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12 febrero 2025.- La reforma laboral de 2021 ha supuesto un impulso del empleo y un cambio en las condiciones laborales de la clase trabajadora, beneficiando especialmente a los colectivos más precarizados, como las personas jóvenes.
Respecto al volumen de empleo, la tasa de paro en menores de 30 años alcanza el nivel más bajo desde 2008, disminuyendo con más intensidad que en el caso de la media de la población general; mientras que los datos de afiliación a la Seguridad Social muestran un récord histórico en el número total de jóvenes con contrato indefinido.
Igualmente, la tasa de temporalidad en personas jóvenes presenta resultados positivos, en tanto que ha disminuido 21 puntos desde la entrada en vigor de la reforma; un recorte que también se observa en la parcialidad, aunque en menor proporción, disminuyendo solo 0,9 puntos porcentuales.
Ahora bien, a pesar de toda esta serie de avances que no conviene desvalorizar, como se ha expuesto en el documento, la población joven sigue registrando una mayor precariedad en el empleo, con tasas de paro, temporalidad y parcialidad superiores a la media nacional.
A la mayor inestabilidad laboral hay que sumarle la precariedad salarial que sufren en sus primeros años de andadura dentro del mercado laboral, a pesar de que las continuas subidas del SMI han resultado especialmente beneficiosas para elevar su suelo de ingresos.
El aspecto más negativo se pudo ver con la subida general de precios entre 2020 y 2022, que resultó en una pérdida de poder de compra de 3,8 puntos porcentuales para las personas jóvenes. Sin embargo, en 2023 el incremento de los salarios reales ha permitido recuperar ese poder adquisitivo.
Con todo, el salario medio de los trabajadores y trabajadoras menores de 30 años es un 25,8% inferior a la media nacional. Además, los bajos salarios y la mayor intermitencia en la actividad laboral provocan que 8 de cada 10 personas menores de 26 años no alcancen el SMI anual equivalente a tiempo completo, un porcentaje que desciende al 39,7% para la población de 26 a 35 años.
Estos resultados, junto a un mercado de vivienda cada vez más tensionado (especialmente en grandes ciudades), complican sobremanera la emancipación entre las personas jóvenes, de forma que solo un 14,8% de las mismas vive fuera del núcleo familiar. Además, a pesar de contar con una de las economías más prósperas de la UE, la edad de emancipación en España se sitúa hasta 4 años por encima del promedio europeo, lo que refleja la existencia de un problema estructural que urge enfrentar.
Fuente: UGT/RUGE
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