanto en términos de física como del cambio que podría representar para la industria. Los reactores de neutrones rápidos funcionan con suficiente energía para provocar la fisión de muchos átomos pesados, eliminando potencialmente tanto el material de desecho nuclear como la dependencia del uranio como única fuente de combustible. Estos son solo uno de una serie de sistemas de reactores nucleares de cuarta generación que juntos superan algunas de las deficiencias de las instalaciones convencionales.
Actualmente, Rusia y China están solos en la operación de centrales eléctricas comerciales que utilizan estas tecnologías: en la central eléctrica Shidaowan de China en Shandong, y Beloyarsk-3 y -4 en Sverdlovsk Oblast, Rusia.
Sin una voluntad política clara, la UE corre el riesgo de caminar dormida hacia un mundo en el que Rusia tiene el control tecnológico de las tecnologías nucleares, así como el control físico de gran parte de los combustibles fósiles de Europa.
Las tecnologías nucleares podrían ayudar al mundo a alejarse de los combustibles fósiles de hidrocarburos, acelerar la transición hacia fuentes de energía más limpias y acabar con el control que algunos estados no democráticos tienen sobre los mercados energéticos mundiales. Pero construir una planta de energía nuclear requiere mucho tiempo. Podría tomar diez años construir capacidad nuclear en un país, especialmente cuando se utilizan nuevas tecnologías. La construcción de Beloyarsk-4 comenzó en 2006; inicio de operaciones en 2016.
Se necesita pensamiento a largo plazo, apoyo público constante y fuerza de voluntad política, tanto nacional como internacional. Esta fuerza de voluntad debe durar más que cualquier campaña electoral individual o término político y será la única forma de permitir la construcción de tecnologías de cuarta generación en naciones democráticas.
Muchos países occidentales tienen tanto conocimientos sobre energía nuclear como experiencia en cooperación internacional. Juntos, deben construir un marco de cooperación para lograr la operación comercial de centrales eléctricas de cuarta generación para fomentar la independencia energética, al tiempo que garantizan que los ciudadanos estén seguros e informados sobre la seguridad de las centrales nucleares comerciales modernas.
Esta cooperación también enviaría señales positivas tanto a la industria nuclear como al sector financiero de que las naciones se toman en serio el desarrollo de la energía nuclear. Tal señal precipitaría la financiación para la construcción y nuevas inversiones en tecnologías nucleares, y serviría como una bendición para un sector que se ha estancado desde Fukushima. Este interés privado debe ir acompañado de una mayor inversión pública en el sector.
La participación en esta importante política nuclear solo puede realizarse junto con una consulta completa con el público sobre temas como la minería, la gestión de desechos y la seguridad. Para evitar otra situación como la de Ucrania, el mundo occidental necesita lograr una independencia energética permanente. Un día, las tecnologías verdes por sí solas podrían lograrlo, pero no podemos darnos el lujo de esperar.
COMENTARIOS