Por qué el hidrógeno azul es un gran error
21 octubre 2023.- El gobierno federal de EE.UU. ha anunciado su plan preliminar para liberar miles de millones de dólares en fondos para siete esfuerzos de desarrollo de hidrógeno. Al menos tres de los siete proyectos prevén producir hidrógeno azul. Esto sería un error y un mensaje equivocado al resto de productores globales..
A diferencia del hidrógeno verde, que se produce a partir de agua mediante electrólisis alimentada por energía renovable, el hidrógeno azul se genera a partir del metano del gas natural .
La imprudente decisión del Departamento de Energía de EE.UU. de incluir proyectos propuestos de hidrógeno azul entre sus selecciones para financiación federal es una pérdida de dinero y de un tiempo precioso. No tiene sentido impulsar la producción de un combustible que tiene pocas posibilidades de éxito y que no puede producirse de forma económica.
En cambio, los miles de dólares de los impuestos destinados al hidrógeno azul servirán principalmente como subsidio para que las empresas de petróleo y gas natural sigan produciendo emisiones de gases de efecto invernadero que aceleran el cambio climático. Uno de los proyectos parece basarse en gran medida, si no exclusivamente, en el hidrógeno azul, y los otros dos aparentemente planean incluir hidrógeno azul y verde.
El hidrógeno azul se promociona como un sustituto de los combustibles de hidrocarburos que alteran el clima, pero un informe reciente del Instituto de Economía y Análisis Financiero de la Energía (IEEFA) muestra que el hidrógeno azul probablemente exacerbaría los efectos del cambio climático. El informe encuentra que la justificación para apoyar el hidrógeno azul se basa en un modelo que incluye supuestos de emisiones demasiado optimistas.
El modelo del DOE subestima seriamente las emisiones de metano asociadas con la producción y el transporte de gas natural utilizado para producir hidrógeno azul. Las publicaciones actuales revisadas por pares informan que las tasas promedio de emisiones aguas arriba en Estados Unidos son más del doble de lo que se supone en el modelo. Con 3 millones de millas de oleoductos en los EE.UU., el seguimiento y la regulación de las emisiones de metano siguen siendo un problema importante e incontrolado.
El impacto de las emisiones de metano aumenta dramáticamente si se miran en el corto plazo. El potencial de calentamiento global (GWP) del metano es más de 80 veces la cifra del dióxido de carbono en 20 años, pero el modelo federal utiliza un horizonte de 100 años, lo que minimiza el impacto climático de este potente gas de efecto invernadero.
El modelo también supone que las instalaciones de producción de hidrógeno azul capturarán el 95 por ciento o más del dióxido de carbono que producen. Pero ninguna instalación de producción de hidrógeno a escala comercial ha demostrado la capacidad de capturar anualmente emisiones en un rango superior al 75 por ciento al 83 por ciento . También quedan dudas sobre el transporte de millones de toneladas de dióxido de carbono capturado y su almacenamiento bajo tierra.
Finalmente, el modelo ignora las emisiones provenientes de la compresión, transporte y almacenamiento del hidrógeno que se produce. También ignora los efectos de las emisiones de hidrógeno, a pesar de que el hidrógeno es un poderoso gas de efecto invernadero indirecto con un PCA más de 30 veces mayor que el del dióxido de carbono en un período de 20 años.
Más allá de los supuestos erróneos del modelo de emisiones, el desarrollo de una economía del hidrógeno llevaría años y costaría cientos de miles de millones (si no billones) de dólares, aun cuando existan tecnologías comprobadas como la energía solar y eólica y el almacenamiento en baterías, y se haya demostrado que funcionan. Son menos costosas y ya han logrado avances significativos en el mercado.
El planeta no tiene décadas para recuperarse del daño causado por más de un siglo de uso intensivo de combustibles fósiles. En lugar de intentar mantener un enfoque tradicional que aliente a la industria de los combustibles fósiles a producir aún más combustibles que alteren el clima para un mercado que no existirá durante décadas (si es que existe), los dólares de los impuestos deberían usarse para impulsar la energía renovable, fortalecer la red eléctrica y tomar otras acciones que puedan descarbonizar nuestra economía en mucho menos tiempo que el hidrógeno azul.
En la medida en que dependamos del hidrógeno para usos no energéticos, como el amoníaco como fertilizante o para la combustión industrial a alta temperatura, debemos producirlo de una manera que mitigue el cambio climático, en lugar de acelerarlo. El hidrógeno verde puede ser una alternativa razonable, aunque también se están desarrollando soluciones bajas en carbono que no utilizan hidrógeno para descarbonizar segmentos importantes de la economía, como el acero y el hormigón.
La financiación total de estos proyectos aún no está garantizada. El DOE ahora entablará negociaciones con los patrocinadores del proyecto seleccionados sobre la financiación, que se asignará en cuatro fases de toma de decisiones. La primera fase incluye un análisis más profundo del diseño y viabilidad del proyecto, que podría resultar en cambios. Se debe examinar de cerca las afirmaciones de los desarrolladores de hidrógeno azul.
El hidrógeno azul no es el futuro. Los tomadores de decisiones federales no deben perder el tiempo invirtiendo el dinero de los contribuyentes en intentos de impulsar empresas especulativas para el hidrógeno azul, un combustible que no es limpio y no es una solución. El tiempo se acaba.
COMENTARIOS