Ruta por los pueblos de la frontera granadina
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| Vista aérea del Castillo de Moclín (Granada) |
Una ruta por el oeste de la provincia, visitando pueblos blancos y imponentes bastiones de un legendario pasado.
La región natural del Poniente Granadino fue el último enclave de frontera en la historia del Al-Andalus, nombre que dieron los musulmanes al territorio conquistado en el sur de la Península Ibérica entre los años 711 y 1492. De aquella encrucijada geográfica y cultural se conserva un importante legado que permanece vivo en los 16 municipios que lo integran, muchos con pueblos de muros encalados y castillos de aspecto fiero.
MONTEFRÍO
Enclavado en el noroeste de la provincia, Montefrío es un coqueto pueblo blanco que sorprende por conservar un importante conjunto declarado Monumento Nacional. Este se desparrama por un pronunciado roquedo que sobresale solitario entre las sierras de Chanza y Parapanda. En la silueta del pueblo se distinguen la fortaleza árabe y la iglesia gótica de la Villa (1507), esta última situada en el mismo lugar donde se levantaba una fortaleza desafiante, en los más alto del peñón que domina el caserío. Este templo aloja hoy el Centro de Interpretación de la Última Frontera del Al-Andalus.
La iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación de Montefrío aparece como una inesperada réplica del Panteón de Roma en plena serranía granadina. El templo, abrazado por la plaza de España y las callejuelas de Liñanes y Alcalá, alza su mole contundente sobre las casas de este pueblo blanco bendecido desde una peña por la iglesia de la Villa (siglo XVI) y protegido por los restos del castillo moro que corona este caserío, limitado por lomas de olivares y acomodado junto a los Montes Occidentales.
La visita a Montefrío discurre por calles estrechas que se mimetizan con un entorno natural en el que las sierras contrastan con los olivares y campos agrícolas. Desde Montefrío se proponen muchas rutas senderistas como la que entre bosques de encinas y algún conjunto con dólmenes del Neolítico se dirige a la Peña de los Gitanos, unas fotogénicas alineaciones rocosas paralelas al valle.
ALHAMA DE GRANADA
El pueblo preside un espolón rocoso desde el que se asoma a un profundo tajo por el discurre el río que da nombre a la localidad. Precisamente la vista que se vislumbra desde este lugar atalaya es uno de sus tesoros. Pero no el único. Porque Alhama, la antigua al-hamman, conserva en sus entrañas unos baños de origen árabe. Por ello es fundamental incluir en el recorrido por los estrechos y empinados callejones del pueblo el balneario creado sobre el que existió de época almohade y nazarí, asentado a su vez sobre vestigios romanos.
El casco antiguo del pueblo, declarado Conjunto Histórico-Artístico, también incluye monumentos como la Alcazaba, declarada Patrimonio Histórico de España, y la medieval iglesia Mayor de la Encarnación, el Hospital de la Reina o los conventos del Carmen y de San Diego. Si en el pasado Alhama de Granada ocupaba un punto estratégico fundamental en la defensa del territorio, hoy invita a recorrer rutas senderistas por su entorno, como las que surcan el cercano Parque Natural de las Sierras de Tejada, Almijara y Alhama.
LOJA
Se trata de otro de los pueblos blancos emplazado en un bellísimo paisaje del Poniente granadino, concretamente en el valle del río Genil, entre la sierra Gorda y el Monte Hacho. Su visita muestra vestigios que plasman sus lejanas raíces, por ejemplo de los fenicios que la llamaron Alfeia, los romanos Tricolia y los árabes Loxa, de donde deriva el nombre actual. De entonces son los restos de su alcazaba, en cuyo recinto se halla en la actualidad el Museo Municipal, y el recinto fortificado que envolvía su antigua medina. Sobre todo durante la dominación árabe de la península, cuando se llamó Medina Lauxa, es cuando Loja alcanza su esplendor urbano y se erigió como un importante enclave estratégico, puerto natural de la provincia granadina.
De hecho, aquí nació en 1313 Ibn al-Jatib, ilustre polígrafo y visir de la corte andalusí de la Alhambra. Como urbe fronteriza, Loja se vio enfrascada en unas cuantas escaramuzas militares, incluso su toma y destrucción por parte de Fernando III el Santo en 1225. Antesala de la capital del Reino nazarí de Granada, Boabdil llegó a entregar la ciudad a Fernando de Aragón en 1486. Precisamente, el general en jefe de los ejércitos de los Reyes Católicos, Fernando González de Córdoba, fue alcalde de Loja en el siglo XVI.
