castillo de Torremocha, Santorcaz, Comunidad de Madrid
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| Murallas del castillo de Torremocha en Santorcaz. Comunidad de Madrid. |
Las obras de rehabilitación ponen en valor el recinto amurallado y la Iglesia de San Torcuato, devolviendo el esplendor a la histórica prisión del Cardenal Cisneros y la Princesa de Éboli.
30 noviembre 2025.- El Ayuntamiento de Santorcaz ha anunciado la finalización de una nueva e importante fase en el proyecto de restauración y consolidación del Castillo de Torremocha. Esta intervención, fundamental para la preservación del patrimonio histórico de la Comunidad de Madrid, ha tenido como objetivo principal frenar el deterioro de los lienzos de la muralla, asegurar la estabilidad de las torres defensivas y mejorar la accesibilidad del entorno para potenciar su atractivo turístico y cultural.
Los trabajos, detallados en el informe técnico, se han centrado en la limpieza y consolidación de la mampostería original, la recuperación de volúmenes perdidos en las zonas más castigadas por la erosión y la adecuación del perímetro. Con esta actuación, Santorcaz no solo protege su monumento más emblemático, sino que refuerza su oferta como destino clave dentro de las rutas de turismo histórico de la región.
Esta fase persigue conservar las características tipológicas, volumétricas y morfológicas originales del inmueble, actuando sobre cuatro segmentos de muralla y los restos de un torreón circular dentro del proyecto global de recuperación del conjunto, cuyas obras avanzan de manera progresiva y tienen prevista su finalización en 2026.
El Gobierno regional ha destinado más de un millón de euros a esta fortaleza desde 2018 hasta la actualidad. Hasta 2023, las intervenciones han consistido en los trabajos de consolidación y rehabilitación del Torreón del Olivo, el del Cubillo, el de Palacio y los lienzos 1, 2, 3 y 4 de muralla situados entre estas estructuras y la Torre Albarrana, además de la adecuación del entorno.
Un enclave de historia y leyenda: El Castillo y la Iglesia
La importancia de esta restauración radica en la singularidad del conjunto arquitectónico, un raro ejemplo de fortificación que alberga en su interior un templo religioso, entrelazando la vida militar y espiritual a lo largo de los siglos.
El Castillo de Torremocha: fortaleza y prisión de Estado. Construido fundamentalmente durante el siglo XIV, aunque sus orígenes se remontan al siglo XII, el Castillo de Torremocha no fue diseñado como un alcázar residencial, sino como una estructura defensiva adaptada a la orografía del terreno. Vinculado a los Arzobispos de Toledo, especialmente al arzobispo Pedro Tenorio, el castillo se caracteriza por su planta irregular y sus torres de planta ovoide y pentagonal, diseñadas para repeler ataques de flanco.
Sin embargo, su fama histórica no proviene de grandes batallas, sino de su función como prisión para personajes ilustres de la historia de España. Sus gruesos muros custodiaron al Cardenal Cisneros antes de convertirse en una de las figuras más poderosas del reino, y a la enigmática Ana de Mendoza, Princesa de Éboli, quien sufrió encierro en estas dependencias en el siglo XVI por orden de Felipe II. También pasó por sus celdas Juan de Luna, en una época donde Santorcaz era sinónimo de seguridad y aislamiento.
La Iglesia de San Torcuato: El tesoro interior. En el corazón del patio de armas se alza la Iglesia de San Torcuato, declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Monumento, un templo que preexiste a la configuración actual del castillo. Su construcción original data del siglo XIII y destaca por su cabecera de estilo mudéjar, una joya arquitectónica de ladrillo y mampostería típica de la zona.
A lo largo de los siglos, la iglesia sufrió diversas transformaciones, siendo la más notable la reforma del siglo XVII dirigida por el aparejador Juan de Ballesteros. La iglesia no solo servía al culto, sino que actuaba como núcleo de la vida social dentro de la fortificación. Hoy en día, la iglesia y el castillo forman un todo indivisible que explica la evolución de Santorcaz, desde su pasado como oppidum carpetano hasta su rol en la administración eclesiástica medieval.


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