05 diciembre 2022.- Este es un momento crucial para Europa. La crisis energética mundial amenaza con asestar un duro golpe a grandes sect...
05 diciembre 2022.- Este es un momento crucial para Europa. La crisis energética mundial amenaza con asestar un duro golpe a grandes sectores de su industria y socavar gravemente su capacidad para competir en el escenario mundial. Al mismo tiempo, la región tiene que lidiar con las implicaciones de los importantes pasos que otras economías líderes están tomando en sus propias políticas industriales.
La Ley de Reducción de la Inflación (IRA) en los EE.UU. cambia las reglas del juego, ya que canaliza cientos de miles de millones de dólares para construir las industrias de energía y manufactura del futuro. Sin embargo, EE.UU. no está solo en la búsqueda de esfuerzos tan gigantescos. China ha estado a la vanguardia en el desarrollo de la fabricación nacional de tecnologías de energía limpia, mientras que países como Japón, Corea e India también están impulsando una mayor inversión y apoyo en esa dirección.
Esto requiere que la UE reevalúe su propia estrategia industrial con el objetivo de posicionar la economía de la región para un nuevo crecimiento en las próximas décadas. El paquete Fit for 55 de la UE y el plan REPowerEU han marcado el camino para la transición general de energía limpia del bloque. Pero la magnitud de las acciones que se están tomando en otros lugares y las inmensas consecuencias de la crisis energética en Europa exigen una nueva y audaz estrategia industrial de la UE.
Los precios del gas natural, que se han disparado como resultado de la invasión rusa de Ucrania, están en el centro de la crisis actual y su amenaza para la industria europea. Los sectores más intensivos en energía ya están sufriendo, con un número creciente de empresas que detienen e incluso cierran permanentemente sus operaciones. Las principales industrias europeas que consumen gas, incluidas las de productos químicos, procesamiento de alimentos, acero y papel, generan un valor económico de más de 600.000 millones de dólares al año y emplean a casi 8 millones de trabajadores.
Esas áreas pueden ser las de mayor riesgo, pero son solo la punta del iceberg. La exposición a los altos costes de la energía plantea desafíos más amplios a la competitividad del sector industrial europeo. Hasta ahora, parece haberse adaptado bien durante este año tumultuoso, gracias en parte a la acción de emergencia de los gobiernos. Pero necesita un plan maestro para el futuro que vaya más allá del modo de supervivencia.
La verdad incómoda es que, durante décadas, el modelo de negocio de muchas industrias europeas se basó en la disponibilidad de suministros abundantes y baratos de energía rusa. Ese modelo de negocios se hizo añicos cuando Rusia invadió Ucrania. Y no va a volver.
Los altos precios de la energía tampoco son solo un fenómeno temporal. Europa ahora enfrenta precios de importación de combustible estructuralmente más altos en ausencia del gas ruso. Esta es una señal clara de que la región necesita encontrar nuevas fuentes de ventaja competitiva o arriesgarse a la desindustrialización.
Un área donde puede encontrar una ventaja es en la próxima generación de producción industrial. Cada vez se presta más atención al potencial de la fabricación con bajas emisiones, cuya importancia aumentará a medida que los países intensifiquen sus esfuerzos para alcanzar sus objetivos climáticos y se expanda la nueva economía energética. Esto significa una mayor demanda de tecnologías de energía limpia, como vehículos eléctricos, paneles solares y turbinas eólicas, y de materiales clave como acero, aluminio y cemento que se pueden producir con emisiones sustancialmente más bajas que las actuales.
En el sector de la electricidad, la energía solar y eólica ya son las opciones más baratas, lo que proporciona fuertes incentivos económicos que ayudan a impulsar su despliegue. Pero la situación es diferente en otros sectores de la economía, como el transporte de larga distancia y la industria pesada, donde se necesita más trabajo para mejorar la competitividad de las opciones bajas en emisiones.
Con la energía eólica marina, Europa ha demostrado que puede ser un líder mundial en tecnologías limpias. Ahora necesita volverse mucho más fuerte en áreas como baterías, vehículos eléctricos, electrolizadores para hidrógeno, bombas de calor y más. Y enfrenta fuertes desafíos competitivos, con China, EE.UU., Japón y muchos otros que buscan liderar la próxima generación de tecnologías industriales y de fabricación limpias.
Europa tiene sus propias fortalezas: su gran mercado interno, mano de obra calificada, amplia red de instituciones de investigación y centros de experiencia, y una larga historia de producción de productos manufacturados de mayor valor agregado. Pero estos deben estar aliados con un fuerte impulso en forma de una nueva política industrial de la Comisión Europea y los estados miembros de la UE.
Está claro que la UE no va a volver a donde estaba antes de la actual crisis energética. Necesita tener una visión clara sobre esta situación y ser audaz en las acciones que toma si quiere seguir siendo una potencia industrial global.
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