¿El cannabis es malo para los adolescentes? Esto es lo que dicen los datos
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| Jóvenes asistieron a una marcha a favor del cannabis en Toronto en 2018, meses antes de que la droga fuera legalizada en Canadá. Fuente: Arindam Shivaani/NurPhoto vía Getty |
Diez años después de que se legalizara por primera vez el cannabis para uso ocasional en adultos, los científicos luchan por proporcionar recomendaciones basadas en evidencia sobre los riesgos para los jóvenes.
18 diciembre 2023.- Ha pasado una década desde que la droga fue legalizada oficialmente para uso recreativo por parte de adultos mayores de 18 años en Uruguay, y de 21 años o más en los estados de Colorado y Washington. Muchos otros estados y países lo han seguido, y los investigadores están tratando desesperadamente de comprender cómo están cambiando los patrones de uso como resultado; cómo la droga afecta el desarrollo del cerebro; y cómo el consumo de cannabis se correlaciona con afecciones de salud mental como la depresión, la ansiedad y la esquizofrenia.
Los datos hasta ahora no cuentan historias claras: los jóvenes no parecen consumir en mayor número que antes de la legalización, pero parece haber tendencias hacia un uso más problemático. El uso frecuente también coincide con tasas más altas de problemas de salud mental y riesgo de adicción, pero podría haber otras explicaciones para estas tendencias.
Los estudios experimentales en humanos y animales podrían ayudar, pero se ven obstaculizados por el hecho de que el cannabis sigue siendo ilegal en muchos lugares. Y es difícil estudiar los mismos productos y potencias a los que la gente ahora puede acceder fácilmente.
Como resultado, a algunos investigadores les preocupa que la sociedad esté tropezando, sin darse cuenta, con un gran problema de salud pública. “Me preocupa que esto nos afecte como nos afectó el tabaco”, dice Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas en Bethesda, Maryland. Aunque los riesgos del consumo de cannabis sean pequeños, "es como jugar a la ruleta", afirma.
Con la esperanza de poder manejar mejor la situación, su agencia financió el estudio sobre el desarrollo cognitivo del cerebro adolescente (ABCD). Iniciado en 2015, ABCD reclutó a más de 10.000 niños de 9 y 10 años, con el objetivo de tomar imágenes anuales de sus cerebros para monitorear cómo los diferentes factores afectan su desarrollo. Los participantes tienen ahora entre 16 y 18 años y algunos están empezando a entrar en contacto con la droga.
Cambiando los patrones de uso
El cannabis medicinal ha sido legal en algunas partes de Estados Unidos desde 1996, pero Colorado y Washington lideraron la legalización de su uso recreativo cuando la cuestión se sometió a votación pública en 2012. Uruguay fue el primer país en legalizar la venta de la droga. para uso recreativo el año siguiente. Se temía que la legalización provocara una avalancha de usuarios adolescentes, pero hasta ahora no parece ser el caso. Paradójicamente, la legalización del cannabis parece haber disminuido su consumo entre los adolescentes.
Una serie de encuestas bienales realizadas por el Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de Colorado encontró que el consumo de cannabis entre estudiantes de 14 a 18 años disminuyó de una tasa estable de alrededor del 21 % durante 2005-19 al 13 % en 2021 (ver 1). Los patrones de uso a nivel nacional parecen mostrar una caída similar, que un estudio asoció con la pandemia de COVID-19 (ver go.nature.com/47yojx9).
Pero la legalización seguramente tendrá diferentes efectos en diferentes áreas. No hubo un aumento inicial en el consumo de cannabis entre los adolescentes cuando se legalizó en Canadá para adultos mayores de 18 años hace cinco años. Pero hubo un aumento en el consumo cuando comenzaron a abrir tiendas ilegales de cannabis que no tienen licencia del gobierno.
