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| Impresión artística de chispas de sílex y pirita. Fotografía: Craig Williams, miembro del consejo del Museo Británico. |
13 diciembre 2025.- Un descubrimiento sin precedentes en un antiguo pozo de arcilla en Suffolk revela la evidencia más antigua del mundo de creación deliberada de fuego, adelantando este hito tecnológico en 350.000 años y demostrando que los neandertales poseían una inteligencia mucho más compleja de lo que creíamos.
Durante décadas, la visión tradicional de la evolución humana sugería que la capacidad de crear fuego a voluntad —y no solo de aprovechar el provocado por rayos o incendios naturales— era una habilidad relativamente reciente, dominada por nuestra especie (Homo sapiens) hace unos 50.000 años. Sin embargo, una nueva investigación arqueológica publicada esta semana en la revista Nature ha hecho saltar por los aires esa cronología.
Un equipo de científicos liderado por el Museo Británico y el Museo de Historia Natural de Londres ha hallado pruebas concluyentes de que los primeros neandertales que habitaban lo que hoy es Barnham, en Suffolk (Reino Unido), ya dominaban la tecnología para encender hogueras hace 400.000 años.
La "pistola humeante": pirita y pedernal
El hallazgo se centra en un yacimiento paleolítico conocido desde hace tiempo, pero que guardaba un secreto microscópico. Los arqueólogos, tras años de excavaciones meticulosas, identificaron no solo sedimentos de arcilla horneada y herramientas de piedra estalladas por el calor, sino el elemento clave que cambia la historia: dos pequeños fragmentos de pirita de hierro.
La pirita, un mineral que no se encuentra de forma natural en esa zona de Suffolk, tuvo que ser transportada deliberadamente por estos homínidos. Su función es clara para los expertos: al golpearla contra el pedernal, la pirita produce chispas calientes capaces de prender yesca seca.
"El hecho de encontrar pirita significa que no solo mantenían el fuego, sino que lo fabricaban", explica el profesor Nick Ashton, conservador de las colecciones paleolíticas del Museo Británico. "Tenían un 'kit de encendido' y conocían las propiedades de los materiales. Esto denota una planificación y una capacidad cognitiva sorprendentes".
Más que calor: un salto evolutivo
Los análisis geoquímicos confirmaron que los fuegos de Barnham alcanzaron temperaturas superiores a los 700 °C y se realizaron repetidamente en el mismo lugar, descartando la hipótesis de incendios forestales accidentales.
Este dominio del fuego habría transformado radicalmente la vida de los neandertales en el frío entorno del norte de Europa. No solo les proporcionaba calor y protección contra los depredadores, sino que permitía cocinar alimentos. La cocción facilita la digestión y libera más energía, un factor crucial para alimentar cerebros cada vez más grandes.
Además, el fuego actuaba como el primer "centro social". "Alrededor de la hoguera se extendía el día", señala el profesor Chris Stringer, experto en evolución humana. "Ese tiempo extra de luz y calor favorecía la interacción social, la planificación y quizás el desarrollo de formas tempranas de comunicación compleja".
Una nueva imagen del Neandertal
Este descubrimiento se suma a la creciente evidencia que aleja a los neandertales del estereotipo de brutos primitivos. Si hace 400.000 años ya poseían la tecnología para iniciar fuegos a voluntad, su comportamiento y estructura social eran mucho más parecidos a los nuestros de lo que la ciencia se atrevía a admitir hasta ahora.
El yacimiento de Suffolk se convierte así en un punto de referencia mundial, demostrando que la chispa de la civilización se encendió mucho antes de lo que los libros de historia nos habían contado.

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