OPINIÓN. Milei, el “rey” de una democracia moralmente extraviada

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El argentino Milei promete más reformas tras su triunfo electoral de ayer

27 octubre 2025.- En el imaginario político contemporáneo, Javier Milei ha emergido como una figura disruptiva que, para muchos, encarna el síntoma más visible de una sociedad democrática desorientada en lo moral y lo social. 

Su ascenso no se explica únicamente por sus propuestas económicas o su estilo provocador, sino por el vacío que deja una ciudadanía desencantada, instituciones debilitadas y una cultura política que ha perdido referentes éticos sólidos.

Milei se presenta como un “libertario” radical, pero su figura opera más como un monarca simbólico de una era donde el discurso de la libertad se confunde con la desregulación total, y donde el individuo se erige como único centro de sentido. En este contexto, el “rey Milei” no gobierna con corona, sino con algoritmos, micrófonos y gestos de confrontación que apelan a una emocionalidad social profundamente herida.

Su popularidad revela una democracia que ha dejado de educar en valores colectivos, que ha cedido terreno al espectáculo, y que ha permitido que el debate público se transforme en campo de batalla. En lugar de fortalecer el tejido común, se ha normalizado la fragmentación, el desprecio por el otro y la exaltación del yo.

La figura de Milei, entonces, no es causa sino consecuencia: un reflejo de una sociedad que ha perdido el norte ético, que busca respuestas rápidas a problemas complejos, y que encuentra en el líder carismático una ilusión de orden en medio del caos. Su reinado simbólico interpela no solo a Argentina, sino a todas las democracias que, en su fragilidad, pueden confundir la libertad con el abandono de lo común.

¿Es Milei el rey de una nueva era o el espejo de una decadencia que exige reconstrucción? La respuesta no está en él, sino en la capacidad de la sociedad para recuperar el sentido de comunidad, justicia y responsabilidad compartida.

La Crónica del Henares