HISTORIA. El Debate de Valladolid sobre los derechos de los pueblos indígenas

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Bartolomé de las Casas en un grabado del siglo XIX. Universidad Católica de Lovaina. Dominio público.

¿Fue la subyugación de los pueblos indígenas un medio justo para impulsar el cristianismo? El 15 de agosto de 1550, un erudito humanista y un fraile dominico debatieron.

Durante el inicio del siglo XVI, tras el descubrimiento y la conquista de América, la Corona española se enfrentó a múltiples desafíos derivados de la expansión colonial. Entre ellos, surgieron intensas discusiones sobre la legitimidad de la conquista y, sobre todo, sobre los derechos y el trato de los habitantes originarios del continente.

El debate se inscribe en una larga polémica surgida a partir de las leyes de encomienda y las Leyes de Burgos (1512), las cuales intentaron establecer un límite y un marco normativo para la relación entre colonizadores e indígenas. Sin embargo, la aplicación de dichas normas generó controversias que se agudizaron con el paso del tiempo, propiciando la necesidad de un debate moral y teológico que clarificara el derecho de la Corona sobre los nativos y las condiciones en que se debía ejercer dicha dominación.

Este contexto de cuestionamientos sobre la justificación y moralidad de la conquista, en el marco de un creciente movimiento humanista y de una preocupación por el bienestar de los indígenas, desembocó en la convocatoria de una Junta en Valladolid en 1550, conocida como el Debate de Valladolid.

Participantes

El debate reunió a destacados teólogos, juristas y humanistas de la época, entre los que sobresalen dos figuras emblemáticas:

Bartolomé de las Casas: Fraile dominico y defensor apasionado de los derechos de los indígenas, que argumentó que estos eran seres humanos plenos, con derechos naturales e inherentes, a pesar de las costumbres consideradas aberrantes por la cultura europea. Las Casas sostuvo que la evangelización debía llevarse a cabo sin violencia y respetando la dignidad de los nativos, y es considerado hoy pionero en la defensa de los derechos humanos en el contexto colonial.
Juan Ginés de Sepúlveda: Teólogo y humanista erudito, que defendió la posición contraria a la de Las Casas. Sepúlveda argumentaba que, debido a las prácticas que consideraba propias de los indígenas —como el canibalismo o los sacrificios humanos—, éstos se encontraban en un estado natural inferior, lo que justificaba la superioridad cultural y militar de los españoles. Su postura, basada en argumentos tomados de la tradición aristotélica y en interpretaciones de la ley natural, pretendía legitimar la conquista y la imposición de la civilización europea.

El intercambio de argumentos entre ambas posturas generó un intenso debate en el Colegio de San Gregorio de Valladolid, que se extendió hasta mayo de 1551, convirtiéndose en uno de los primeros debates públicos acerca de los derechos humanos y el trato ético en la colonización.

Un panel de más de una docena de teólogos, funcionarios y administradores se reunió en el Colegio de San Gregorio de Valladolid para escuchar los argumentos opuestos. Los dos contendientes eran el humanista Juan Ginés de Sepúlveda y el fraile dominico Bartolomé de las Casas. Ambos coincidieron en que la evangelización, la difusión de la verdad cristiana, era el objetivo; la pregunta era: ¿eran la guerra y la subyugación un medio justo para acelerarla?

El debate se inauguró el 15 de agosto de 1550 con un discurso de tres horas de Sepúlveda. Se basó en Aristóteles para argumentar que los pueblos indígenas de América eran «esclavos naturales», incapaces de autogobernarse, y que era deber moral de España librarles la guerra, como preludio a la subyugación y la cristianización. «Son tan inferiores a los españoles como los niños a los adultos, las mujeres a los hombres», escribió: casi «como los monos a los hombres».

Las Casas había regresado recientemente de casi 50 años en América, donde, como obispo de Chiapas, había negado la extremaunción a los colonos españoles cuyas crueldades lo horrorizaban. Su respuesta a Sepúlveda duró cinco días completos.

Las Casas llegó incluso a defender el sacrificio humano, considerado por los españoles como una prueba de barbarie, si no una maldad absoluta. «Tampoco es el sacrificio humano —ni siquiera el de inocentes, cuando se realiza por el bien de todo el estado— tan contrario a la razón natural que deba ser detestado de inmediato», escribió. El sacrificio —ofrecer «el bien más grande y valioso, es decir, la vida humana»— era una muestra de sentimiento religioso, no de irracionalidad.

Consecuencias

Aunque no hubo un veredicto definitivo que resolviera la controversia, el Debate de Valladolid tuvo profundas repercusiones, tanto en el ámbito moral como en el práctico:

Influencia en la legislación colonial: Las discusiones y argumentos expuestos por Bartolomé de las Casas y sus seguidores contribuyeron a la elaboración de reformas y nuevas leyes –como las Nuevas Leyes de Indias de 1542– que buscaron regular el sometimiento y la evangelización de los indígenas. Estas normativas, aunque no erradicaron por completo los abusos, representaron un avance importante en la protección de los derechos de los pueblos originarios.
Fundación de un precedente moral e histórico: El debate estableció un precedente en la historia europea, convirtiéndose en el primer enfrentamiento público donde se discutieron abiertamente temas que hoy se reconocen como referentes en la defensa de los derechos humanos. La figura de Bartolomé de las Casas, en particular, se erigió como símbolo de la lucha contra la opresión y de la búsqueda de justicia para los pueblos colonizados.
Impacto en la percepción del colonialismo: El intercambio de ideas en Valladolid abrió la puerta a futuros debates sobre la relación entre la colonización y la ética, influyendo en la percepción histórica del proceso de conquista y en la evolución de las corrientes de pensamiento humanista y teológico en Europa.

Conclusión

El Debate de Valladolid del 15 de agosto de 1550 es un hito en la historia colonial y moral de la España del Siglo de Oro. Si bien no resolvió de manera categórica la polémica sobre el trato de los indígenas, sentó las bases para futuras reformas y generó un impacto duradero en el pensamiento humanitario. Las posturas enfrentadas entre Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda siguen siendo estudiadas y recordadas como reflejo de los dilemas éticos y políticos que acompañaron la expansión europea en el Nuevo Mundo.

En 1551 se celebró una segunda sesión; al menos un juez no emitió su dictamen hasta 1557. La conquista y la crueldad continuaron. Aun así, el debate marcó un hito, un punto en el que podemos ver la configuración de las cuestiones modernas sobre los derechos humanos. En 1573, Felipe II promulgó una nueva ordenanza que regulaba todos los descubrimientos futuros por tierra o mar. Prohibió el término «conquista» y recomendó en su lugar la pacificación . A su manera, esa también fue una respuesta moderna a la cuestión.