OPINIÓN. Por qué la dependencia de Occidente refuerza el proteccionismo de Estados Unidos

proteccionismo, dependencia, EEUU, opinión, aranceles

 

La dependencia económica, tecnológica y energética de Occidente respecto a Estados Unidos puede favorecer su posición proteccionista y justificar la imposición de aranceles como herramienta de presión o ventaja estratégica.

24 octubre 2025.- En un contexto global marcado por tensiones comerciales, transiciones energéticas y disputas tecnológicas, la posición proteccionista de Estados Unidos no solo responde a intereses internos, sino que se ve reforzada por una realidad estructural: la dependencia de sus aliados occidentales.

Europa, Reino Unido, Canadá y Australia comparten con EE.UU. valores democráticos y vínculos históricos, pero también una profunda dependencia en sectores clave. En tecnología, por ejemplo, Europa importa gran parte de sus infraestructuras digitales, software y componentes de empresas estadounidenses. 

En energía, la UE ha incrementado su consumo de gas natural licuado procedente de EE.UU. desde la crisis energética de 2022. En defensa, la OTAN sigue siendo el marco de seguridad dominante, con Washington como eje central. Y en finanzas, el dólar continúa siendo la moneda de referencia mundial.

Esta interdependencia, lejos de equilibrar las relaciones, otorga a EE.UU. una ventaja negociadora que le permite imponer aranceles o restricciones comerciales sin temor a represalias significativas. Las medidas proteccionistas, como las aplicadas al acero, los semiconductores o los vehículos eléctricos, se justifican bajo el paraguas de la “seguridad nacional”, pero también funcionan como palancas para condicionar decisiones estratégicas de sus socios.

La paradoja es evidente: mientras Europa y otros aliados buscan autonomía estratégica, EE.UU. refuerza su posición mediante políticas que, en la práctica, desincentivan el desarrollo de capacidades propias. La imposición de aranceles no solo protege su industria, sino que limita la competencia externa en sectores emergentes.

Este escenario plantea una pregunta urgente: ¿puede Occidente construir una relación más simétrica sin romper sus alianzas? La respuesta pasa por reducir la dependencia tecnológica, energética y financiera, y por fomentar una cooperación basada en la complementariedad, no en la subordinación.

La autonomía no implica ruptura, pero sí exige voluntad política, inversión estratégica y una visión compartida del futuro. Mientras tanto, el proteccionismo estadounidense seguirá siendo una herramienta eficaz, no solo por su poder económico, sino por la dependencia de quienes lo rodean.

La Crónica del Henares