personajes, Jorge Juan
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Jorge Juan fue una de las mentes más brillantes de la España de la Ilustración. Museo Naval de Madrid. Foto: Oronoz / Album |
Al término de la guerra de Sucesión española (1702-1714), se estableció un nuevo sistema de relaciones internacionales en Europa. Si en el siglo anterior, primero España y luego Francia habían pretendido ejercer un dominio absoluto sobre el continente, el tratado de Utrecht creó un sistema de equilibrio basado en el «balanceo» de las potencias para impedir, mediante alianzas, la hegemonía de una de ellas.
Una consecuencia de este nuevo orden fue el desarrollo de la diplomacia como medio permanente de resolución de conflictos, en lugar de las guerras abiertas, aunque éstas tampoco faltaron. Otra consecuencia, ligada a la anterior, fue la extensión de la práctica del espionaje. La información era oro, y los gobiernos recurrieron a todos los medios a su alcance para descubrir secretos de Estado, conocer las capacidades de los Estados rivales y defenderse de quienes iban a espiarlos.
En este nuevo escenario, Jorge Juan atesoró las más preciadas virtudes de su época. El brillante oficial de la Armada y magnífico científico Jorge Juan de Santacilia (1713-1773), fue además insigne viajero, geógrafo, astrónomo, ingeniero y diplomático. Una de las mentes más brillantes de la Ilustración.
En el siglo XVIII, un pequeño grupo de intelectuales, científicos y navegantes, preocupados por los males que aquejaban al país, decidió secundar los esfuerzos de la Corona para modernizar España, pero los problemas que tuvieron que superar estos primeros ilustrados hizo que la mayor parte de ellos no tuviese más remedio que formarse en las prestigiosas escuelas del Viejo Continente.
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Una estatua de Jorge Juan preside la Plaza Vieja de Novelda./vinalopost |
Jorge Juan nació el 5 de enero de 1713 en la hacienda de El Fondonet, situada en la localidad alicantina de Novelda, siendo el mayor de los tres hijos que tuvieron Bernardo Juan Canicia y Violeta Santacilia Soler, pero por causas del destino fue bautizado en la pequeña iglesia de Nuestra Señora de las Nieves en Monforte del Cid. En El Fondonet todavía se conservan muchos elementos de la época de lo que fue una casa solariega que se abastecía de las numerosas tierras que explotaba.
Con tan solo tres años de edad tuvo que afrontar la primera de las pruebas que el destino le puso en su camino, cuando de forma repentina se produjo la muerte de su padre, razón por la cual se vio obligado a abandonar el hogar situado en la Plaza del Mar de Alicante, ciudad a la que volverá pocos años más tarde para estudiar en el colegio de la Compañía de Jesús, en donde “dio muestras de las sobradas actitudes que más tarde le llevarán a convertirse en uno de los científicos más prestigiosos de nuestra historia”.
Siendo apenas un niño, Jorge Juan fue enviado a Malta para ingresar en su Escuela Naval, y allí adquirió unos sólidos conocimientos matemáticos y náuticos que más tarde reforzó, a partir de 1730, después de ingresar en la Compañía de Guardias Marinas de Cádiz, ciudad convertida en la puerta de entrada de las corrientes enciclopedistas europeas, a las que Jorge Juan nunca fue ajeno.
En este contexto, un grupo de académicos franceses mostraron su interés por medir en Quito un arco de Meridiano bajo el Ecuador, para mejorar la precisión cartográfica, por lo que se organizó una expedición en la que formó parte Jorge Juan, junto al biólogo Antonio de Ulloa. Ello les permitió demostrar que la Tierra era redonda, pero distaba de ser una esfera, al estar achatada por los polos.
Dejó constancia de ello en el libro Observaciones astronómicas y físicas hechas en los reinos del Perú. Pero cuando trató de publicar la obra topó con el rechazo de la Inquisición, porque presentaba como válida la tesis heliocéntrica (el Sol como centro del universo), formulada por Copérnico, frente a la geocéntrica (la Tierra como centro) sostenida por la Iglesia.
Solo con la ayuda del marqués de la Ensenada –que entonces desempeñaba, entre otras carteras, la de la Secretaría de Guerra, Marina e Indias– y admitiendo que la formulación copernicana era solo una hipótesis pudo imprimirse la obra.
Durante varios años, los científicos españoles llevaron a cabo trabajos de corte histórico, cartográfico, botánico y minerológico, aunque tampoco se olvidaron de denunciar los múltiples desmanes y las irregularidades producidas en las colonias americanas, condenándolas sin ningún tipo de miramiento en sus informes remitidos a la Corona.
El más importante de los espías viajeros patrocinados por el marqués de la Ensenada fue Jorge Juan, considerado como el mayor espía español del siglo XVIII.
Pero la vida de Jorge Juan dio para mucho más, porque tras su regreso a España, el marqués de la Ensenada le encargó la difícil misión de planificar la modernización de la Armada española. El navegante alicantino se puso en el papel de un auténtico espía al servicio de la monarquía hispánica, marchando hacia Londres para tratar de documentar el tipo de barcos construidos en los astilleros del Támesis.
Este polifacético marino, matemático y diplomático llegó a Londres en 1749 con nombre falso e instrucciones de no frecuentar la embajada española. En pocas semanas, Jorge Juan hizo llegar a España instrumentos y libros, así como noticias de interés militar –como las relativas al primer asentamiento inglés en las islas Malvinas–, pero, sobre todo, logró los primeros contactos con ingenieros navales ingleses a los que se proponía reclutar para que trabajaran en España. En un mes ya había contratado al célebre Richard Rooth, a quien finalmente trajo al arsenal de Ferrol, y a los pocos meses, a Mullan y Bryant, entre otros.
