Acrópolis de Atenas. En el año 405 a.C., los espartanos ocuparon Atenas. En la imagen, el Partenón y, a la derecha, el Erecteion. Michele ...
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| Acrópolis de Atenas. En el año 405 a.C., los espartanos ocuparon Atenas. En la imagen, el Partenón y, a la derecha, el Erecteion. Michele Falzone / Cordon Press |
26 junio 2023.- Brásidas proclamaba las virtudes del ataque por sorpresa y animaba a explotar los errores de los enemigos. Según Tucídides, decía: «Estas estratagemas con las que se puede engañar al enemigo y proporcionar a los amigos el mayor servicio procuran la fama más gloriosa». En las décadas posteriores fueron muchos los jefes espartanos que siguieron su ejemplo.
En 382 a.C., el oficial espartano Fébidas, de camino al norte, pasó cerca de Tebas y acampó a las afueras. La ciudad estaba alterada por luchas políticas y una de las facciones era favorable a Esparta. Su cabecilla Leontíades salió de la ciudad para ver a Fébidas y le propuso que ocupara la ciudadela, conocida como la Cadmea.
Pese a no tener autorización para hacerlo, Fébidas aceptó el ofrecimiento y con ayuda de Leontíades se hizo con el control de la Cadmea, a lo que siguió una sangrienta persecución de todos los elementos antiespartanos de la ciudad. Tebas pasó así a convertirse en aliada de Esparta. Los demás griegos protestaron por esta acción, pero en Esparta el rey Agesilao aseguró que no había que valorar la moralidad de la acción de Fébidas, sino si era provechosa para Esparta.
Poco tiempo después, en 378 a.C., otro oficial espartano planeó un golpe aún más audaz: hacerse con el control del Pireo, el puerto de Atenas. Como en esos momentos Esparta y Atenas estaban oficialmente en paz, Esfodrias, que estaba al frente de la guarnición espartana de la ciudad de Tespias, en la frontera del Ática, pensaba que sería fácil tomar por sorpresa el puerto, ya que los atenienses se encontrarían desprevenidos. Salió de noche con la intención de hacer una marcha nocturna y llegar al Pireo antes del amanecer. Pero se retrasó por el camino y le sorprendió el día en la llanura antes de alcanzar el puerto. En vista de la situación se dedicó a saquear los campos y haciendas de aquella región y se volvió a Tespias.
Para calmar el enfado de los atenienses, los embajadores espartanos les aseguraron que Esfodrias sería juzgado en Esparta por su actuación y con seguridad recibiría como castigo la muerte. No obstante, salió absuelto en el juicio que se celebró. Incluso Jenofonte, que era un gran admirador de los espartanos, tuvo que reconocer que «ese juicio fue para muchos el más injusto de los fallados en Esparta».
Por este tipo de actuaciones oportunistas y engañosas los espartanos fueron muy criticados por los demás griegos, quienes decían que tales tretas no eran dignas de quienes se consideraban descendientes de Heracles. En la tragedia de Eurípides Andrómaca, estrenada en 425 a.C., en plena guerra del Peloponeso, un personaje declama: «Oh, habitantes de Esparta, los más odiosos de los mortales para todos los hombres, consejeros de engaños, reyes de la mentira, maquinadores de males».
Pero los espartanos lo tenían muy claro; pensaban que, en tiempo de guerra, cualquier mal que se pudiera hacer al enemigo estaba justificado. Lisandro, un famoso general espartano, lo resumió con esa forma breve y sentenciosa que era típica de Esparta: «Cuando no llega la piel del león, hay que añadir la de la zorra».
Hoplita griego en la decoración de una crátera de bronce hallada en la tumba celta de Vix.
Para saber más:
El mito de Esparta. César Fornis. Alianza Ed. Madrid, 2019.


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