La iglesia Mayor de la Encarnación (de 1491 y Monumento Nacional) es otro de sus tesoros artísticos como lo es la renacentista iglesia de San Gabriel, cuya fachada de la Asunción se atribuye a Diego de Silóe, o las ermitas de la Caridad y la de Jesús Nazareno (siglo XVIII). Vecino al primer templo se alza la Casa de los Cabildos, hoy rehabilitada y sede del Centro de Interpretación Histórico. Otro fuerte del pueblo son los espectaculares paisajes que abraza, como la garganta de Los Infiernos, declarada Monumento Natural, y varios manantiales que alimentan las fuentes del pueblo, la más famosa la de los 25 caños.
Destacar, asimismo, para la curiosidad del viajero, que el célebre escritor Washington Irving describió la belleza de Loja en sus viajes por Al-Ándalus y que los Hermanos Marx decidieron que en su película Sopa de ganso la ciudad de Loja se transformara en Sylvania.
ÍLLORA
Íllora, asentada en la sierra Parapanda, despliega a su alrededor un paisaje de olivares, tierras de cultivo y huertos que descienden por la vega del río Genil, con la imagen de la Sierra Nevada al fondo por el este. De su historia musulmana queda poca documentación, pero por las crónicas cristianas se deduce que fue un enclave destacado por su imponente fortaleza. Precisamente los vestigios de su castillo ocupa un afloramiento calizo de aspecto inexpugnable. Pero antes de este ya había en el siglo XI una atalaya con funciones defensivas. De época nazarí, esta bastión formaba la línea defensiva del suultanato junto a los de Montefrío y Moclín.
El castillo de época califal (siglos IX-X) de Íllora estaba estructurado en tres recintos: la villa, la alcazaba y el arrabal. De la antigua alcazaba, donde se refugiaba la población en caso de asedio, se preservan los cimientos que permiten imaginar su extensión. Se identifican los aljibes, una torre del Homenaje, varias atalayas de vigilancia como la Torre de Brácana y estancias como los almacenes y bodegas. Por otro lado, en el corazón del pueblo sobresale la iglesia de la Encarnación, del siglo XVI y posiblemente erigida sobre la anterior mezquita.
MOCLÍN
Moclín domina un cerro de la sierra homónima que se alza sobre un vaguada por la que corre el río Velillos. El nombre del pueblo deriva del vocablo hispano-árabe de Hisn Iqlim («castillo del distrito»), siendo una de las treinta y tres demarcaciones territoriales o iqlim en las que los nazaríes dividieron su reino de Granada. Entre sus monumentos destaca el santuario del Cristo del Paño, que fue levantado sobre la antigua mezquita dentro del recinto del castillo. También se pueden visitar la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación y la ermita de San Antón.
La romería de Cristo del Paño, a principios de octubre, es una de las más célebres de Andalucía. Lo que se procesional es un lienzo de gran tamaño que representa al Nazareno caído con la cruz a cuestas apoyada en la mano. La romería presenta vestigios de cultos ancestrales.
Aunque sin duda son los vestigios de su castillo del siglo XIV lo que más impresiona de la población. El recinto, situado en la parte alta de la villa-fortaleza de Moclín, está formado por dos anillos amurallados, el segundo de los cuales era la alcazaba árabe. Por otro lado, desde el pueblo se inician varios itinerarios culturales, por ejemplo la Ruta de las Atalayas que, en coche o en bicicleta, recorre varias de las torres-vigía que antaño servían para comunicarse entre los distintos recintos amurallados.
Tierra de frontera en muchas etapas, para los nazaríes se convirtió en el escudo que protegía su territorio. Tras la caída de Loja, el 26 de julio de 1486 capitulaba Moclín tras tres días de asedio, para convertirse a continuación en una de las siete villas obligadas al mantenimiento de Granada.
ALGARINEJO
El lugar donde hoy se emplaza el pueblo ya estuvo ocupado desde la Prehistoria, aunque fue en el periodo de dominio musulmán del sur de la Península cuando se fundó la alquería de «al-Garín». Algarinejo, rodeado por un mar de olivos, era uno de aquellos pueblos nacidos en la línea de frontera que existía entre el reino nazarita de Granada y el cristiano de Castilla, que tuvo que ser defendido durante casi 300 años, desde el siglo XIII a finales del XV. En aquellos tiempo, los enclaves fronterizos como Algarinejo eran zona de enfrentamientos, pero también propicia para el intercambio de productos.
De época de paz data su monumento más destacado, creado en el siglo XVIII, en plena época de la Ilustración. Se trata de la iglesia de Santa María la Mayor, proyectada por el arquitecto neoclásico Ventura Rodríguez. Recorriendo el municipio también pueden verse otros vestigios como los de la Torre Pesquera y el castillo de Cesna, baluartes defensivos que hacen viajar en el tiempo al esplendor de aquellas tierras de frontera.
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