También podrían estar surgiendo algunas consecuencias negativas. Un estudio reciente realizado en Ontario encontró que los residentes que se encontraban a poca distancia de un dispensario de cannabis tenían más probabilidades de asistir a un hospital para recibir tratamiento de psicosis2, lo cual está cada vez más vinculado a productos de cannabis de alta potencia.
A un hemisferio de distancia, Uruguay experimentó un aumento inicial en el uso entre las personas de 18 a 21 años a medida que se implementó la legalización en 2014. Pero el uso volvió rápidamente a los niveles previos a la legalización, según los resultados de la encuesta3. La encuesta tampoco encontró ningún aumento en el número de adolescentes que desarrollan adicción o que tienen un uso más problemático del cannabis. Esto podría deberse a una serie de factores. Estos incluyen el hecho de que Uruguay ha establecido límites a la potencia de los productos vendidos legalmente, ha prohibido la publicidad en los envases y solo permite la venta de productos de flores de cannabis, no comestibles ni concentrados.
El consumo podría haber sido el resultado de una mayor discusión y atención de los medios en torno a la legalización. Muchos otros también están interesados en comprender cuándo el uso ocasional se vuelve problemático.
Si bien el uso no se ha disparado entre personas menores de 21 años, existen preocupaciones sobre los tipos de productos que se venden. Cada vez más, lo que está disponible en los dispensarios –al menos fuera de Uruguay– tiene concentraciones mucho más altas de delta-9-tetrahidrocannabinol (THC), el principal ingrediente activo del cannabis. La concentración de THC en productos obtenidos por la Agencia Antidrogas de EE.UU. se ha multiplicado por más de tres desde 1996 (ver go.nature.com/3r7fmbm), y Muchos dispensarios venden líquidos para vapear y productos para "dabbing", un método para consumir THC concentrado que puede administrar grandes cantidades de la droga a los pulmones de una persona.
Impactos en la salud
Los preparados de alta potencia conllevan riesgos mucho mayores de inducir psicosis y algunos investigadores temen que esto pueda tener efectos a largo plazo.
Un estudio de más de 40.000 personas con esquizofrenia en Dinamarca, donde el cannabis es legal desde 2018, encontró que alrededor del 15% de los casos podrían estar relacionados con el trastorno por consumo de cannabis, y esa cifra es aún mayor en los hombres jóvenes.4
Pero no está claro si la asociación en Dinamarca es causal o no. Podría ser que las personas con esquizofrenia estén buscando cannabis para automedicarse. Existen cuestiones similares a la hora de aclarar las conexiones entre el cannabis y la depresión y la ansiedad, pero las asociaciones existen.
En un estudio de casi 70.000 adolescentes en los Estados Unidos, se descubrió que alrededor de 1 de cada 40 era adicto al cannabis. Otro 1 de cada 10 consumía cannabis pero no era adicto. Incluso en este grupo, los jóvenes tenían el doble de probabilidades de experimentar ataques de depresión junto con otros resultados negativos, como faltar a la escuela, tener calificaciones más bajas que los no consumidores y ser arrestados5
Algunos investigadores están trabajando para establecer posibles mecanismos por los cuales el cannabis puede afectar la salud mental, y otros están encontrando conexiones a través de encuestas y registros médicos. Muchos esperan que se obtengan resultados más concluyentes de estudios a largo plazo como el ABCD. Los estudios que analizan únicamente las conexiones en un único momento son limitados.
¿Qué está pasando en el cerebro?
El cannabis actúa imitando los neurotransmisores cannabinoides naturales del cuerpo, que pueden activar varios receptores en el cerebro, porque los productos de THC de alta potencia estimulan los receptores mucho más de lo que lo harían las actividades cotidianas.
En los adolescentes, una de las principales preocupaciones es la capacidad del THC para unirse fácilmente a un receptor, llamado CB1. Estos receptores se encuentran en todo el cerebro, pero son particularmente comunes en áreas asociadas con la recompensa y el funcionamiento ejecutivo, que incluye la memoria y la toma de decisiones. CB1 es más abundante en el cerebro de los adolescentes que en el de los adultos.
