valle del Ricote, Murcia, turismo
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Vista general de Ulea desde Villanueva del Río Segura. Valle de Ricote./Sebasgs |
Un edén murciano entre acequias, palmeras y olivos milenarios que guarda memoria en cada uno de sus rincones de uno de los episodios históricos clave en la historia del país.
El Valle del Ricote es una joya oculta en la Región de Murcia, un enclave donde la naturaleza, la huerta tradicional y la rica herencia morisca se entrelazan para ofrecer una experiencia turística única. Ubicado en la cuenca media del río Segura, este valle acumuló a lo largo de los siglos el legado de sus antiguos pobladores, dejando un patrimonio que invita a los visitantes a descubrir historias milenarias mientras se disfruta de paisajes de extraordinaria belleza.
Conocido también como "Valle Morisco", este territorio fue fundamental durante la dominación islámica en la Península Ibérica. Las huellas de aquella época se perciben en la arquitectura, las reconstrucciones de fortalezas, y en las estrechas calles de algunos de sus pueblos. La fusión de culturas que marcó este tiempo ha dejado un legado de tolerancia y aporte cultural que se conserva en tradiciones y en el vocabulario que aún resuena en el habla local. La historia del valle se entreteje en leyendas y relatos, haciendo de cada visita no solo un recorrido paisajístico, sino también una travesía a través del tiempo y la identidad cultural.
El paisaje del valle es un microcosmos natural de gran belleza. Foto: AdobestockEl paisaje del valle de Ricote y Cieza tiene mucho de milagroso, pero también de armonía antropogénica. Aquí la mano del hombre ha ido modelando y adecuando el entorno gracias a los ingeniosos sistemas de riego, con sus acequias, azarbes y partidores, distribuyen el agua, en un equilibrio perfecto no carente de belleza tal demuestra cada primavera el mar rosado de Cieza.
Entre montañas yermas, el río Segura crea un corredor verde intenso. Limoneros, naranjos, granados y olivos crecen en terrazas escalonadas. Las palmeras, herencia directa del norte de África, se recortan contra el cielo azul implacable. Recuerdan en su cimbrear a aquellos moriscos españoles, como el morisco Ricote cervantino, que lamentaron perder esta pequeña patria en su destierro forzoso.
Cada año entre los meses de febrero y marzo, las 13.000 hectáreas de frutales que salpican la localidad murciana de Cieza despiertan de su letargo por un periodo que no suele superar las tres semanas en una especie de Hamani patrio de igual belleza que el Japonés.Un poco de Historia
En plena vega del río Segura el viajero localiza el último reducto morisco del Levante español, sin duda uno de los parajes más bellos y menos conocidos de la fértil vega murciana. El paseo a lo largo y ancho del Valle del Ricote transcurre entre árboles frutales y un ejemplar entramado de acequias, azarbes y canales que reparten el riego por las diferentes parcelas.
En 1610, el rey Felipe III expulsó a los últimos moriscos que quedaban en España. Estos eran descendientes de los antiguos moros forzados a convertirse al cristianismo en tiempos de los Reyes Católicos. En Murcia y, en especial en este valle, en la zona de alrededor del curso alto-medio del Segura, hubo muchos moriscos.
El lugar se convirtió en el punto de partida de uno de los caudillos musulmanes más importantes del siglo XIII, Ibn Hud, quien, y tras su sublevación en el castillo de Ricote consiguió aglutinar bajo su mandato a buena parte del territorio musulmán español durante diez años.
Un Paisaje de huerta y naturaleza viva
El valle es famoso por sus extensas huertas, que durante generaciones han permitido la producción de frutas, hortalizas y olivos, dando vida a un paisaje rural tradicional que aún se mantiene en pie. La sinergia entre la tierra y el agua, visible a cada paso, es una muestra del aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, que ofrece no solo un cuadro idílico, sino también la oportunidad de degustar productos frescos y auténticos en numerosos mercados y restaurantes locales. Los visitantes pueden recorrer senderos rurales, disfrutar de rutas ciclistas o realizar paseos a pie que revelan la belleza de sus campos y la tranquilidad del entorno.
