El estado de emergencia en Alemania pone en entredicho la unidad europea
Los nuevos controles en las fronteras terrestres alemanas pueden verse como una reacción al éxito electoral del partido de extrema derecha AfD más que como una respuesta a los recientes ataques terroristas y podrían ser peligrosos para la cohesión europea, llevando a un colapso del sistema Schengen.
10 septiembre 2024.- La política alemana está en alerta máxima tras los importantes éxitos electorales de los partidos de extrema derecha y populistas en las elecciones en dos regiones, Turingia y Sajonia, celebradas el 1 de septiembre.
Esto es comprensible, ya que ambos estados federados corren el riesgo de volverse ingobernables. En Turingia, la mayoría del electorado votó por estos partidos: el 32,8% por el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) y el 15,8% por el BSW.
En Sajonia, la situación no es muy diferente: el 31,9% de los votantes de AfD y el 11,8% de BSW votaron por ambos partidos extremistas. Ambos cuestionan el sistema político actual, la Unión Europea, la OTAN y los valores en los que se fundaron.
El 22 de septiembre los habitantes de Brandeburgo también serán llamados a las urnas porque una de las principales preocupaciones del electorado allí es la migración irregular.
El Gobierno federal alemán y los partidos que lo forman, socialdemócratas (SPD), Verdes y liberales (FDP), además de la oposición cristiano-demócrata moderadamente conservadora (CDU), se unen ahora para responder a una “emergencia nacional”: hay que frenar la inmigración irregular.
Por ello, la Unión Europa Alemania (UED) advirtió ayer en un comunicado de su presidencia sobre las consecuencias de rechazar en las fronteras alemanas a refugiados ya registrados en otros países de la UE. Pero los acontecimientos se suceden a toda velocidad.
Ayer (9 de septiembre), a última hora de la tarde, la ministra federal del Interior, la socialdemócrata Nancy Faeser, anunció que se establecerán controles en todas las fronteras terrestres alemanas, que se prevé que entren en vigor en el plazo de una semana.
Sin duda, la voluntad de la gran mayoría de la población de aceptar a muchos más refugiados se ha agotado tras años de elevadas cifras de migración irregular. Sobre todo, los municipios y las instalaciones de servicios esenciales están llegando al límite de su capacidad. Muchas ciudades y municipios están desbordados y no pueden hacer frente a la afluencia, y mucho menos ofrecer buenas perspectivas de integración.
Sin embargo, parece que los controles fronterizos anunciados en Alemania son, en primer lugar, una reacción al éxito electoral del partido de extrema derecha AfD, que está dirigido en parte por fascistas declarados. Los controles fronterizos son sólo en parte una respuesta a los impactantes y mortales ataques terroristas cometidos por islamistas, refugiados de Afganistán y Siria, en las últimas semanas y meses en las ciudades de Mannheim y Solingen.
El rechazo sistemático de los refugiados ya registrados en otros países de la UE, combinado con controles fronterizos exhaustivos, sería una acción unilateral peligrosa para la cohesión europea. El sistema de Dublín nunca ha funcionado y siempre ha carecido de solidaridad. Llevaría a los socios europeos, más que nunca, a abstenerse de registrar a los inmigrantes. No contribuye a resolver el problema de las elevadas cifras de inmigrantes irregulares, sino que constituye un explosivo político para Europa.
La principal preocupación son los controles en las fronteras interiores donde es dudoso que el uso fijo o masivo de controles fronterizos móviles sea compatible con el Código de Schengen. De hecho, la libre circulación de personas y mercancías con los vecinos de Alemania dentro de la UE se vería afectada de forma significativa, poniendo así en peligro todo el sistema de Schengen. Son las fronteras exteriores de nuestra Unión las que deben protegerse de forma eficaz.
La UE quiere que la inmigración se regule de manera europea y que la inmigración irregular se frene con espíritu de solidaridad. La protección de las fronteras exteriores, no de Alemania, sino de la Unión Europea, es esencial. Frontex, con la financiación adecuada y el apoyo de los Estados miembros, puede y debe desempeñar su papel.
Al mismo tiempo, la evaluación de la posibilidad de solicitar asilo, el estatuto de refugiado en virtud de la Convención de Ginebra sobre los Refugiados o la concesión de protección subsidiaria deben realizarse con pleno respeto del derecho internacional y de los derechos humanos en las fronteras exteriores europeas. De lo contrario, no sólo corre peligro el espacio Schengen, sino también la propia Unión Europea. Los extremistas buscan generar miedo. Sólo se harán más fuertes si los demócratas caen en su trampa y adoptan sus políticas.
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