En todo el mundo, los políticos buscan cada vez más desesperadamente contener las consecuencias explosivas de la crisis energética. En aq...
En todo el mundo, los políticos buscan cada vez más desesperadamente contener las consecuencias explosivas de la crisis energética. En aquellas partes de Asia, Medio Oriente y África ya sumidas en múltiples dificultades económicas y políticas, la crisis está resultando catastrófica.
19 agosto 2022.- Aquellos que importan gas natural licuado ahora deben competir con los recién llegados europeos al mercado de GNL que buscan una alternativa al gas ruso canalizado. A principios del verano, Pakistán no pudo completar una sola licitación de GNL. En los países pobres, gran parte de los recursos del Estado se destinan a subsidiar el consumo de energía. A los precios vigentes, algunos no pueden: a principios de este mes, la Junta de Electricidad de Sri Lanka impuso un aumento del 264 por ciento a los usuarios de energía más pobres del país.
En Europa, los gobiernos quieren aliviar las terribles presiones sobre los hogares, así como las pequeñas empresas y las que consumen mucha energía, mientras permiten que los precios en espiral, las súplicas de consumir menos y el temor por el próximo invierno reduzcan la demanda. Fiscalmente, esto significa financiación estatal para reducir el aumento de las facturas de energía subsidiando a los distribuidores, como en Francia, o transfiriendo dinero a los ciudadanos para pagar esas facturas, como en el Reino Unido.
Lo que no está disponible en ninguna parte son medios rápidos para aumentar el suministro físico de energía. Esta crisis no es una consecuencia inadvertida de la pandemia o de la brutal guerra de Rusia contra Ucrania. Tiene raíces mucho más profundas en dos problemas estructurales.
Primero, por desagradable que sea esta realidad por razones climáticas y ecológicas, el crecimiento económico mundial aún requiere la producción de combustibles fósiles. Sin más inversión y exploración, es poco probable que haya suficiente oferta a mediano plazo para satisfacer la demanda probable. La actual crisis del gas tiene su origen en el aumento del consumo de gas impulsado por China durante 2021. La demanda creció tan rápidamente que solo estaba disponible para su compra en Europa y Asia a precios muy altos. Mientras tanto, el respiro del aumento de los precios del petróleo este año solo se ha materializado cuando los datos económicos de China no son propicios. A juicio de la Agencia Internacional de Energía, es muy posible que la producción mundial de petróleo sea inadecuada para satisfacer la demanda el próximo año.
Durante gran parte de la década de 2010, la economía mundial se las arregló con el auge del petróleo de esquisto. Si la producción de EE.UU. no se duplicara con creces entre 2010 y 2019, el mundo habría estado atrapado en una crisis petrolera permanente desde 2005, cuando la producción de petróleo crudo convencional (petróleo extraído sin fracturación hidráulica, "fracking" o de arenas bituminosas) se estancó.
Pero el esquisto estadounidense no puede volver a expandirse al mismo ritmo. Aunque se prevé que la formación de petróleo de esquisto bituminoso más grande de EE.UU., la Cuenca Pérmica en el oeste de Texas y el sureste de Nuevo México, alcance una producción récord el próximo mes, la producción general de EE.UU. aún está más de 1 millón de barriles por día por debajo de lo que era en 2019. el Pérmico, la producción diaria por pozo está disminuyendo.
Más perforaciones en alta mar, del tipo abierto en el Golfo de México y Alaska por la Ley de Reducción de la Inflación, requerirán precios más altos o inversores dispuestos a invertir capital independientemente de las perspectivas de ganancias. Las mejores perspectivas geológicas para un cambio de juego similar a lo que sucedió en la década de 2010 se encuentran en la enorme formación de petróleo de esquisto de Bazhenov en Siberia.
Pero las sanciones occidentales significan que la perspectiva de que las grandes petroleras occidentales ayuden a Rusia tecnológicamente es un callejón sin salida geopolítico.
En segundo lugar, poco se puede hacer para acelerar inmediatamente la transición de los combustibles fósiles. Los reactores micronucleares planificados en Gran Bretaña no se completarán hasta la década de 2030. Hacer funcionar las redes eléctricas con cargas base solares y eólicas requerirá avances tecnológicos en el almacenamiento. Es imposible planificar con confianza qué progreso se habrá materializado en 10 años, y mucho menos el próximo año. Pero precisamente porque una transición energética es esencial para reducir el consumo de combustibles fósiles, la inversión a gran escala es imperativa.
El único camino a seguir es el realismo a corto plazo, reconociendo que no hay vuelta atrás a la energía barata, aliada a una ambición radical a largo plazo. Una comprensión de las realidades geopolíticas también es esencial. Estados Unidos sigue siendo, con cierta distancia, la potencia dominante del mundo. Su poder naval garantiza aguas abiertas para el comercio internacional. Los mercados crediticios mundiales dependen de los dólares. Pero Washington no tiene el poder para dirigir las relaciones energéticas de China e India con Rusia.
Este próximo invierno traerá un ajuste de cuentas. Los gobiernos occidentales solo tendrán dos opciones: (1) invitar a la miseria económica a una escala que pondría a prueba el tejido de la política democrática en cualquier país, o (2) enfrentar el hecho de que el suministro de energía limita los medios por los cuales se puede defender a Ucrania.
Fuente: Thompson, H. Disorder: Hard Times in the 21st Century
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