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Un buque cisterna atraca en la terminal de gas natural licuado cerca de Cartagena Fotógrafo: Carlos Parra Ríos/Bloomberg |
13 enero 2025.- Si bien algunos líderes de las naciones productoras de combustibles fósiles han afirmado que están tomando medidas contra el cambio climático, pocos han hecho un movimiento tan audaz como el presidente colombiano Gustavo Petro.
Desde 2022 se ha negado a firmar nuevos contratos de perforación, diciendo que luchar contra el calentamiento global es una "cuestión de vida o muerte". El enfoque de línea dura es parte de su plan para transformar la economía de Colombia y dejar su dependencia de los hidrocarburos.
Ha convertido a Petro en la figura clave del Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, respaldado por un pequeño grupo de naciones, incluida Colombia. "El mundo está empezando a darse cuenta de que si quieres decir que eres un líder climático, entonces tienes que actuar realmente sobre la producción de combustibles fósiles", dice Alex Rafalowicz, director del tratado.
Alejarse del petróleo, el principal producto de exportación de Colombia, requiere un cambio titánico en la economía, y el país está empezando a ver consecuencias tanto para los mercados energéticos como, posteriormente, para el clima de la prohibición de nuevas licencias. Colombia se enfrenta a una escasez de gas natural, por lo que ahora se ve obligada a recurrir cada vez más a las importaciones de gas natural licuado.
Licuar el gas, un proceso que requiere enfriarlo a -260 °F (-162 °C) y enviarlo a miles de kilómetros a la nación andina, tiene una huella de carbono más alta que producir el gas en el país. Los críticos dicen que esto va en contra de las credenciales de Petro en la lucha contra el cambio climático.
Sin duda, las reservas de gas de Colombia ya habían estado cayendo antes de que Petro llegara al poder en 2022. Pero en lugar de presionar para encontrar nuevas fuentes, no solo bloqueó nuevas licencias para explorar pozos, sino que también detuvo a dos pilotos para extraer gas mediante fracturación hidráulica. Esto podría haber ayudado a poner en funcionamiento nuevas fuentes de gas lo suficientemente rápido como para evitar un déficit.
El ministro de Energía, Andrés Camacho, insiste en que Colombia necesita superar su dependencia de los combustibles fósiles y minimiza la necesidad de importaciones. Sin embargo, dado que el país depende del gas para hacer funcionar sus plantas térmicas y fábricas, y para proporcionar a la mayoría de los propietarios de viviendas combustible para cocinar, existe una creciente preocupación por el impacto que las costosas importaciones tendrán en la ya asediada economía de Colombia. Un grupo del sector, conocido como Naturgas, estima que los hogares podrían ver incrementadas sus facturas de gas en torno a un 20%.
Ahora existe una creciente preocupación de que Colombia se haya convertido en un cuento con moraleja por impulsar iniciativas verdes demasiado rápido y demasiado pronto. Una transición energética requiere tiempo para realizar inversiones y cambios estructurales, según Alejandro Lucio, quien dirige la consultora energética Óptima Consultores, con sede en Bogotá. "Se llama transición porque lleva tiempo", dijo. "Si lo fuerzas, tendrá consecuencias no deseadas".
Fuente: Bloomberg
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