arqueología, oasis amurallados, Arabia
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Reconstrucción en 3D del recinto occidental de la Edad del Hierro Final en el oasis amurallado de Dumat al-Jandal (© Proyecto Arqueológico Dumat al-Jandal; figura de M. Bussy y G. Charloux). |
Una nueva investigación en el noroeste de Arabia Saudita ha identificado la existencia de una red de recintos fortificados previamente desconocidos.
03 julio 2025.- Conocidos como Complejos de Oasis Amurallados (Walled Oases Complex), estos asentamientos consistían en grandes murallas defensivas que rodeaban oasis desérticos y que ayudaban a albergar y proteger cultivos, fuentes de agua y rebaños de cabras y ovejas. Basándose en imágenes satelitales y reconocimiento terrestre, el estudio localizó cuatro complejos previamente desconocidos en Dumat al-Jandal, Hait, Huwayyit y Khaybar, que datan de miles de años atrás. El descubrimiento cambia la percepción de Arabia como un desierto dominado por beduinos y demuestra que existieron sociedades sedentarias complejas hace hasta 5000 años
Los vestigios más antiguos datan de los inicios del tercer milenio a.C., cuando los oasis de Tayma y Qurayyah erigieron sus primeras defensas mudébares y de tapial, posiblemente inspiradas en modelos urbanos del Levante mediterráneo. Hacia el segundo milenio a.C., el fenómeno se expandió a Harrat Khaybar (Khaybar, Al-Ayn, al-Tibq), donde paredes de hasta 2 m de espesor y 8 km de longitud envolvían asentamientos prósperos. Durante la Edad del Hierro (1200–550 a.C.) surgieron ampliaciones y nuevas construcciones en Dumat al-Jandal; en época helenística, el modelo llegó hasta Thaj, al este de la península.
Arquitectura y fortificaciones
Las murallas están hechas de adobe y tapia, reforzadas con bastiones adosados que permitían la vigilancia de terrazas agrícolas y pozos interiores. Su grosor medio oscila entre 1,5 y 2,5 m, y en algunos casos alcanzan los 5 m de altura original. Se calculan muros de hasta 14,5 km en Khaybar, de los cuales hoy subsisten unos 5,9 km con 74 baluartes. La construcción y mantenimiento de estas defensas requirió esfuerzos comunitarios continuos, reflejo de una autoridad política establecida dentro del oasis.
El oasis amurallado de al-Ayn reconstruido en Google Earth (A), y vistas aéreas de la muralla (B) con bastión adosado (C) y mampostería interior (D) (figura de G. Charloux).Funciones y usos socioeconómicos
Lejos de ser meros recintos militares, las murallas cumplían tres funciones principales:
Protección de recursos: aseguraban el control del agua en pozos y cursos intermitentes, y salvaguardaban cereales, palmeras datileras y huertos de frutas de incursiones externas.
Resguardo del ganado: en su interior pastaban cabras y ovejas, esenciales para la economía local y el comercio de productos lanosos.
Símbolo de poder: servían de manifestación pública del prestigio de la entidad política local, reforzando la cohesión social y disuadiendo amenazas tribales o nómadas
Este modelo contribuyó al florecimiento de los reinos caravaneros que articulaban rutas comerciales entre el Mediterráneo y el Golfo Pérsico.
A) Muro largo observado en Al-Wadi; B) muro de recinto en Shayb Suways reconstruido en mapas de Bing; C) muros identificados en Al-Wadi en Google Earth (figura de G. Charloux).Descubrimiento y metodología arqueológica
La identificación de cuatro oasis hasta entonces desconocidos (Dumat al-Jandal, Khaybar, Hait y Huwayyit) se realizó mediante análisis de imágenes satelitales y fotografías aéreas históricas de 1964. Los arqueólogos combinaron teledetección con prospecciones de superficie y sondajes puntuales, recuperando cerámica bruñida, restos arquitectónicos y dataciones por radiocarbono que sostienen la cronología propuesta. Reconstrucciones 3D de enclaves como el recinto occidental de Dumat al-Jandal ilustran la magnitud de estas urbes fortificadas en medio del desierto.
