Los cultivos genéticamente modificados no son una solución al cambio climático, a pesar de lo que dice la industria biotecnológica
El Consejo de la UE ha rechazado un compromiso sobre la reforma de la regulación de cultivos genéticamente modificados. Ruslan Khismatov/Shutterstock |
La Comisión Europea lanzó una propuesta en julio de 2023 para desregular un gran número de plantas fabricadas utilizando nuevas técnicas genéticas.
15 diciembre 2023.- A pesar de los extraordinarios intentos de la presidencia española de forzar un avance, los miembros de la UE aún no han llegado a un consenso sobre este plan. Pero si se aprobara la propuesta, estas plantas recibirían el mismo trato que las plantas convencionales, eliminando la necesidad de pruebas de seguridad y el etiquetado de productos alimenticios genéticamente modificados.
El público europeo se ha negado a aceptar ciegamente alimentos genéticamente modificados desde el momento en que se desarrolló la tecnología, en gran parte debido a preocupaciones sobre el control corporativo, la salud y el medio ambiente.
Las empresas de biotecnología han estado tratando de vender cultivos genéticamente modificados a los europeos durante décadas. Pero la mayoría de los ciudadanos europeos siguen convencidos de que los cultivos elaborados con técnicas genéticas tanto antiguas como nuevas deben probarse y etiquetarse.
Entonces, ¿de dónde viene esta propuesta? Las empresas de biotecnología parecen haber logrado convencer a la Comisión Europea de que necesitamos nuevos cultivos genéticamente modificados para hacer frente al cambio climático. Argumentan que al mejorar la resistencia de los cultivos a la sequía o mejorar su capacidad para capturar carbono, el cambio climático tal vez ya no parezca un desafío tan abrumador.
Si esto parece demasiado bueno para ser verdad, desafortunadamente lo es. Las empresas de biotecnología han aprovechado las crecientes preocupaciones sobre el cambio climático para influir en la Comisión Europea con una campaña de lobby.
Objetivos climáticos como estrategia de relaciones públicas
En 2018, el Tribunal Europeo dictó que las plantas creadas con nuevas técnicas genéticas deben regularse como cualquier otro organismo genéticamente modificado. Desde entonces, las empresas de biotecnología y sus aliados dentro de los centros de investigación de biotecnología se han propuesto convencer a la Comisión Europea de la necesidad de una legislación completamente nueva.
El primer paso fue cambiar el nombre de las técnicas que utilizan, con el objetivo de distanciarse de la mala reputación de la modificación genética. Las empresas de biotecnología comenzaron a utilizar términos más inocentes como edición de genes y reproducción de precisión.
Luego argumentaron que sus procesos no son realmente diferentes de lo que sucede en la naturaleza, retratándolos como una versión avanzada de los procesos naturales. Las empresas de biotecnología necesitan este argumento para eliminar el requisito de etiquetado, que sirve como barrera para vender sus productos en un clima de desaprobación pública.
En un tercer paso, aprovecharon la urgencia de la crisis climática para argumentar que no podemos permitirnos pruebas de seguridad que requieren mucho tiempo. Sostuvieron que tales pruebas obstaculizarían la innovación en un período de aceleración del cambio climático.
Hay varios defectos en este enfoque. Los términos "edición genética" o "mejoramiento de precisión" pueden parecer más tranquilizadores, pero sostenemos que son esencialmente términos de marketing y no dicen nada sobre la precisión de las técnicas utilizadas o sus efectos potencialmente negativos.
Estudios han demostrado que las nuevas técnicas genéticas pueden alterar los rasgos de una especie “hasta un punto que sería imposible, o al menos muy improbable, utilizando la cría convencional”. También pueden provocar cambios no deseados sustanciales en el material genético de las plantas.
Pero, quizás lo más importante es que las plantas genéticamente modificadas no son la solución a la crisis climática. Son una solución falsa que parte de una pregunta equivocada.
Nuestro modelo agrícola actual se centra en el cultivo a gran escala de variedades de un solo cultivo. Fotokostic/ShutterstockPromesas falsas
Es bien sabido que nuestro modelo agrícola actual contribuye significativamente al cambio climático. El desarrollo de cultivos genéticamente modificados está siendo dirigido en gran medida por los mismos gigantes agroquímicos que establecieron y controlan esta forma de agricultura.
Empresas como Corteva y Bayer (que adquirió la empresa agroquímica estadounidense Monsanto en 2018) están liderando la carrera para obtener patentes sobre nuevas técnicas genéticas y sus productos.
Los ejemplos típicos incluyen patentes para soja con mayor contenido de proteínas, maíz ceroso o arroz tolerante a herbicidas. Estos cultivos están diseñados para un modelo agrícola centrado en el cultivo a gran escala de variedades monocultivos destinadas al mercado global.
Este modelo agrícola depende de cantidades asombrosas de combustible para su distribución y coloca a los agricultores en un estado de dependencia de maquinaria pesada e insumos agrícolas (como fertilizantes y pesticidas artificiales) derivados de combustibles fósiles.
Las investigaciones han descubierto que la agricultura de esta manera causa agotamiento del suelo y pérdida de biodiversidad a plagas y enfermedades, lo que requiere el desarrollo de pesticidas y herbicidas diferentes y potencialmente más tóxicos y vulnerables.
Aunque las empresas de biotecnología están jugando la carta del clima, sólo una pequeña proporción de los cultivos genéticamente modificados que se están desarrollando abordan preocupaciones relacionadas con el clima. De hecho, las credenciales climáticas de muchos de estos cultivos son cuestionables. Modificaciones como una mayor vida útil o una mejor capacidad de soportar el transporte tienen como único objetivo suavizar el funcionamiento de nuestro insostenible sistema alimentario.
En lugar de fortalecer nuestro modelo agrícola insostenible, la atención debería centrarse en restaurar lo que la agricultura industrial ha destruido: los medios de vida de los agricultores, la biodiversidad y la salud del suelo. Sólo entonces los agricultores podrán cultivar climas locales que almacenen carbono de forma natural y proporcionen condiciones óptimas para la producción de alimentos sin ejercer tanta presión sobre el medio ambiente.
Pagando el precio
Las empresas de biotecnología abogan por una política de no realizar pruebas, ya que argumentan que los nuevos cultivos genéticamente modificados serían seguros. Pero hay un problema. La legislación propuesta por la Comisión Europea elimina la posibilidad de descubrir si estas afirmaciones son correctas.
Los problemas de salud y ambientales son a menudo el resultado de causas complejas, que interactúan y en gran medida invisibles. Como el rastreo y el etiquetado no serán obligatorios, será muy difícil rastrear los resultados adversos hasta sus causas.
En última instancia, las personas y el planeta pagarán el precio cuando los cultivos genéticamente modificados no probados penetren en nuestro entorno y en la cadena alimentaria.
Fuente: The Conversation
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