En este mosaico del siglo X en la luneta de la puerta del vestíbulo de Santa Sofía, Justiniano, a la izquierda, presenta una maqueta de la...
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| En este mosaico del siglo X en la luneta de la puerta del vestíbulo de Santa Sofía, Justiniano, a la izquierda, presenta una maqueta de la iglesia a María, mientras que Constantino ofrece una de la ciudad. |
La revuelta de Nika fue un motín devastador que tuvo lugar a principios de la Edad Media en Constantinopla, en el Imperio Romano de Oriente. Amenazó la vida y el reinado del emperador romano de Oriente, Justiniano.
25 febrero 2023.- La revuelta de Nika también es conocida como: la rebelión de Nika, el levantamiento de Nika, el disturbio de Nika, la revuelta de Nike, la rebelión de Nike, el levantamiento de Nike, el disturbio de Nike y tuvo lugar en enero de 532 EC, en el hipódromo de Constantinopla.
El Hipódromo era el sitio en Constantinopla donde se reunían enormes multitudes para ver emocionantes carreras de carros y espectáculos similares. Varios otros deportes habían sido prohibidos durante las décadas anteriores, por lo que las carreras de carros eran ocasiones particularmente bienvenidas. Pero los eventos en el Hipódromo a veces llevaron a la violencia entre los espectadores, y más de un motín había comenzado allí en el pasado. La Revuelta de Nika comenzaría y, varios días después, terminaría en el Hipódromo.
Los fanáticos, los antiguos "hooligans", en el Hipódromo animaban a sus aurigas y equipos de aurigas favoritos con el grito "¡ Nika! ", que se ha traducido de diversas formas como "¡Conquista!", "¡Gana!" y "¡Victoria!" En la revuelta de Nika, este fue el grito empleado por los alborotadores.
Antecedentes
El motín, o la revuelta, no fue en modo alguno un estallido aislado del descontento popular, sino uno más de toda una serie de sangrientos enfrentamientos en la capital bizantina. El emperador Justiniano, partidario de los Azules, estaba plagado de problemas. La guerra en el este contra los persas no iba bien y en casa, la corrupción desenfrenada y la furia pública por la política fiscal confiscatoria.
Exactamente lo que defendieron los Azules y los Verdes sigue siendo un tema de disputa entre los historiadores. Durante mucho tiempo se pensó que los dos grupos se convirtieron gradualmente en lo que eran esencialmente los primeros partidos políticos; los Azules representaban a las clases dominantes y defendían la ortodoxia religiosa, y los Verdes eran el partido del pueblo.
Los Verdes también fueron representados como defensores de la teología altamente divisiva del monofisismo, una herejía influyente que sostenía que Cristo no era simultáneamente divino y humano, sino que tenía una sola naturaleza. (En los siglos V y VI dC, amenazó con desgarrar el Imperio bizantino). Estos puntos de vista fueron desafiados enérgicamente en la década de 1970 por Alan Cameron, sobre todo porque los juegos eran más importantes que la política en este período y perfectamente capaces de despertar pasiones violentas por sí mismos. En 501, por ejemplo, los Verdes tendieron una emboscada a los Azules en el anfiteatro de Constantinopla y masacraron a 3.000 de ellos. Cuatro años más tarde, en Antioquía, hubo un motín provocado por el triunfo de Porfirio, un auriga Verde que había desertado de los Azules.
La rivalidad entre los Verdes y los Azules se intensificó y se extendió fuera de la pista de carreras de carros de Constantinopla, el Hipódromo, una versión ligeramente más pequeña del Circo Máximo de Roma, cuya importancia central para la capital se ilustra por su posición, directamente adyacente al palacio imperial principal. (Los emperadores bizantinos tenían su propia entrada a la arena, un pasadizo que conducía directamente desde el palacio a su palco privado.) Esta fricción llegó a un punto crítico durante el reinado de Justiniano ( c . 482-565), uno de los más grandes pero más controvertidos emperadores de Bizancio.
Los equipos aurigas
Los aurigas y sus equipos estaban vestidos con colores específicos (al igual que sus caballos y los propios carros). Al igual que hoy en los equipos deportivos, la afición que seguía a estos equipos se identificaba con sus colores. Había rojos y blancos, pero en la época del reinado de Justiniano, los más populares con diferencia eran los azules y los verdes.
