Hernán Cortés libra en la batalla de Otumba el destino de su empresa de conquista y botín
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| La Batalla de Otumba tuvo lugar el 7 de julio de 1520 |
Otumba es uno de los eventos más importantes y menos informados en la historia de América Latina, ya que condujo directamente al colapso del Imperio Azteca
16 agosto 2023.- En julio de 1520, cuando los conquistadores españoles bajo el mando de Hernán Cortés se retiraban de Tenochtitlan, una gran fuerza de guerreros aztecas los combatió en los llanos de Otumba. Aunque agotados, heridos y severamente superados en número, los españoles pudieron ahuyentar a los mexicas matando al comandante del ejército y tomando su estandarte. Después de la batalla, los españoles pudieron llegar a la provincia amiga de Tlaxcala para descansar y reagruparse.
Antecedentes
En mayo de 1520, mientras Cortés estaba en la costa luchando contra el ejército de Pánfilo de Narváez, enviado por el gobernador de Cuba para arrestarlo, su lugarteniente Pedro de Alvarado ordenó el ataque sobre miles de ciudadanos desarmados de Tenochtitlan durante el Festival de Toxcatl. Los mexicas enfurecidos sitiaron a los españoles en Tenochtitlan, en el palacio real de Axayácatl.
Cuando Cortés regresó a la capital azteca tras derrotar a las tropas de Narváez, no pudo restaurar la calma y el mismo Moctezuma fue asesinado (supuestamente por su propia gente) cuando trató de rogar a su pueblo por la paz. El 30 de junio, los españoles intentaron escabullirse de la ciudad por la noche, pero fueron vistos en la calzada de Tacuba, la salida norte de Tenochtitlan. En ese momento, miles de feroces guerreros mexicas atacaron y Cortés perdió aproximadamente la mitad de sus fuerzas y bastimentos, en lo que se conoció como la "Noche Triste" .
Los españoles se habían salvado usando puentes temporales de madera construidos para la desafiante tarea de cruzar los numerosos canales de la ciudad, pero el precio de la libertad era alto. Cortés había perdido a la mitad de sus hombres, la mayoría de sus mejores caballos y las ocho toneladas de botín que había ido acumulando desde que llegó a Mesoamérica.
BERNAL Díaz del Castillo estuvo allí y escribió un relato que mencionaba que los aztecas pensaron que sería un walkover y solo buscaban capturar a los españoles para sacrificarlos a sus dioses.
Los españoles que lograron escapar de Tenochtitlan (unos 350) débiles, heridos, sin alimentos y con los cañones hundidos en el lago de Texcoco, salieron en dirección norte para dar la vuelta al lago hacia el este, momento en el que tendrían que tomar la decisión de dirigirse a la Villa Rica de la Vera Cruz, en la costa, o viajar hacia el sur en dirección a sus aliados tlaxcaltecas.
Durante el trayecto fueron continuamente hostigados por pequeños grupos de mexicas que utilizaban la táctica de acosar y retirarse. El propio Cortés resultaría herido en una de estas incursiones. En el camino se encontraba Otumba.
Mientras tanto, la Triple Alianza, dentro del ritual mexica, designaba como nuevo emperador de los aztecas a Cuitláhuac, hermano de Moctezuma, con una carácter y visión mucho más radical hacia el invasor español. Éste decidió que tenía que intentar aplastarlos de una vez por todas y envió un gran ejército con todos los guerreros que pudo encontrar bajo el mando del nuevo cihuacóatl (una especie de capitán general), su hermano Matlatzincatzin (se ignora por qué no estuvo presente Cuitláhuac en la batalla cuando era tradición mexica que así fuese).
La Batalla de Otumba
Aproximadamente el 7 de julio de 1520, los dos ejércitos se encontraron en las llanuras del Valle de Otumba, una zona despojada de todo tipo de obstáculos naturales donde poder refugiarse. A los españoles les quedaba muy poca pólvora y habían perdido sus cañones en la Noche de los Dolores, por lo que los artilleros no participarían en esta batalla.
Cortés, que contaba con unos 350 hombres y una veintena de caballos (500 en total, según algunas fuentes), ordenó formar un círculo cerrado situando en primera línea a piqueros con lanzas para formar una especie de erizo. Los demás se situarían detrás para apoyar a la primera línea y cubrir las bajas. Así mismo, usaría a la caballería en pequeños grupos de 5 o 6 jinetes para hostigar a los mexicas y desbaratar las formaciones enemigas. Eran soldados bien disciplinados y armados con pistolas, espadas y lanzas de metal, así como con armaduras metálicas.
