La demanda de Exxon contra la UE es un intento descarado de intimidar a los ciudadanos europeos mientras sufren la mayor crisis energética...
La demanda de Exxon contra la UE es un intento descarado de intimidar a los ciudadanos europeos mientras sufren la mayor crisis energética en medio siglo. Incluso para los estándares de Exxon, esto suena a amenaza.
30 enero 2023.- El 28 de diciembre, el chico malo del clima perenne, Exxon, entregó a Europa una desagradable sorpresa navideña. La empresa estadounidense anunció que demandaría a la Unión Europea en un intento por bloquear el histórico impuesto sobre las ganancias inesperadas de la UE a las empresas de petróleo y gas.
Exxon desafió la autoridad legal de la UE para imponer el nuevo impuesto, un poder que, según afirma, está históricamente reservado para los países soberanos. El Tribunal General Europeo decidirá ahora sobre el asunto. Su decisión podría tener enormes repercusiones.
Las mayores grandes petroleras de Occidente se embolsaron la asombrosa cantidad de 200.000 millones de dólares en beneficios el año pasado, 2022, gracias a la enorme volatilidad de los precios del petróleo y el gas tras la invasión rusa de Ucrania. Eso eleva sus ganancias a más de 1 billón de dólares desde 1993, el año de la Cumbre de la Tierra de Río, el momento en que el mundo se comprometió formalmente a detener el calentamiento global. La rentabilidad extrema de la industria petrolera 30 años después es indicativa de nuestro fracaso para detener el cambio climático.
En otoño del año pasado, la UE anunció su llamativo impuesto sobre las ganancias extraordinarias de 140.000 millones de euros sobre los beneficios de las empresas energéticas. La medida fue parte de un esfuerzo mayor para proteger a los hogares de las facturas de energía extremas y para obligar a las compañías de energía a hacer una contribución.
La mayoría de los ingresos esperados provienen de un impuesto a los proveedores de electricidad, a menudo energías renovables, pero los gobiernos europeos también acordaron que las compañías de petróleo y gas deberían pagar una "contribución solidaria" mínima del 33% sobre sus ganancias adicionales, que la UE estimó generará € 25 mil millones.
25.000 millones de euros es una suma significativa, aunque se vio compensada por recortes de impuestos sobre el combustible que suman más que eso, lo que ha ayudado a apuntalar la demanda de petróleo. Mucho más significativo es el precedente de que los gobiernos de la UE ahora se han dado el derecho de aprovechar las ganancias de las grandes petroleras. Si la UE puede hacerlo una vez, puede hacerlo de nuevo. Podría extender el impuesto a las ganancias extraordinarias, o decidir obligar a las petroleras a absorber parte de los impuestos al carbono que deberán pagar a partir de 2027.
Si la UE puede hacerlo, también pueden hacerlo otros países. La administración Biden amenazó con un impuesto sobre las ganancias inesperadas a fines de 2022, pero por ahora carece de los votos para llevarlo a cabo. Eso podría cambiar en 2024.
Pocos en Europa parecen comprender la importancia del nuevo impuesto al petróleo. Exxon lo hizo. Su demanda contra la UE es un intento evidente de intimidar a los ciudadanos europeos mientras sufren la mayor crisis energética en medio siglo. Incluso para los estándares de Exxon, esto suena a amenaza.
Un portavoz de Exxon dijo que el impuesto era "contraproducente" y que "socavaría la confianza de los inversores, desalentaría la inversión y aumentaría la dependencia de la energía importada". Esta es una respuesta clásica de la industria petrolera, que se posiciona como central para la transición energética. En realidad, la UE no tiene reservas de petróleo y Exxon no está haciendo casi nada para desarrollar alternativas limpias.
El objetivo de Exxon no es simplemente cancelar el impuesto de 2022. Es crear miedo e incertidumbre en torno al instrumento y asustar a los gobiernos para que no lo repitan. De hecho, el impuesto de la UE se aplica solo durante un año, a diferencia del impuesto sobre las ganancias extraordinarias del Reino Unido, por ejemplo, que se extiende hasta 2028.
Como de costumbre, Exxon está haciendo el trabajo sucio para las otras grandes petroleras. Detrás de sus anchos hombros se esconden Total, Shell, ENI, BP y Repsol, fingiendo ser parte de la transición energética pero en realidad saboteándola donde pueden. La investigación realizada este año muestra que las compañías petroleras invirtieron solo el 5% de sus ganancias de 2022 en energía 'baja en carbono'.
El impuesto al petróleo no se trata solo de aumentar los ingresos, aunque son muy bienvenidos. Reducirá la potencia financiera de los principales contaminadores del mundo, reducirá la cantidad que las grandes petroleras pueden gastar en dividendos y recompra de acciones y hará que sea menos atractivo invertir en petróleo y gas. Eso es exactamente lo que debería suceder.
La UE no debe dejarse intimidar por la industria del petróleo. Como ha demostrado la guerra en Ucrania, los matones solo responden con fuerza. La señal más clara posible de fortaleza sería que la UE desarrollara un marco permanente para los impuestos climáticos sobre las empresas de petróleo y gas. En el futuro, cada vez que los precios del petróleo salten inesperadamente y las grandes petroleras y los comerciantes obtengan ganancias extraordinarias debido a ello, parte de esas ganancias se devolverán a las personas; o incluso mejor invertido en soluciones que los hagan independientes del petróleo.
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