Los fanáticos que seguían a los equipos de carros conservaron su identidad más allá del Hipódromo y, en ocasiones, ejercieron una influencia cultural considerable. Los académicos alguna vez pensaron que los Azules y los Verdes se asociaban cada uno con movimientos políticos particulares, pero hay poca evidencia que respalde esto. Ahora se cree que el principal interés de los azules y los verdes eran sus equipos de carreras, y que la violencia ocasional a veces se extendía desde el hipódromo a otros aspectos de la sociedad bizantina sin ninguna dirección real por parte de los líderes de los fanáticos.
Durante varias décadas, había sido tradicional que el emperador eligiera a los Azules o a los Verdes para apoyar, lo que prácticamente garantizaba que los dos equipos más poderosos no pudieran unirse contra el gobierno imperial. A fines del siglo V d.C., comenzando con el ascenso al trono de Anastasio en el 491 d.C., este nuevo "poder político" se había vuelto desestabilizador. Se agravó aún más cuando Anastasio abolió las venationes en el 498 d.C. y pantomimas en el 502 d.C., dejando vacíos el anfiteatro y los teatros. Todas las pasiones de la gente ahora estaban dirigidas a las carreras en el Hipódromo.
Los Azules sentados frente al palco imperial (kathisma) cerca de las puertas de salida del Hipódromo y los Verdes en el otro extremo. cerca de la esfendona, una yuxtaposición que sin duda contribuyó a una rivalidad ya agudizada por el tradicional apoyo de Justiniano a los Azueles. Era en el Hipódromo de Constantinopla, como en el Circo de Roma, donde el populacho podía expresarse al emperador y esperar una respuesta.
Pero Justiniano era una clase diferente de emperador. Una vez, años antes de que asumiera el trono, se creía que favorecía a los Azules; pero ahora, porque quería mantenerse por encima de la política partidista incluso de la clase más superficial, no apoyó a ningún equipo auriga. Esto resultaría ser un grave error.
El nuevo reinado del emperador Justiniano
Justiniano fue elevado al cargo de jefe de la guardia pretoriana (los "bucellarii") del emperador romano de Oriente cuando tu tío Justino se alzó con trono, y de facto, éste le había convertido en co-emperador en abril de 527. Justiniano se convirtió en emperador único cuando Justino murió cuatro meses después. Justino se había levantado desde un comienzo humilde y muchos senadores también consideraban que Justiniano era de baja cuna y no realmente digno de su respeto.
La mayoría de los eruditos están de acuerdo en que Justiniano tenía un deseo sincero de mejorar el imperio, la ciudad capital de Constantinopla y la vida de las personas que vivían allí. Desafortunadamente, las medidas que tomó para lograr esto resultaron socialmente perjudiciales.
Los ambiciosos planes de Justiniano para reconquistar el territorio romano perdido en Occidente, sus extensos proyectos de construcción y su guerra en curso con Persia requerían financiación, lo que significaba más y más impuestos; y su deseo de acabar con la corrupción en el gobierno lo llevó a nombrar algunos funcionarios demasiado entusiastas cuyas severas medidas causaron resentimiento en distintos estratos de la sociedad.
Las cosas se pusieron muy mal cuando estalló un motín por las restricciones extremas empleadas por uno de los funcionarios más impopulares de Justiniano, Juan de Capadocia, el principal administrador de impuestos. El motín fue sofocado con fuerza brutal, muchos participantes fueron encarcelados y los cabecillas que fueron capturados fueron condenados a muerte. Esto generó más malestar entre la ciudadanía. Este elevado estado de tensión se apoderó de Constantinopla en los primeros días de enero de 532.
Cuando se suponía que los cabecillas de los disturbios serían ejecutados, el proceso fracasó y dos de ellos escaparon. Uno era fanático de los Azules, el otro fanático de los Verdes. Ambos estaban escondidos a salvo en un monasterio. Sus partidarios decidieron pedir clemencia al emperador para estos dos hombres en la próxima carrera de carros.
El motín estalla
El 13 de enero de 532, cuando estaba previsto que comenzaran las carreras de carros en el Hipódromo, miembros tanto de los Azules como de los Verdes suplicaron en voz alta al emperador que mostrara misericordia a los dos hombres que la diosa Fortuna había rescatado de la horca. Cuando no hubo respuesta, ambas facciones comenzaron a gritar: "¡Nika! ¡Nika!" El cántico, que tantas veces se escuchaba en el Hipódromo en apoyo de uno u otro auriga, se dirigía ahora contra Justiniano.
