Tratado de las Aguas del Indo, Cachemira
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| El valle del río Indo en el frío desierto de Ladakh, India. Pallava Bagla/Getty Images |
07 mayo 2025.- En 1995, el vicepresidente del Banco Mundial, Ismail Serageldin, advirtió que, si bien los conflictos de los 100 años anteriores habían sido por petróleo, “las guerras del próximo siglo se librarán por el agua ”.
Treinta años después, esa predicción se está poniendo a prueba en una de las regiones más volátiles del mundo: Cachemira.
El 24 de abril de 2025, el gobierno de la India anunció que reduciría sus relaciones diplomáticas con su vecino Pakistán tras un ataque de militantes en Cachemira que causó la muerte de 26 turistas. Como parte de este enfriamiento de las relaciones, la India declaró que suspendería de inmediato el Tratado de las Aguas del Indo , un acuerdo de décadas de antigüedad que permitía a ambos países compartir el uso del agua de los ríos que fluyen desde la India hacia Pakistán. Pakistán ha prometido medidas recíprocas y ha advertido que cualquier interrupción de su suministro de agua se consideraría un acto de guerra.
Una solución justa a las disputas por el agua
El río Indo ha sustentado la vida durante miles de años desde la civilización Harappa , que floreció alrededor de 2600 a 1900 a. C. en lo que hoy es Pakistán y el noroeste de la India.
Tras la partición de la India en 1947 , el control del sistema del río Indo se convirtió en una importante fuente de tensión entre las dos naciones resultantes de la partición: India y Pakistán. Las disputas surgieron casi de inmediato, en particular cuando India suspendió temporalmente el flujo de agua a Pakistán en 1948, lo que generó temores de un colapso agrícola. Estos primeros enfrentamientos dieron lugar a años de negociaciones que culminaron con la firma del Tratado de las Aguas del Indo en 1960 .
El Tratado de las Aguas del Indo, promovido por el Banco Mundial , ha sido aclamado durante mucho tiempo como uno de los acuerdos hídricos transfronterizos más exitosos.
Dividió la cuenca del Indo entre los dos países, dando a la India el control sobre los ríos orientales (Ravi, Beas y Sutlej) y a Pakistán el control sobre los ríos occidentales: Indo, Jhelum y Chenab.
En su momento, esto se consideró una solución justa. Pero el tratado fue diseñado para un mundo muy diferente. En aquel entonces, India y Pakistán eran países recién independizados que luchaban por consolidarse en un mundo dividido por la Guerra Fría.
Cuando se firmó, la población de Pakistán era de 46 millones y la de la India, de 436 millones. Hoy, esas cifras han ascendido a más de 240 millones y 1.400 millones , respectivamente.
Hoy en día, más de 300 millones de personas dependen de la cuenca del río Indo para su supervivencia.
Esto ha aumentado la presión sobre la valiosa fuente de agua que se encuentra entre los dos rivales nucleares . Los efectos del calentamiento global y la continua lucha por la disputada región de Cachemira no han hecho más que agravar estas tensiones.
Impacto del derretimiento de los glaciares
Muchos de los problemas actuales se deben a lo que no se incluyó en el tratado, más que a lo que sí se incluyó.
Al momento de la firma, faltaban estudios exhaustivos sobre el balance de masa glaciar. Se suponía que los glaciares del Himalaya, que alimentan el sistema del río Indo, eran relativamente estables.
Esta falta de mediciones detalladas implicó que los cambios futuros debidos a la variabilidad climática y al deshielo glacial no se consideraran en el diseño del tratado, ni tampoco factores como el agotamiento de las aguas subterráneas, la contaminación del agua por pesticidas, el uso de fertilizantes y los residuos industriales. De igual manera, el potencial de desarrollo hidráulico a gran escala de la región mediante presas, embalses, canales y energía hidroeléctrica fue ampliamente ignorado en el tratado.
Reflejando los supuestos contemporáneos sobre la estabilidad de los glaciares, los negociadores asumieron que los patrones hidrológicos se mantendrían persistentes con los flujos históricos.
En cambio, los glaciares que alimentan la cuenca del Indo comenzaron a derretirse. De hecho, ahora se están derritiendo a un ritmo récord .
La Organización Meteorológica Mundial informó que 2023 fue el año más seco a nivel mundial en más de tres décadas , con caudales fluviales inferiores a lo normal que afectaron la agricultura y los ecosistemas. Los glaciares mundiales también experimentaron su mayor pérdida de masa en 50 años, liberando más de 600 gigatoneladas de agua a ríos y océanos.
Los glaciares del Himalaya, que aportan entre el 60 % y el 70 % del caudal estival del río Indo , se están reduciendo rápidamente. Un estudio de 2019 estima que pierden 8 000 millones de toneladas de hielo al año.
Y un estudio del Centro Internacional para el Desarrollo Integrado de las Montañas concluyó que los glaciares del Hindu Kush, el Karakórum y el Himalaya se derritieron un 65% más rápido entre 2011 y 2020, en comparación con la década anterior.
El ritmo del deshielo de los glaciares supone un desafío significativo para la eficacia a largo plazo del tratado, que busca garantizar el suministro de agua esencial para todas las personas que dependen de la cuenca del río Indo. Si bien puede aumentar temporalmente el caudal del río, amenaza la disponibilidad de agua a largo plazo.
