Un investigador usa un casco de interfaz cerebro-computadora. Foto: Jean-Pierre Clatot/AFP/Getty Images Los investigadores están desarroll...
Un investigador usa un casco de interfaz cerebro-computadora. Foto: Jean-Pierre Clatot/AFP/Getty Images |
Los investigadores están desarrollando interfaces cerebro-computadora que permitirían la comunicación de personas con síndrome de enclaustramiento y otras afecciones que les impiden hablar.
21 mayo 2023.- En la novela clásica de Alexandre Dumas El conde de Montecristo , un personaje llamado Monsieur Noirtier de Villefort sufre un terrible derrame cerebral que lo deja paralizado. Aunque permanece despierto y consciente, ya no puede moverse ni hablar, depende de su nieta Valentine para recitar el alfabeto y hojear un diccionario para encontrar las letras y palabras que necesita. Con esta rudimentaria forma de comunicación, el decidido anciano logra salvar a Valentine de ser envenenada por su madrastra y frustrar los intentos de su hijo de casarla en contra de su voluntad.
La representación de Dumas de esta condición catastrófica, donde, como él dice, “el alma está atrapada en un cuerpo que ya no obedece sus órdenes”, es una de las primeras descripciones del síndrome de encierro . Esta forma de parálisis profunda ocurre cuando se daña el tronco encefálico , generalmente debido a un accidente cerebrovascular, pero también como resultado de tumores, lesiones cerebrales traumáticas, mordeduras de serpientes , abuso de sustancias, infecciones o enfermedades neurodegenerativas como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
Se cree que la condición es rara , aunque es difícil decir qué tan rara es. Muchos pacientes encerrados pueden comunicarse a través de movimientos oculares decididos y parpadeo, pero otros pueden quedar completamente inmóviles , perdiendo su capacidad incluso para mover los globos oculares o los párpados, lo que hace que el comando "parpadee dos veces si me entiende" sea discutible. Como resultado, los pacientes pueden pasar un promedio de 79 días aprisionados en un cuerpo inmóvil, conscientes pero incapaces de comunicarse, antes de recibir un diagnóstico adecuado.
El advenimiento de las interfaces cerebro-máquina ha fomentado la esperanza de restaurar la comunicación de las personas en este estado de bloqueo, permitiéndoles reconectarse con el mundo exterior. Estas tecnologías generalmente usan un dispositivo implantado para registrar las ondas cerebrales asociadas con el habla y luego usan algoritmos informáticos para traducir los mensajes previstos. Los avances más emocionantes no requieren parpadeo, seguimiento ocular o intentos de vocalización, sino que capturan y transmiten las letras o palabras que una persona dice en silencio en su cabeza.
Estudios recientes han proporcionado la primera evidencia de que las interfaces cerebro-máquina pueden decodificar el habla interna. Estos enfoques, si bien son prometedores, a menudo son invasivos, laboriosos y costosos, y los expertos están de acuerdo en que requerirán un desarrollo considerablemente mayor antes de que puedan dar voz a los pacientes encerrados.
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