Pueblos con encanto y patrimonio vivo
Dentro del Valle del Ricote destacan varios pueblos que merecen ser conocidos. Cieza es uno de los núcleos urbanos más grandes y ofrece un patrimonio arquitectónico que fusiona restos históricos con una vibrante vida moderna. Ricote, pequeño y pintoresco, conserva la esencia del pasado morisco, invitando al visitante a perderse por sus callejuelas. Otros destinos de interés incluyen Ojós y Ulea, donde la relación con la naturaleza y la tradición agrícola se reflejan en cada rincón, y Archena, famoso por sus aguas termales y su oferta de relajación junto a la rica gastronomía regional. Cada uno de estos pueblos es una pieza fundamental en el mosaico cultural del valle, donde la historia y la vida campesina se unen para ofrecer un turismo auténtico y enriquecedor.
No resulta aconsejable abandonar el valle sin visitar Ceutí, uno de esos pueblos de habitantes inspirados e inquietos que sorprenden a quien lo visita. Las calles y jardines del sitio son un museo al aire libre de esculturas y murales cedidos por artistas internacionales.
En una antigua fábrica vegetales de Ceutí se halla un museo etnológico llamado Siete Chimeneas donde se explica la vida de los pueblos de la comarca en siglos pasados.
Mientras, en el museo Antonio Campillo se puede visitar una casa señorial del siglo XIX con interesantes escenas costumbristas de la sociedad huertana y en Ceutimagna un museo de las ciencias e historia natural.
Iglesia localizada en el municipio de Abarán./valledelricote.comMicrocosmos de pueblecitos
Alrededor de Ricote, siete pueblos dibujan un microcosmo excepcional. En Blanca, aguarda el mirador flotante y vertiginoso de Alto de Bayna. Con el pueblo a un lado y el embalse de Ojós a otro, este balcón natural es uno de los mejores observatorios para ver el cómo el atardecer tiñe de púrpura el valle. Junto al embalse, el pino del Solvente permanece como señal natural del lugar donde antaño se reunían las aljamas moriscas para tomar decisiones comunitarias. En Ojós, las casas solariegas y los palacetes se asoman al azud donde el río Segura se remansa como recreándose en su propio reflejo.
Es en el río donde se encuentra otro de los legados moriscos girando sin parar: las norias que se concentran en Abarán y que se pueden ver siguiendo la Ruta de las Norias (SL-MU 28), donde destaca la Gran Noria, la más grande de Europa aún en funcionamiento, impresiona por su tamaño y por su perfección. En tiempos digitales y electrificados, este gigante sigue elevando agua como hace siglos hasta la huerta al modo tradicional, permitiendo el verdor incluso en los veranos más tórridos: estas norias son catedrales de ingeniería hidráulica, liturgias circulares del agua que perviven en pleno siglo XXI.
El valle de Ricote está salpicado de norias de todos los tamaños, muchas de ellas aún en funcionamiento. Foto: AdobestockPara templos religiosos propiamente, el de Ulea, donde se presume de tener la iglesia más antigua del valle, la Iglesia Parroquial de San Bartolomé y Vera Cruz, una joya del siglo XV en la que se puede ver la evolución de la antigua mezquita musulmana al templo actual en un sincretismo arquitectónico. Villanueva del Río Segura conserva un casco urbano de calles estrechas y empinadas, plazoletas sorpresivas y casas que se abrazan entre sí para protegerse del calor estival. Mientras que si lo que se busca es un poco de bienestar, hay que señalar hacia Archena, famosa por su balneario de aguas termales utilizado desde época romana y donde el tiempo se diluye en vapores minerales.
Parece la Alhambra, pero es el balneario de Archena.Una Experiencia Integral para el Viajero
El Valle del Ricote no es solo un lugar para admirar paisajes; es una experiencia integral para quienes buscan conectar con la naturaleza, la historia y la cultura local. Actividades como excursiones a caballo, rutas de senderismo, degustaciones gastronómicas y visitas a monumentos históricos complementan el recorrido, permitiendo a los visitantes empaparse de un ambiente único que conjuga el pasado con el presente. Además, la hospitalidad de sus gentes y la oferta de alojamientos rurales hacen del valle un destino ideal para aquellos que desean desconectar del bullicio urbano y sumergirse en un entorno lleno de tradición y belleza natural.
El Valle del Ricote es, sin duda, un destino imperdible en Murcia donde la naturaleza, la huerta y la huella morisca se unen para contar la historia de un pueblo que ha sabido preservar su identidad y encanto a lo largo del tiempo. Visitar este valle es adentrarse en un paseo por la historia, la cultura y la excelencia de la vida rural, ofreciendo un viaje inolvidable que celebra lo auténtico y lo natural.
Vistas desde el mirador de Alto de Bayna, con el embalse a la derecha y el pueblo de Blanca a la izquierda.
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