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Habiendo colocado la inteligencia artificial en el centro de su propia estrategia económica, China está impulsando esfuerzos para crear un sistema internacional que rija el uso de esa tecnología.
02 diciembre 2025.- Mientras Washington apuesta por soltar las riendas regulatorias para potenciar la innovación, China contraataca con una propuesta de gobernanza centralizada y multilateral. La creación de la Organización Mundial de Cooperación en Inteligencia Artificial (WAICO) no es solo un organismo burocrático; es el último intento de Pekín para liderar al "Sur Global" y evitar que Occidente monopolice el futuro de la tecnología.
El enfoque de China: soberanía y liderazgo alternativo
La propuesta de WAICO cristaliza una estrategia que China lleva gestando años a través de su Iniciativa de Gobernanza Global de la IA. A diferencia del enfoque estadounidense —que, bajo una administración centrada en la desregulación, prioriza la velocidad del mercado y la competencia militar/comercial—, China aboga por un modelo donde el Estado mantiene un control férreo sobre el desarrollo tecnológico.
El enfoque de Pekín es doble:
Seguridad y Control: China promueve la idea de que la IA debe respetar la "soberanía nacional", un código para permitir que cada estado controle su ciberespacio y sus flujos de datos sin interferencia externa.
El Campeón del Sur Global: Al proponer un organismo "inclusivo" bajo el paraguas de la ONU (o paralelo a él), China se posiciona como la voz de los países en desarrollo que sienten que los foros actuales (como el G7 o las cumbres de seguridad de Reino Unido/EE.UU.) son clubes exclusivos de naciones ricas.
¿Cómo sería un organismo global de IA bajo este modelo?
Si WAICO llegara a materializarse según la visión china, diferiría significativamente de los organismos técnicos actuales:
Estructura estatal: A diferencia de modelos "multistakeholder" preferidos por Occidente (donde empresas, academia y sociedad civil tienen voz), WAICO probablemente sería un organismo intergubernamental estricto. Los estados votarían y decidirían, limitando la influencia directa de las grandes tecnológicas estadounidenses.
Foco en el desarrollo: Mientras que las discusiones en EE.UU. y Europa a menudo giran en torno al "riesgo existencial" (la IA terminando con la humanidad), un organismo liderado por China probablemente priorizaría el "derecho al desarrollo" y la transferencia de tecnología, temas muy atractivos para África, Latinoamérica y el Sudeste Asiático.
Estandarización: WAICO buscaría establecer estándares técnicos globales (desde el etiquetado de datos hasta la censura algorítmica) que sean compatibles con el ecosistema tecnológico chino, facilitando así la exportación de sus plataformas.
Posibilidades de éxito y riesgos
El análisis sugiere que el éxito de WAICO depende de cómo definamos "éxito":
¿Gobernanza verdaderamente global? (Baja probabilidad): Es improbable que Estados Unidos y sus aliados clave se unan a un organismo diseñado por su principal rival estratégico, especialmente si perciben que su objetivo es legitimar el control estatal sobre la información. Sin la participación de las potencias que albergan a las empresas de IA más avanzadas (NVIDIA, OpenAI, Google), WAICO carecería de dientes técnicos.
Fragmentación del orden mundial (Alta probabilidad): Lo más factible no es un gobierno mundial unificado, sino una bifurcación. Podríamos ver un "bloque WAICO" alineado con los estándares chinos y un "bloque occidental" con sus propias normas. Esto consolidaría una "Guerra Fría Tecnológica" donde los sistemas de IA de un bloque no son interoperables con los del otro.
Influencia diplomática (Alta probabilidad): Incluso si WAICO no logra gobernar la IA globalmente, sirve como una victoria diplomática para China. Le permite retratar a Estados Unidos —enfocado en la desregulación y el "America First"— como una potencia irresponsable que descuida la seguridad global, mientras China se presenta como la defensora del orden y la cooperación multilateral.
Conclusión: La propuesta de WAICO confirma que la gobernanza de la IA ya no es un debate técnico, sino el nuevo teatro de la geopolítica. Mientras EE.UU. libera a sus gigantes tecnológicos de ataduras regulatorias para ganar la carrera armamentística de la IA, China intenta construir la "arquitectura de la carretera" por la que transitará esa tecnología en el resto del mundo.

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