Vínculos con las rutas caravaleras
Los oasis amurallados del noroeste de Arabia no eran simples refugios aislados, sino nodos estratégicos en una vasta red de intercambio transdesértico que conectaba el Mediterráneo con el Golfo Pérsico y el sur de Arabia. Situados a intervalos regulares—aproximadamente cada 100–150 km, distancia que podían cubrir las caravanas de camellos en una jornada—ofrecían agua, forraje y almacenamiento seguro para especias, incienso y mirra.
Las imponentes murallas cumplían aquí un papel doble: protegían a los mercaderes y sus mercancías de bandas nómadas hostiles, y aseguraban la integridad de los recursos locales (huertos datileros, pozos y graneros), fundamentales para sostener caravanas de cientos de animales. Según estudios arqueológicos, estos enclaves fortificados contribuyeron a consolidar las primeras trazas de la llamada “ruta del incienso”, facilitando el transporte continuo de resinas aromáticas desde Dhofar (Omán) hasta los puertos fenicios del Mediterráneo.
Al servir como centros de aprovisionamiento, control y redistribución, los oasis amurallados impulsaron la formación de reinos caravaneros y la circulación de bienes, culturas e ideas. Su extraordinaria longevidad—más de cuatro mil años de ocupación—refleja la eficacia de este modelo de asentamiento para dominar los retos logísticos y de seguridad que imponía el desierto.
Legado y pervivencia
El modelo del oasis amurallado no desapareció tras la Antigüedad. Hacia el siglo XIX, ciudades como Medinah, al-Ula y Anaizah seguían empleando muros —ahora de piedra— para proteger extensas zonas agrícolas y aldeas rurales, demostrando la eficacia de esta estrategia de ocupación del paisaje desértico. Incluso en el siglo XX, algunos restablecimientos y restauraciones mantuvieron viva la tradición de la muralla como elemento vertebrador del espacio rural y urbano en el noroeste de Arabia.
El oasis amurallado no es meramente defensivo, sino que representa un modelo de desarrollo socioeconómico que marca la completa apropiación de un paisaje rural y bien irrigado por una entidad política. Esta autoridad política, instalada en una ciudad fortificada ya en la Edad del Bronce, planificó, construyó y gestionó las imponentes murallas exteriores (construidas inicialmente en una sola etapa). Varios oasis amurallados se mantuvieron en pie durante siglos y este complejo desempeñó un papel crucial en el auge de los reinos caravanas del norte de Arabia, incrementando la complejidad social durante la Edad del Hierro. Más recientemente, el modelo estático del oasis amurallado demostró ser particularmente eficaz para proteger los paisajes rurales y de asentamientos de las incursiones de otras entidades tribales durante los siglos XIX y XX.
Este modelo perdurable de ocupación rural en el desierto del noroeste de Arabia exhibe notables variaciones a lo largo del tiempo y el espacio, lo que refleja diferentes estrategias colectivas. Se vio notablemente afectado por múltiples factores, como las fluctuaciones ambientales, los avances tecnológicos y socioeconómicos, y los cambios en la dinámica de asentamiento, el comercio caravanero y las prácticas defensivas. A pesar de las limitaciones actuales en la comprensión de los sistemas de fortificación locales, incluyendo su datación y métodos de construcción, el descubrimiento o la confirmación de nuevos oasis amurallados subraya la necesidad de una mayor exploración arqueológica de este fenómeno milenario en el noroeste de Arabia y en otros contextos desérticos.
Este hallazgo arqueológico transformará nuestra visión del pasado preislámico de Arabia, mostrando sociedades sedentarias complejas con capacidad para dominar y organizar el entorno más inhóspito a lo largo de cinco milenios.
Fuente: Charloux G, Alonazi M. The Walled Oases Complex in north-west Arabia: evidence for a long-term settlement model in the desert. Antiquity. Published online 2025:1-9. doi:10.15184/aqy.2025.10125
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