La sexta cumbre UA-UE en Bruselas en Bruselas, Bélgica. Foto: Unión Europea Los líderes africanos y europeos se han reunido en Bruselas a ...
 |
| La sexta cumbre UA-UE en Bruselas en Bruselas, Bélgica. Foto: Unión Europea |
Los líderes africanos y europeos se han reunido en Bruselas a finales de la pasada semana, en la sexta cumbre Unión Africana-Unión Europea. Esta es la primera cumbre de líderes africanos y europeos desde el estallido de la pandemia de COVID-19 y la reunión posterior a la 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Glasgow. Hay mucho en juego y es fundamental para el futuro de África que todo el mundo preste atención a lo que se dice o no se dice en Bruselas.
Si adaptarse al cambio climático es el desafío que enfrenta nuestra generación, entonces COVID-19 cambió el campo de juego e hizo ese trabajo exponencialmente más difícil en África.
Los gobiernos africanos se enfrentaron a presiones fiscales extremas antes de la pandemia. Luego, el efecto combinado de la pandemia y los confinamientos empujó a los gobiernos de todo el continente a elegir entre pagar su deuda soberana pendiente o proporcionar servicios sociales y de salud que sus poblaciones necesitaban desesperadamente.
Mientras que los gobiernos del norte pudieron inyectar billones de dólares en sus economías para capear las conmociones, África no tuvo esa opción. En cambio, los gobiernos africanos se vieron obligados a pedir prestado aún más para financiar las medidas de emergencia necesarias, lo que exacerbó una crisis de deuda soberana que ya estaba en el punto de inflexión a principios de 2020.
Además, el COVID-19 afecta la seguridad alimentaria en África de una manera que sería inimaginable hoy en día en Europa. El Programa Mundial de Alimentos estima que solo aquí en África occidental hay ahora más de 25 millones de personas que no pueden satisfacer sus necesidades alimentarias básicas, un aumento del 34 % en comparación con 2020.
El progreso hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se revirtió en gran medida, y al menos 40 millones de personas más en África se vieron empujadas a la pobreza extrema desde que comenzó la crisis. África y Europa tienen dos conjuntos completamente diferentes de prioridades políticas al contemplar el mundo posterior a la pandemia. Para Europa, es “reconstruir mejor”, mientras que para África es cada vez más una cuestión de vida o muerte para garantizar que miles de personas más no mueran.
Una cosa debe quedar muy clara para los líderes de la Unión Europea: en África, la pandemia está lejos de terminar. Según la Organización Mundial de la Salud, solo el 11% de la población africana está completamente vacunada. Si bien Europa está bien encaminada para ofrecer múltiples vacunas de refuerzo a sus ciudadanos, los países del continente africano luchan por recibir la primera vacuna en el brazo de todos.
Esta cumbre UA-UE es una oportunidad única para volver a comprometerse con la necesidad de soluciones multilaterales para los problemas de África. África no puede capear la peor parte de esta tormenta por sí sola. Los problemas de hoy exigen una visión capaz de tener en cuenta todos los aspectos de la crisis global.
Ya hay varias formas concretas en las que puede tomar forma la reafirmación de los enfoques multilaterales para la recuperación de África. Una es que los países europeos intensifiquen su ambición de reencauzar sus derechos especiales de giro hacia los países africanos para hacer frente a la crisis fiscal inmediata.
En agosto de 2021, el Fondo Monetario Internacional (FMI) realizó una asignación general a los estados miembros equivalente a $650 mil millones. Sin embargo, la gran mayoría de la asignación fue a parar a las arcas de los países desarrollados más ricos que no tienen la misma necesidad de ellos que África. El G-20 pidió $ 100 mil millones para ser recanalizados a países de bajos y medianos ingresos. Hasta la fecha, solo se han prometido $ 45 mil millones de dólares.
Los líderes de la UA y la UE deberían ser lo suficientemente audaces como para poner no solo la recanalización de la asignación de agosto de 2021 en la parte superior de su agenda, sino también para presionar al FMI para que haga una asignación adicional. Asimismo, debe fomentarse el debate sobre el Fideicomiso de Resiliencia y Sostenibilidad propuesto como un medio para utilizar los DEG para ayudar a los países de ingresos bajos y medianos a sobrellevar futuros impactos, incluidos los provocados por el cambio climático.
COMENTARIOS