La crisis climática es el resultado de una crisis de valores
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| JUAN CARLOS MUÑOZ/ SHUTTERSTOCK |
Muchos ecosistemas y especies están amenazados por las acciones humanas. Para lograr un futuro sostenible, es necesario reconocer la diversidad de valores de la naturaleza e incorporarlos a las decisiones políticas.
04 febrero 2024.- Las primeras evidencias científicas sobre la importancia clave de los servicios ecosistémicos para el bienestar de la humanidad se publicaron hace ya un cuarto de siglo, pero aun así, la naturaleza sigue siendo infravalorada en la toma de decisiones. Se trata de un error garrafal sustentado en una crisis de valores de la que se derivan nuestros problemas más acuciantes: pérdida de biodiversidad, cambio climático, pandemias, injusticias socioambientales…
La conservación de la naturaleza y su biodiversidad debe priorizarse frente al enfoque mercantilista.
Así lo destaca un estudio internacional liderado por Unai Pascual, profesor e investigador del Centro Vasco para el Cambio Climático (BC3) y de Ikerbasque, la Fundación Vasca para la Ciencia.
Pascual fue uno de los impulsores del informe de 2022 de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), suscrito por los 139 Estados miembros de este organismo de la ONU, en el que, tras revisar más de 50.000 publicaciones científicas, documentos políticos y fuentes de conocimiento indígena y local, ya se apuntaba esta idea central:
«la mayor parte de las políticas medioambientales y de desarrollo siguen dando prioridad a valores relacionados con el mercado, e ignoran otras formas en que las personas se relacionan con la naturaleza y se benefician de ella».
Para dar la vuelta a este enfoque tan mercantil y redefinir nuestra relación con el medio natural, es necesario integrar todos aquellos valores que hemos dejado fuera de la ecuación. Es decir, reconocer la diversidad de valores de la naturaleza, incorporarlos a las decisiones políticas, reformar los programas de Gobierno y los marcos institucionales y transformar las normas sociales en otras que respalden la sostenibilidad.
«Aunque la gente en todo el mundo valora la naturaleza de formas diferentes y profundas que van más allá del uso económico de los recursos naturales, eso no se refleja en la toma de decisiones de los Gobiernos», afirma Pascual.
No en vano, tantísimos ecosistemas y especies están amenazados por las acciones humanas. También en nuestro país, donde solo el 9% de los hábitats declarados de interés, los más valiosos de España, presentan un buen estado de conservación, según cuenta Diana Colomina, al frente del programa de bosques de WWF España.
«La degradación es patente en todos los ecosistemas y en todas las regiones biogeográficas de la península y de las islas. Los hábitats más perjudicados son los bosques y las turberas, seguidos de los ecosistemas costeros –advierte–. Ya no es posible asegurar un futuro sostenible para nuestra biodiversidad exclusivamente mediante la conservación selectiva de zonas prioritarias. Además de incrementar los esfuerzos de protección y conservación y de cambiar nuestra forma de producir y consumir energía y alimentos, necesitamos restaurar hábitats y procesos ecológicos».
En fin, interiorizar aquello que dijo en su día el poeta Gary Snyder: «la naturaleza no es un sitio al que vayas de visita. Es el hogar».
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