El Hipódromo estalló en violencia, y pronto la turba salió a las calles. Su primer objetivo fue el Pretorio, que era, esencialmente, la sede del departamento de policía de Constantinopla y la cárcel municipal. Los alborotadores liberaron a los prisioneros e incendiaron el edificio. En poco tiempo, una parte sustancial de la ciudad estaba en llamas, incluida la iglesia Hagia Sophia ("Santa Sofía") y varios otros grandes edificios.
Del motín a la rebelión
No está claro cuándo se involucraron los miembros de la aristocracia, pero cuando la ciudad estaba en llamas, había señales de que las fuerzas intentaban usar el incidente para derrocar a un emperador impopular. Justiniano reconoció el peligro y trató de apaciguar a su oposición accediendo a destituir de sus cargos a los responsables de concebir y llevar a cabo las políticas más impopulares. Pero este gesto de conciliación fue rechazado y continuaron los disturbios. Entonces Justiniano ordenó al general Belisario que sofocara el motín; pero en esto fracasaron el estimable soldado y las tropas del emperador.
Justiniano y sus seguidores más cercanos permanecieron escondidos en el palacio mientras se desataba el motín y la ciudad ardía. El 18 de enero de 532, el emperador, Evangelio en mano, intentó una vez más encontrar un compromiso. Pero cuando apareció en el Hipódromo, todas sus ofertas fueron rechazadas de plano. Fue en este punto que los alborotadores propusieron otro candidato como emperador: Hypatius (Hipacio), sobrino del anterior difunto emperador Anastasio I. Se avecinaba un golpe de estado.
Aunque relacionado con un ex-emperador, Hipacio nunca había sido un candidato serio al trono. Había llevado una carrera poco distinguida, primero como oficial militar y ahora como senador, y probablemente estaba contento de permanecer fuera del centro de atención.
Según Procopio, Hipacio y su hermano Pompeyo se habían quedado con Justiniano en el palacio durante el motín, hasta que el emperador sospechó de ellos y de su vaga conexión con la púrpura y los echó. Los hermanos no querían irse por temor a ser utilizados por los alborotadores y la facción anti-Justiniana. Esto, por supuesto, es exactamente lo que sucedió. Procopio relata que su esposa, María, agarró a Hipacio y no lo soltó hasta que la multitud la abrumó, y su esposo fue llevado al trono en contra de su voluntad.
Cuando Hipacio fue llevado al trono, Justiniano y su séquito abandonaron el Hipódromo una vez más. La revuelta estaba ahora demasiado fuera de control y no parecía haber forma de recuperarlo. El emperador y sus asociados comenzaron a discutir la posibilidad de huir de la ciudad.
Fue la esposa de Justiniano, la emperatriz Teodora , quien los convenció de mantenerse firmes. Según Procopio, ella le dijo a su marido, "... el tiempo presente, sobre todo, es inoportuno para la huida, aunque traiga seguridad... Para quien ha sido emperador, es insoportable ser un fugitivo". ..considera si no sucederá después de que te hayas salvado que con gusto cambiarías esa seguridad por la muerte. Porque en cuanto a mí, apruebo cierto dicho antiguo que dice que la realeza es un buen sudario".
Avergonzado por sus palabras y animado por su coraje, Justiniano estuvo a la altura de las circunstancias.
La revuelta de Nika es aplastada
Una vez más, el emperador Justiniano envió al general Belisario a atacar a los rebeldes con tropas imperiales. Dos de los mejores generales del emperador, Belisario y Mundus, ingresaron al Hipódromo a través de entradas separadas, atrapando a la multitud adentro; "al final no sobrevivió ninguno de los ciudadanos, ni de los Verdes ni de los Azules, que estaban en el Hipódromo".
Mientras los "godos" de Belisario atacaban con espadas y lanzas, Narsés y los hombres de la Guardia Imperial bloquearon las salidas e impidieron que los alborotadores aterrorizados escaparan. “En pocos minutos”, escribe John Julius Norwich en su historia de Bizancio, “los gritos de ira del gran anfiteatro habían dado paso a los gritos y gemidos de los heridos y moribundos; pronto estos también quedaron en silencio, hasta que el silencio se extendió por toda la arena, su arena ahora empapada con la sangre de las víctimas”.
Con la mayoría de los alborotadores confinados en el Hipódromo, los resultados fueron muy diferentes a los del primer intento del general: los estudiosos estiman que entre 30.000 y 35.000 personas (Azules y Verdes, por igual) fueron masacradas. Muchos de los cabecillas fueron capturados y ejecutados, incluido el desafortunado Hipacio. Ante tal masacre, la rebelión se derrumbó.
