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A unos 75 kilómetros de la capital salmantina se ubica esta pequeña localidad de poco más de 200 habitantes que se abre paso entre las entrañas de la Sierra de Francia y las hileras de castaños, robles y árboles frutales.
Recibió el nombre de Sequeros, una referencia a los secaderos de castañas colocados en las plantas superiores de las casas serranas. No es el único elemento que refleja su pasado serrano, y es que el entramado urbano y las construcciones de tres pisos de su casco histórico hablan un lenguaje propio en el que también perviven influencias árabes y judías.
En sus calles es posible encontrar un amplísimo patrimonio que refleja la importancia del lugar, pues hasta la llegada de internet era el típico sitio al que había que acudir «para todo»: administración, justicia, comercio…
Foto:IstockAl igual que sucedió con otros núcleos de este entorno, la historia de Sequeros está marcada por la llegada de los franceses repobladores que buscaban expandir el Reino de León. Formó parte del obispado de Santiago de Compostela -como así lo recoge el archivo de la catedral santiaguesa-, después fue villa y finalmente se consolidó como el epicentro administrativo de la Sierra de Francia.
Si bien es cierto que Sequeros no deja de ser un pueblo de montaña, lo cierto es que su gran desarrollo económico le ha dotado de una personalidad un poquito distinta de la del resto de localidades de la Sierra de Francia. Su aire burgués queda reflejado en caserones de varias alturas, elaborados con granito de alta calidad y rematados con balcones de madera bellamente ornamentados.
La importancia de Sequeros no solo se plasmó a nivel arquitectónico, sino también social y culturalmente. El mejor ejemplo es el Teatro «León Felipe», construido en el último cuarto del siglo XIX y todavía en funcionamiento. Junto a él, un buen puñado de costumbres y mitos que harán las delicias del viajero.
El municipio de Sequeros está clasificado como Conjunto Histórico-Artístico desde el año 2002, aunque ya en la década de los sesenta recibió la distinción de honor del “embellecimiento provincial”.
Foto: Shutterstock
PLAZA DEL ALTOZANO
El primer guiño a su identidad lo encontramos en la plaza del Altozano, que es el punto en el que se concentra la vida social, las procesiones y hasta los bailes. Su trazado irregular ofrece una de las postales más representativas de la arquitectura serrana. Los protagonistas de este espacio, claro está, son los robustos soportales y edificios hechos en madera y piedra que salpican la plaza.
Y como curiosidad: la plaza de Eloy Bullón cercana al antiguo ayuntamiento fue la que desempeñó en su momento las mismas funciones que la actual plaza del Altozano.
Arquitectónicamente es una pasada, ya que mezcla estilos muy distintos. De hecho, si queréis haceros a la idea de todo lo que tiene que ofrecer la Sierra de Francia a través del espacio y el tiempo, aquí lo encontraréis de un simple vistazo.
IGLESIA DE SAN SEBASTIÁN
Unos metros más abajo se deja ver la Iglesia de San Sebastián, erigida por el arquitecto Jerónimo de Quiñones y con una campana que irrumpe en la línea del horizonte. No desmerece hacer una visita a su interior, donde el arte sacro y el legado cultural de la zona sacan todo su esplendor. Justo enfrente emerge la Torre del Concejo, adosada a la casa consistorial que antiguamente solía funcionar como Ayuntamiento y ahora es un centro cultural y una biblioteca.
El nombre de la plaza se debe a la coqueta Iglesia de San Sebastián (también conocida como Iglesia de los Mártires). Fue construida a finales del siglo XVIII en un estilo marcadamente barroco. Entrad a verla si tenéis oportunidad, ya que en su interior hay un techo de madera excepcionalmente bonito.
Iglesia Parroquial de la Virgen del Robledo
Nada menos que cinco retablos y un majestuoso trabajo de artesonado de aire mudéjar se esconden en este recinto. Está dedicado a la patrona de Sequeros, la Virgen del Robledo. En su interior descansan los restos de Simón Vela, un estudiante francés que encontró la imagen escondida de la Virgen de la Peña de Francia en el año 1434, además de los de Juana Hernández, alias “La Moza Santa de Sequeros”, quien predijo este milagroso hallazgo una década antes de que se produjese.
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EL INFIERNILLO
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