Cómo los volcanes dieron forma a nuestro planeta y por qué debemos estar preparados para la próxima gran erupción
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| La lava brota de un volcán en Islandia, parte de una serie de erupciones que comenzaron el año pasado. Fuente: Anton Brink/Anadolu vía Getty |
El mundo debería aprender de los desastres pasados y prepararse para los efectos de las inevitables catástrofes volcánicas futuras, nos enseña un libro de amplio alcance.
Adventures in Volcanoland: What Volcanoes Tell Us About the World and Ourselves Tamsin Mather Abacus (2024)
23 abril 2024.- A diferencia de Alicia en Alicia en el país de las maravillas , los vulcanólogos no pueden caer en una profunda madriguera de conejo para descubrir qué sucede en las entrañas de la Tierra. En cambio, recorren la superficie y examinan la química de los gases emitidos, la lava y las rocas expulsadas durante las erupciones. Sólo combinando muchas pistas los investigadores podrán aprender dónde y cómo se forma la roca fundida (magma), cómo asciende desde el manto debajo de la corteza terrestre y qué desencadena las erupciones volcánicas.
En Adventures in Volcanoland , la vulcanóloga Tamsin Mather lleva a los lectores en un viaje a algunos de los volcanes más notorios y activos del mundo, desde el Monte Vesubio en Italia hasta Masaya en Nicaragua. Su elocuente y encantador libro, rico en analogías y anécdotas, entrelaza historias geológicas, históricas y personales para explicar cómo funcionan los volcanes, cómo han dado forma a nuestro planeta y cómo han sido entendidos a lo largo de la historia.
El poder cautivador de los volcanes claramente fascina a Mather, al igual que a mí. Y los volcanes hacen que los vulcanólogos trabajen duro para descubrir sus secretos. Mather explica cómo los investigadores, equipados con el equivalente geoquímico de un estetoscopio, escuchan los latidos de los volcanes. Los científicos también pueden capturar el "aliento" de los volcanes: gases tóxicos que a menudo envuelven a Mather mientras trabaja y que corroen su ropa. Mather describe cómo navegó a través de la espesa jungla de Guatemala para recolectar muestras de lava mientras las explosiones volcánicas arrojaban columnas de ceniza al cielo. Las reparaciones de los equipos rotos tuvieron que improvisarse utilizando cinta adhesiva y superpegamento. Mather recurrió una vez a una piscina infantil invertida para recoger los gases que burbujeaban dentro de la caldera del volcán Santorini en Grecia . El esfuerzo vale la pena, explica Mather, para ayudar a los vulcanólogos a responder grandes preguntas, como cómo las erupciones alteran el clima y nuestro medio ambiente, y cómo afectan la vida en la Tierra.
Los vulcanólogos deben explotar una amplia gama de conocimientos, desde cambios a escala planetaria en el ciclo del carbono de la Tierra hasta el análisis de gases atrapados en perlas microscópicas de vidrio. Deben situar las erupciones en un contexto geológico, en escalas de tiempo desde la formación de la Tierra hace más de cuatro mil millones de años hasta la rápida desintegración radiactiva de los gases emitidos por el magma (como el radón-222, con una vida media de poco menos de cuatro días).
Cada roca cuenta una historia
Mather describe las experiencias humanas con las erupciones volcánicas, incluido el tiempo que pasó contemplando lagos agitados de roca fundida, un mar de fuego “turbulento, rojo e inquieto”. Se encontró con los volcanes y sus peligros por primera vez cuando era niña, cuando visitó el Vesubio y las antiguas ciudades romanas de Pompeya y Herculano. En EL AÑO 79 d.C., varias nubes abrasadoras (350-550 ºC) de ceniza, piedra pómez y gases que se movían rápidamente descendieron por las laderas del Vesubio, con consecuencias devastadoras para la gente que se encontraba debajo, incluidos cientos de personas que se habían refugiado en el paseo marítimo de Herculano esperando huir en barco.
Hoy en día, los turistas que se encuentran en la costa excavada antes de la erupción se encuentran con una intimidante pared de depósitos volcánicos. Después de la erupción, la superficie terrestre ganó hasta 20 metros de elevación y la costa se desplazó un kilómetro hacia el mar. Y todo esto ocurrió en un abrir y cerrar de ojos geológico.
Mirando hacia abajo desde el borde del cráter del Monte Vesubio hacia la expansión urbana de la zona metropolitana de Nápoles, que ahora alberga a alrededor de tres millones de personas, resulta aleccionador considerar cómo responderá la ciudad a la próxima gran erupción del volcán dormido. Es difícil saber cuándo será, pero gestionar una futura evacuación será una tarea colosal para las autoridades.