De hecho, si esta tendencia continúa, la escasez de agua se intensificará, particularmente en Pakistán, que depende en gran medida del Indo durante las estaciones secas.
Otra falla del Tratado de las Aguas del Indo es que sólo aborda la distribución de aguas superficiales y no incluye disposiciones para gestionar la extracción de aguas subterráneas, que se ha convertido en un problema importante tanto en India como en Pakistán .
En la región de Punjab –a menudo considerada el granero de ambas naciones– la fuerte dependencia del agua subterránea está llevando a su sobreexplotación y agotamiento .
Las aguas subterráneas representan actualmente una gran parte —alrededor del 48%— de las extracciones de agua en la cuenca del Indo, especialmente durante las estaciones secas. Sin embargo, no existe un marco transfronterizo que supervise la gestión compartida de este recurso, según lo informado por el Banco Mundial.
Una región en disputa
Los redactores del Tratado de las Aguas del Indo no solo ignoraron el cambio climático y las aguas subterráneas. Los negociadores indios y pakistaníes también descuidaron la cuestión y el estatus de Cachemira.
Cachemira ha estado en el centro de las tensiones entre India y Pakistán desde la Partición de 1947. Tras la independencia, el estado principesco de Jammu y Cachemira tuvo la opción de adherirse a India o Pakistán. Aunque la región tenía mayoría musulmana, el gobernante hindú optó por adherirse a India, lo que desencadenó la primera guerra entre India y Pakistán .
Esto condujo a un alto el fuego mediado por la ONU en 1949 y a la creación de la Línea de Control, que dividió el territorio entre la Cachemira administrada por la India y la administrada por Pakistán. Desde entonces, Cachemira ha permanecido en disputa, reclamada en su totalidad por ambos países y que sirvió como punto de conflicto para dos guerras adicionales en 1965 y 1999 , así como para numerosos enfrentamientos.
A pesar de ser la principal fuente de agua de la cuenca, los cachemires no han tenido ningún papel en las negociaciones ni en la toma de decisiones en virtud del tratado.
El potencial agrícola e hidroeléctrico de la región se ha visto limitado debido a las restricciones en el uso de sus recursos hídricos, con solo el 19,8 % del potencial hidroeléctrico utilizado . Esto significa que los cachemires de ambos lados, a pesar de vivir en una región rica en agua, no han podido aprovechar plenamente los recursos que fluyen por sus tierras, ya que la infraestructura hídrica ha servido principalmente a los usuarios aguas abajo y a intereses nacionales más amplios, en lugar de al desarrollo local.
Algunos académicos sostienen que el tratado facilitó intencionalmente el desarrollo hidráulico en Jammu y Cachemira, pero no necesariamente en formas que sirvieran a los intereses locales.
Los proyectos hidroeléctricos de la India en Cachemira, como las presas de Baglihar y Kishanganga , han sido un importante punto de controversia. Pakistán ha expresado reiteradamente su preocupación por la posibilidad de que estos proyectos alteren los caudales hídricos, especialmente durante temporadas agrícolas cruciales.
Sin embargo, el Tratado de las Aguas del Indo no prevé mecanismos explícitos para resolver esas disputas regionales, dejando sin abordar las preocupaciones hidrológicas y políticas de Cachemira.
Las tensiones por los proyectos hidroeléctricos en Cachemira estaban llevando a India y Pakistán a un punto muerto diplomático mucho antes del reciente ataque.
Las disputas sobre las presas de Kishanganga y Ratle, ahora bajo arbitraje en La Haya , expusieron la creciente incapacidad del tratado para gestionar los conflictos hídricos transfronterizos.
Luego, en septiembre de 2024, India pidió formalmente una revisión del Tratado de las Aguas del Indo, citando cambios demográficos, necesidades energéticas y preocupaciones de seguridad sobre Cachemira.
El tratado se encuentra actualmente en un limbo. Si bien técnicamente sigue vigente, la notificación formal de revisión de la India ha generado incertidumbre, paralizando mecanismos de cooperación clave y poniendo en duda su durabilidad a largo plazo.
¿Un tratado equitativo y sostenible?
En el futuro, sostengo que cualquier reforma o renegociación del Tratado de las Aguas del Indo, para tener un éxito duradero, deberá reconocer la importancia hidrológica de Cachemira y al mismo tiempo tener en cuenta las voces de toda la región.
Excluir a Cachemira de las discusiones futuras –y ni India ni Pakistán han propuesto formalmente incluir a los interesados cachemires– sólo reforzaría un patrón de marginación de larga data, en el que las decisiones sobre sus recursos se toman sin tener en cuenta las necesidades de su pueblo.
Mientras continúan los debates sobre la “protección climática” del tratado, garantizar que se incluyan las perspectivas de Cachemira será fundamental para construir un marco hídrico transfronterizo más equitativo y sostenible.
Fuente: Nicholas Breyfogle, Madhumita Dutta, Alexander Thompson y Bryan G. Mark del Proyecto de Agua de la Cuenca del Indo en la Universidad Estatal de Ohio contribuyeron a este artículo.
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