Bajo el nombre de Mr. Joshua, Jorge Juan pasó mil y una peripecias para evitar ser capturado, sobre todo cuando los ingleses descubrieron el cargamento del navío Dorotea, un grupo de maestros y obreros que enviaba a España junto con sus instrumentos profesionales, la mayoría a las fábricas de lonas (velas) de Granada. El incidente incrementó la vigilancia policial y obligó a Juan a cambiar de alias –pasó a llamarse Mr. Sublevant, librero–, pero aún pudo continuar sus actividades hasta su precipitada fuga en abril de 1750.
El marqués de la Ensenada, partidario del acercamiento a Francia, sostenía que la rivalidad con Gran Bretaña era uno de los ejes sobre los que había de girar la política española. Para el ministro de Fernando VI, el afán de los ingleses por labrarse un imperio colonial les llevaba a poner sus ojos en las Indias. Por ello, uno de sus principales proyectos era reforzar la Armada Real y ponerla en condiciones de hacer frente a la poderosa marina británica, cuyo número de navíos de línea y fragatas de guerra multiplicaba por seis el de la flota española.
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Portada de las Observaciones Astronómicas, de Jorge Juan (1748). |
Ensenada había tejido una importante red de espías en las principales capitales europeas. Lo que el ministro requería de Jorge Juan era hacerse con uno de los secretos de Estado más importantes de la época: las técnicas utilizadas en los astilleros ingleses para construir sus navíos de línea, que, sustituidos los galeones, se habían convertido en los colosos de los mares en el siglo XVIII. Actuar como espía supuso para Jorge Juan tener que adoptar diferentes personalidades. Jorge Juan y varios guardiamarinas lograron enviar a España a más de medio centenar de expertos en las diferentes artes náuticas. Para los viajes se utilizaron distintos puertos de partida y de arribada, aunque la mayoría llegarían a España vía Portugal. Desplazarse a ese país, tradicional aliado de Gran Bretaña, despertaba menos sospechas que hacerlo a España.
Su misión fue un éxito que despertó las iras británicas, al perder un importante grupo de maestros en construcciones náuticas
La presencia de Jorge Juan en Londres se prolongó durante quince meses, hasta mayo de 1750, cuando se detectó la actividad de los espías y el duque de Bedford inició su persecución. El marino español abandonaba Londres a bordo del Santa Ana, disfrazado de marinero y oculto bajo unas lonas. El 9 de junio lograba llegar a París. Unas semanas más tarde estaba en Madrid.
Su última misión, la más novelesca, consistió en sacar de Inglaterra a las mujeres de los ingenieros que ya estaban en los astilleros españoles. Las autoridades no podían impedir que salieran de Londres, pero arrestaron a los cómplices de Juan, el padre Lynch y el comerciante Morgan, y a cuantos habían mediado en la operación. Jorge Juan logró ocultarse y, disfrazado de marinero, se embarcó en el mercante Santa Ana de Santoña, en el que logró cruzar el Canal.
Nuevamente en España, en 1752 fue nombrado Director de la Academia de Guardias Marinas de Cádiz, haciéndose cargo de la construcción de nuestros buques, hasta ser apartado de su trabajo como consecuencia del destierro de la Ensenada. Desde este momento, la estrella de Jorge Juan empezó a declinar porque poco después sufrió el acoso de la Santa Inquisición por su defensa de las ideas de Copérnico y Newton. Aún así, aún tuvo tiempo de fundar poco antes de su muerte el Real Observatorio de Madrid, y de planificar una nueva expedición para realizar el cálculo del paralaje del Sol.
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La Casa Modernista de Novelda expone documentos inéditos relacionados con el marino español. |
En 1754 se le nombró ministro de la Real Junta de Comercio y Moneda; en 1765, académico honorario de la Academia de Agricultura de Galicia; y en 1767 de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, siendo distinguido por esta última al año siguiente como académico de mérito y, finalmente, en 1770 como consiliario.
A la vista de todo ello, en noviembre de 1766 Carlos III designó a Jorge Juan embajador extraordinario ante el Sultán de Marruecos. Tras un intercambio de valiosos obsequios, esclavos y cautivos, el 28 de mayo de 1767 se firmó el primer Tratado de Paz y Comercio que la Corona española establecía con un país musulmán, por el que se obtenían importantes concesiones pesqueras, el libre comercio entre ambos países y el libre tránsito de sus súbditos.
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Real Seminario de Nobles. |
Cumplida su etapa en Marruecos, fue reclamado desde la Corte para el desempeño de más altos menesteres relacionados con la enseñanza. En mayo de 1770 Jorge Juan fue nombrado director del Real Seminario de Nobles de Madrid, permaneciendo al frente del mismo hasta su muerte.
Jorge Juan murió en Madrid el 21 de junio de 1773, pero el año 1860 sus restos fueron trasladados hasta el Panteón de los Marinos Ilustres de San Fernando. En Novelda también se puede visitar el monumento al marino situado en la Plaza Vieja, así como la Casa Modernista, que expone objetos, utensilios, cartas personales y documentos inéditos relacionados con el insigne científico.
Para saber más:
http://www.cervantesvirtual.com/portales/jorge_juan_santacilia/autor_biografia/
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