Los investigadores están tratando de ver cómo el uso prolongado de cannabis, especialmente productos con altas concentraciones de THC, puede afectar la salud mental o la función cognitiva.
Los científicos analizaron el efecto del consumo de cannabis en la edad adulta en un grupo de alrededor de 1.000 personas nacidas entre 1972 y 1973. Descubrieron que aquellos que consumían cannabis de forma consistente obtenían puntuaciones más bajas, en promedio, en las pruebas de coeficiente intelectual que aquellos que consumían cannabis con menor frecuencia o nada en absoluto. Y este efecto fue más pronunciado en las personas que comenzaron a consumir cannabis en la adolescencia6.
Los resultandos apuntan a que el consumo poco frecuente de cannabis en la adolescencia no provoca un deterioro cognitivo significativo, pero los científicos opinan que es suficiente para instar a tener precaución sobre su uso. El principal problema es que las personas que empiezan a consumir durante la adolescencia corren un mayor riesgo de consumirlo a largo plazo.
Una crítica a algunos estudios es que no tienen en cuenta otros factores que afectan la función cognitiva, como la genética y el estatus socioeconómico7
Todas estas críticas se tuvieron en cuenta al diseñar el estudio ABCD. Al reclutar a 10.000 niños de diversos orígenes, es probable que el estudio incluya un grupo suficientemente grande y diverso de consumidores frecuentes de cannabis. Durante el transcurso del estudio, los investigadores tomarán imágenes del cerebro de los participantes, rastrearán los puntajes de las pruebas académicas y medirán la función cognitiva, mientras los entrevistan sobre su contacto con las drogas. Muchos piensan que podrá ofrecer una imagen tan precisa de los efectos del cannabis como un estudio.
Y su momento también debería ayudar a los investigadores a comprender el efecto a largo plazo de los productos de THC de alta potencia, porque es probable que muchos de los participantes terminen probándolos. Los esfuerzos por estudiar este tipo de productos en Estados Unidos se han visto obstaculizados por el hecho de que el cannabis sigue siendo ilegal a nivel federal. Las instituciones de investigación financiadas con fondos públicos sólo pueden acceder a una variedad de cannabis, y es notoriamente más débil que los productos que se venden en los dispensarios o en la calle.
Algunos investigadores han creado soluciones para estudiar el cannabis en las calles convirtiendo varias camionetas en laboratorios móviles, a los que llaman canna-vans, para permitirles analizar la sangre de los consumidores de cannabis antes y después de consumir la droga. Los investigadores han comenzado a ampliar su trabajo a los adolescentes.
Los científicos esperan determinar qué cantidad de cannabis es demasiado y qué contribuye al riesgo de desarrollar un trastorno por consumo de cannabis. Esto puede diferir de persona a persona y podría involucrar la genética e incluso la estructura del cerebro.
Referencias
1. Hoots, B. E. et al. Morb. Mortal. Wkly Rep. Suppl. 72, 84–92 (2023). Artículo
2. Wootten, J. C. et al. Int. J. Soc. Psychiatry https://doi.org/10.1177/00207640231206053 (2023). Artículo
3. Rivera-Aguirre, A. et al. Addiction 117, 2866–2877 (2022). Artículo
4. Hjorthøj, C. et al. Psychol. Med. https://doi.org/10.1017/S0033291723000880 (2023). Artículo
5. Sultan, R. S., Zhang, A. W., Olfson, M., Kwizera, M. H. & Levin, F. R. JAMA Netw. Open. 6, e2311294 (2023). Artículo
6. Meier, M. H. et al. Proc. Natl Acad. Sci. USA 109, E2657–E2664 (2012). Artículo
7. Rogeberg, O. Proc. Natl Acad. Sci. USA 110, 4251–4254 (2013). Artículo
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