El número de muertos y la extensa destrucción de Constantinopla fueron horribles, y la ciudad y su gente tardarían años en recuperarse. Los arrestos continuaron después de la revuelta y muchas familias perdieron todo debido a su conexión con la rebelión. El Hipódromo se cerró y las carreras se suspendieron durante cinco años.
Pero para Justiniano, los resultados de los disturbios fueron muy ventajosos para él. El emperador no solo pudo confiscar varias propiedades ricas, sino que también devolvió a sus oficinas a los funcionarios que había acordado destituir, incluido Juan de Capadocia, aunque, para su crédito, evitó que fueran a la extremos que habían empleado en el pasado. Y su victoria sobre los rebeldes le valió un nuevo respeto, si no verdadera admiración. Nadie estaba dispuesto a actuar contra Justiniano, y ahora podía seguir adelante con todos sus ambiciosos planes: reconstruir la ciudad, reconquistar territorio en Italia, completar sus códigos legales, entre otros. También comenzó a instituir leyes que restringían los poderes de la clase senatorial que tanto lo menospreciaba a él y a su familia. Tras la revuelta, Justiniano reconstruyó Constantinopla y Hagia Sophia, y fue libre de establecer su gobierno.
La revuelta de Nika había fracasado. Aunque Justiniano había estado al borde de la destrucción, había vencido a sus enemigos y disfrutaría de un reinado largo y fructífero. Eso sí, en buena parte gracias al buen hacer de su mejor general, Belisario, si el cual tal vez la historia de Justiniano hubiera sido diferente y más corta.
Los disturbios de Nika marcaron el final de una era en la que las facciones circenses tenían cierta influencia sobre el imperio más grande al oeste de China, y marcaron el final de las carreras de carros como deporte de espectadores masivos en Bizancio. A los pocos años las grandes carreras y las rivalidades Verdes-Azules eran recuerdos. Sin embargo, serían reemplazados por algo aún más amenazante. A los pocos años de la muerte de Justiniano, el debate teológico se había convertido en lo que equivalía al deporte nacional del imperio. Y con los ortodoxos luchando contra los monofisitas, y los iconoclastas esperando entre bastidores, Bizancio se encaminó hacia los disturbios y la guerra civil que pondrían incluso la masacre en el Hipódromo en un lamentable contexto.
Para saber más:
The Chronicle of John Malalas (1986) translated by Elizabeth Jeffreys, Michael Jeffreys, and Roger Scott; The Chronicle of Theophanes Confessor: Byzantine and Near Eastern History, AD 284-813 (1997) translated by Cyril Mango and Roger Scott; Chronicon Paschale, 284-628 AD (1989) translated by Michael Whitby and Mary Whitby; Procopius: History of the Wars [The Persian War] (1914) translated by H. B. Dewing (Loeb Classical Library); Procopius: Buildings (1940) translated by H. B. Dewing (Loeb Classical Library); Late Antiquity: A Guide to the Postclassical World (1999) edited by G. W. Bowersock, Peter Brown, and Oleg Grabar; "The Nika Riot: A Reappraisal" (1997) by Geoffrey Greatrex, The Journal of Hellenic Studies, 117, 60-86; History of the Later Roman Empire (1923/1958) by J. B. Bury (Dover). The Nika Riot: A Reappraisal (The Journal of Hellenic Studies , volumen 117 , noviembre de 1997 , págs. 60 - 86 DOI: https://doi.org/10.2307/632550); Alan Cameron. Circus Factions: Blues and Greens at Rome and Byzantium. Oxford: Clarendon Press, 1976; James Allan Evans. The Empress Theodora: Partner of Justinian. Austin: University of Texas Press, 2002; Sotiris Glastic. “The organization of chariot racing in the great hippodrome of Byzantine Constantinople,” in The International Journal of Sports History 17 (2000); Pieter van der Horst. “Jews and Blues in late antiquity,” in idem (ed), Jews and Christians in the Graeco-Roman Context. Tübingen: Mohr Siebeck, 2006; Donald Kyle, Sport and Spectacle in the Ancient World. Oxford: Blackwell, 2007; Michael Maas (ed). The Cambridge Companion to the Age of Justinian. Cambridge: CUP, 2005; George Ostrogorsky. History of the Byzantine State. Oxford: Basil Blackwell, 1980; John Julius Norwich. Byzantium: The Early Centuries. London: Viking, 1988; Procopius. The Secret History. London: Penguin, 1981; Marcus Rautman. Daily Life in the Byzantine Empire. Westport : Greenwood Press, 2006.
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