TURISMO, crecimiento económico
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12 mayo 2025.- El crecimiento económico suele ser visto como un indicador de progreso y desarrollo. Sin embargo, en el caso del turismo, su expansión sin límites puede traer consigo desafíos significativos tanto para el medio ambiente como para la calidad de vida de los residentes. Un ejemplo concreto es el debate sobre la expansión del aeropuerto de Heathrow en el Reino Unido, donde las autoridades argumentan que los beneficios económicos justifican los costos ambientales y sociales. Pero, ¿qué sucede cuando el crecimiento se convierte en una amenaza para el bienestar general?
Impacto ambiental y social del turismo descontrolado
El turismo representa aproximadamente el 8% de las emisiones globales de CO₂, y a pesar de los avances tecnológicos, se prevé que estas cifras continúen aumentando. La ampliación de aeropuertos, como Heathrow, parece incompatible con los compromisos de cero emisiones netas, lo que resalta la necesidad de repensar cómo se gestiona el sector.
Además del impacto ambiental, el turismo excesivo afecta la calidad de vida de los residentes. En varias ciudades, los habitantes han expresado su preocupación por el hacinamiento, la reducción de servicios locales y la inflación inmobiliaria causada por la alta demanda de alojamientos turísticos. Ciudades como Ámsterdam han comenzado a implementar medidas restrictivas para controlar el flujo de visitantes, reduciendo el número de cruceros y limitando las estancias anuales.
Alternativas sostenibles al modelo de crecimiento actual
En lugar de enfocarse únicamente en el crecimiento económico, algunos enfoques buscan una alternativa más equilibrada para el turismo. Se habla de un modelo de postcrecimiento, donde el bienestar social y ambiental es prioritario sobre el aumento del PIB. Entre las estrategias propuestas se encuentran:
El decrecimiento, que sugiere limitar el crecimiento para garantizar la sostenibilidad.
La economía del dónut, que aboga por la prosperidad humana sin depender exclusivamente del aumento del PIB.
Los enfoques regenerativos, que promueven prácticas sostenibles y armoniosas con el entorno.
Estas estrategias ponen el foco en la calidad del turismo, en lugar de en la cantidad de visitantes. En lugares como Copenhague, por ejemplo, se ha implementado el proyecto CopenPay, que recompensa a los turistas que optan por medios de transporte ecológicos o participan en actividades comunitarias.
El papel de los gobiernos en la regulación del turismo
Si bien las ciudades han intentado implementar regulaciones para mitigar los efectos negativos del turismo, los esfuerzos locales no siempre son suficientes. Se necesita un respaldo más amplio por parte de los gobiernos nacionales, ya que las políticas económicas siguen impulsando la expansión de aeropuertos y otras infraestructuras que fomentan el turismo masivo. En el caso de Ámsterdam, por ejemplo, la ampliación del aeropuerto de Schiphol contradice los esfuerzos del gobierno municipal para reducir la cantidad de visitantes.
Un futuro más sostenible para el turismo
Para que el turismo sea verdaderamente beneficioso, es necesario equilibrar el crecimiento económico con la protección del medio ambiente y el bienestar de la comunidad. En lugar de promover un modelo de expansión ilimitada, podrían adoptarse estrategias que incentiven el turismo local, los viajes con bajas emisiones de carbono y el turismo regenerativo. La clave está en avanzar hacia un modelo que garantice beneficios económicos sin comprometer la sostenibilidad a largo plazo.
Este enfoque permite crear una sociedad más resiliente, en la que el turismo contribuya al bienestar general en lugar de convertirse en una fuente de problemas. Al final, lo que realmente importa es que el desarrollo turístico se alinee con los límites ecológicos y las necesidades humanas, asegurando que su impacto sea positivo tanto en el presente como en el futuro.
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