cambio climático, créditos de carbono
La idea de que las emisiones pueden compensarse mediante proyectos que pretenden evitar liberaciones o eliminar dióxido de carbono de la atmósfera es fatalmente errónea.
15 octubre 2025.- Durante años, las compensaciones o créditos de carbono han sido promocionadas como una herramienta vital para combatir la crisis climática, permitiendo a empresas y naciones "neutralizar" sus emisiones invirtiendo en proyectos de reducción en otros lugares. Sin embargo, la ciencia ha lanzado una advertencia contundente: gran parte de este mercado, especialmente el voluntario, está fallando en ofrecer reducciones reales, poniendo en riesgo los objetivos climáticos globales.
Recientemente, publicaciones científicas de alto impacto como Nature han dado voz a un número creciente de expertos que cuestionan la solidez de estos mecanismos, señalando que, en el mejor de los casos, son ineficientes y, en el peor, una distracción peligrosa.
El Engaño de la "Adicionalidad"
Uno de los pilares fundamentales para que un crédito de carbono sea legítimo es la adicionalidad. Un proyecto es "adicional" solo si la reducción de emisiones o la eliminación de carbono ocurre gracias a la financiación proporcionada por la venta de créditos, y no habría sucedido de otra manera.
El problema: Numerosas investigaciones han encontrado que muchos créditos se generan a partir de proyectos que ya eran rentables o que estaban legalmente obligados a implementar las reducciones. Si una empresa ya iba a proteger un bosque o actualizar una tecnología, vender créditos por esa acción resulta en una reducción de emisiones ficticia. En esencia, el dinero de la compensación premia a los "buenos cuentacuentos" en lugar de impulsar nuevos esfuerzos climáticos.
Fugas y falta de permanencia
Incluso los proyectos con buena intención a menudo fracasan debido a desafíos logísticos y ambientales:
La Fuga (Leakage): Un proyecto de reforestación o conservación forestal puede proteger un área determinada, pero si los agentes que causaban la deforestación simplemente se desplazan a un bosque adyacente para continuar talando, el efecto neto sobre las emisiones globales es nulo. Esto se conoce como el problema de la "fuga".
La Permanencia: Los proyectos de secuestro de carbono, especialmente los basados en la naturaleza (bosques o suelos agrícolas), son inherentemente vulnerables. El carbono almacenado en un árbol puede ser liberado a la atmósfera en caso de un incendio forestal, una plaga o un cambio en el uso del suelo. De igual forma, el carbono almacenado en el suelo puede liberarse mediante prácticas agrícolas inadecuadas o el mismo cambio climático (a través de sequías o actividad microbiana alterada). La "reducción" por la que se compró el crédito puede desaparecer en una década.
El Riesgo del "permiso para contaminar"
Quizás la crítica más potente radica en el efecto perverso que tienen los créditos de carbono sobre las entidades compradoras.
La principal amenaza es lo que se conoce como riesgo moral o la creación de una "licencia para contaminar". Las empresas compran créditos de carbono para justificar el mantenimiento de sus propias operaciones emisoras. Al hacerlo, priorizan la compensación sobre la mitigación directa de sus emisiones.
Los científicos enfatizan que, dada la implacable matemática del cambio climático, la única manera de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas es a través de una reducción de emisiones propia y radical de todas las fuentes. Si una empresa utiliza los créditos como sustituto, en lugar de complemento, para no tener que reducir sus propias emisiones, el esfuerzo global se ralentiza drásticamente y es insuficiente para evitar un calentamiento catastrófico.
Conclusión
La ciencia es clara: si bien los mecanismos financieros para apoyar la descarbonización en el Sur Global son cruciales, el sistema actual de créditos de carbono, tal como opera, no garantiza la integridad ambiental necesaria. La inversión en compensaciones nunca debe ser la única o la primera línea de acción contra el cambio climático.
Según la jerarquía de mitigación promovida por iniciativas basadas en la ciencia, las organizaciones deben seguir tres pasos estrictos:
Evitar las emisiones.
Reducir las emisiones restantes al máximo.
Solo entonces, compensar las emisiones residuales e inevitables con créditos de la más alta calidad y probidad.
Mientras el mercado de compensaciones no garantice una adicionalidad y permanencia indiscutibles, seguirá siendo, en gran medida, una peligrosa distracción que nos da una falsa sensación de progreso climático.

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