Los aztecas tenían garrotes de madera, espadas y lanzas con punta de obsidiana, en un número netamente superior a los españoles, rodearon a la formación española como estrategia de ataque. Se discute por qué no lanzaron andanadas de flechas a distancia para diezmar las fuerzas españolas antes de cargar contra ellas. No hay que olvidar que los mexicas buscaban [en sus guerras] hacer prisioneros para sacrificar en sus templos en lugar de aniquilar a sus enemigos.
Aunque las espadas y armaduras españolas eran muy superiores a las armas nativas y los conquistadores sobrevivientes eran todos veteranos entrenados para la batalla, había demasiados enemigos. La caballería hizo su trabajo, evitando que los guerreros aztecas se formaran, pero eran muy pocos para ganar la batalla por completo.
La batalla se prolongó durante buena parte del día bajo un sol ardiente y soportando las continuas batidas de los mexicas. Los españoles respondieron con varias salidas de su caballería pero el resultado de la batalla era incierto. Cortés era consciente de que así serían aniquilados poco a poco.
Sus aliados tlaxcaltecas sugirieron que hacerse con el estandarte del enemigo común podría poner fin a la batalla pues era costumbre en las guerras mesoamericanas.
Al ver a Matlatzincatzin y a sus generales, brillantemente vestidos, en el otro extremo del campo de batalla, Cortés decidió dar un paso arriesgado. Convocando a los mejores jinetes que le quedaban (Cristóbal de Olid, Pablo de Sandoval, Alonso de Ávila y Juan de Salamanca), Cortés cargó, a través de la multitud de guerreros mexicas, hacia los capitanes enemigos. Pedro de Alvarado quedó atrás al frente del grupo combatiente.
El repentino y furioso asalto tomó por sorpresa a Matlatzincatzin y a los demás. El capitán mexica perdió pie y Salamanca lo mató con su lanza, capturando el estandarte enemigo en el proceso.
Desmoralizado y sin el estandarte (que servía para dirigir los movimientos de tropas), el ejército azteca se dispersó. Cortés y los españoles habían logrado una victoria de lo más improbable.
Importancia de la Batalla de Otumba
La improbable victoria española en la Batalla de Otumba continuó la racha de Cortés. Los conquistadores aceptaron la invitación de Tlaxcala y viajaron hacia el sur, donde pudieron descansar, curarse y decidir su próximo curso de acción.
Tlaxcala había recibido una oferta de paz perpetua por parte mexica si entregaba a los españoles, pero los tlaxcaltecas eran conscientes de que convertirían en vasallos de Tenochtitlan y, además, la victoria de los españoles representaba una señal inequívoca de poder acabar con el dominio mexica para siempre.
Algunos españoles murieron y el propio Cortés sufrió graves heridas, cayendo en coma durante varios días mientras sus soldados estaba en Tlaxcala.
La Batalla de Otumba fue recordada como una gran victoria para los españoles. La hueste azteca estuvo cerca de aniquilar a su enemigo cuando la pérdida de su líder les hizo perder la batalla. Era la última y mejor oportunidad que tenían los mexicas de librarse de los invasores españoles, pero se quedó corta. En cuestión de meses, los españoles construirían una armada y asaltarían Tenochtitlan, tomándola de una vez por todas.
Fuentes:
- Castillo, Bernal Díaz del, Cohen J. M., and Radice B.
- The Conquest of New Spain. London: Clays Ltd./Penguin; 1963.
- Levy, Buddy. Conquistador: Hernan Cortes, King Montezuma, and the Last Stand of the Aztecs. New York: Bantam, 2008.
- Thomas, Hugh. The Real Discovery of America: Mexico November 8, 1519. New York: Touchstone, 1993.
- Hewett, Edgar (1968). Vida antigua en México y América Central . Editorial Biblo & Tannen. ISBN 978-0-8196-0205-3 .
- Robinson III, Carlos (2004). La invasión española de México 1519–1521 . Editorial águila pescadora. ISBN 1-84176-563-5 .
- van Zantwijk, Rudolf (1994). Brumfield, Elizabeth; Zorro, Juan. eds. Competencia entre facciones y desarrollo político en el Nuevo Mundo . Prensa de la Universidad de Cambridge. ISBN 0-521-38400-1 .
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