Para prepararse y planificar, es esencial comprender mejor los peligros de las regiones volcánicas. Al "leer las rocas" depositadas por los volcanes, capa tras capa a lo largo de miles o millones de años, los vulcanólogos pueden desentrañar la frecuencia, el estilo y la magnitud de las erupciones pasadas. Por ejemplo, las franjas de roca expuestas en las paredes de la caldera de Santorini revelan cómo se desarrolló la catastrófica erupción minoica del año 1600 A.C . Los estudios submarinos de rocas apuntan a otros eventos que fueron mucho más grandes de lo que se pensaba anteriormente. Las consecuencias de otra gran erupción en el Mediterráneo oriental serían graves.
El volcán Hunga Tonga-Hunga Ha'apai en el Pacífico Sur. Fuente: Maxar vía Getty
Las rocas volcánicas y sedimentarias, junto con las señales del sulfato depositado en los núcleos de hielo, contienen pistas sobre cómo las erupciones han alterado las condiciones en todo nuestro planeta. Los impactos pueden ser temporales o permanentes. Las columnas de dióxido de azufre pueden desencadenar breves períodos de enfriamiento global llamados inviernos volcánicos, como el que siguió a la erupción de Tambora en Indonesia en 1815.
Los largos derrames de lava pueden formar grandes provincias ígneas: enormes acumulaciones de rocas volcánicas, como las trampas siberianas. En el pasado, estos acontecimientos podrían haber provocado cambios significativos en las condiciones planetarias que afectaron el curso de la vida en la Tierra. Como señala Mather, cuatro de las cinco mayores extinciones masivas se superpusieron aproximadamente en el tiempo con actividad volcánica que formó grandes provincias ígneas, que habrían bombeado enormes cantidades de dióxido de carbono a lo largo de millones de años.
Plan para grandes erupciones
Todo esto plantea la cuestión de hasta qué punto estamos preparados para la próxima erupción volcánica a gran escala. No mucho, diría yo. Los seres humanos tenemos poca memoria: la pandemia de COVID-19 nos demostró que, sólo 100 años después de la grave pandemia de gripe que comenzó en 1918, todavía no estábamos preparados.
El seguimiento de los volcanes ha avanzado enormemente, con el apoyo de satélites en el espacio , pero aún puede tomarnos desprevenidos. Por ejemplo, la poderosa erupción de Hunga Tonga-Hunga Ha'apai en Tonga en 2022 fue inesperada y tuvo ramificaciones globales. Una onda expansiva y tsunamis alcanzaron las costas de América del Norte y del Sur, provocando un derrame de petróleo y dos ahogamientos en Perú. Se emitieron advertencias de tsunami y órdenes de evacuación en Japón y playas en Australia. El vapor de agua lanzado a la estratosfera por la explosión podría aumentar temporalmente las temperaturas globales.
El crecimiento demográfico, la dependencia tecnológica y la mayor complejidad de los sistemas globales han puesto al mundo en riesgo catastrófico de erupciones volcánicas. Hoy en día, más de 800 millones de personas en más de 85 países viven a menos de 100 kilómetros de un volcán activo. Una erupción cerca de áreas densamente pobladas tendría impactos inmediatos desastrosos. Los flujos piroclásticos (mezclas de gas caliente, cenizas y fragmentos de roca que se mueven rápidamente) podrían arrasar con ciudades enteras.
Las caídas de ceniza de metros de espesor devastarían los cultivos y abrumarían las líneas eléctricas, las instalaciones de tratamiento de agua, los sistemas de ventilación y calefacción, la maquinaria y más. Más lejos, los vuelos podrían suspenderse, las redes eléctricas y los cables submarinos podrían resultar dañados y la seguridad alimentaria y las cadenas de suministro podrían verse afectadas, lo que extendería las pérdidas económicas.
Sin tener en cuenta las fronteras internacionales, los impactos de gran alcance de las grandes erupciones requerirían una respuesta nacional e internacional rápida y coordinada. Sin embargo, falta preparación global para los impactos de las erupciones volcánicas. No existe ningún tratado internacional de las Naciones Unidas sobre "vulcanología operativa" (monitoreo sistemático de los volcanes y evaluación de riesgos).
No existe una coordinación global para emitir advertencias de peligro volcánico transfronterizo que aborden toda la gama de amenazas: flujo piroclástico, caída de tefra (depósitos de fragmentos de roca levantados), flujo de lava, lahar (flujo de lodo volcánico), gases volcánicos, rafting de piedra pómez, cenizas a la deriva, tsunami y relámpagos.
Las erupciones del tamaño de Tambora ocurren en algún lugar del mundo una o dos veces cada milenio en promedio, y cada 400 años en la región de Asia Pacífico. No es una cuestión de si, sino de cuándo.
Adventures in Volcanoland nos recuerda que todos debemos vigilar cuidadosamente los volcanes del mundo. Son más que atractivos hitos naturales. Son poderosos impulsores de procesos en nuestro planeta que es crucial comprender. Los entusiastas de los volcanes, aquellos interesados en la historia de esta ciencia aventurera y aquellos que cuestionan nuestro lugar en el mundo encontrarán mucho para disfrutar en este absorbente libro.
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