OPINIÓN. Selectividad: la decadencia de una prueba destinada a promover el mérito

opinión, a vuela pluma,

 

04 julio 2025.- Diecinueve primaveras tenía cuando realicé por primera y única vez el examen de la ya extinta selectividad. Ahora ha pasado a denominarse PAU, otro de los acrónimos productivos creados con el nuevo lenguaje. Hasta hace bien poco, se llama EVAU o incluso EBAU, donde uno ya no sabía si debía escribirse con la fricativa o la bilabial. 

Como si se tratase de un texto del siglo XIV, donde ya existía la neutralización de las consonantes. Es curioso este dato, como el de nuestra gran frágil debilidad para inclinarnos ante la lengua vernácula universal  de Shakespeare, con tanto anglicismo innecesario.

   Un párrafo antes hacía mención a la selectividad, que, por cierto, es un sustantivo común y ha de escribirse con minúscula. Antes, en mis años de estudiante, obtener una buena nota en un proceso tan arduo y largo era algo meritorio. 

Nos esforzamos en utilizar irremediablemente términos como equidad y cada vez, es curioso, hay menos. Pasábamos largas semanas estudiando con denuedo, con tazas de café endulzadas y un insomnio aterrador ante lo desconocido. Digo esto último porque no sabíamos con nada de certeza lo que podía caer en un examen crucial. 

   Jamás supe cuáles podrían ser las preguntas. No teníamos modelos de exámenes anteriores y las preguntas podrían ser inoportunas, delicadas que ni tan siquiera en mi especialidad, Lengua castellana y literatura, un catedrático sería capaz de conseguir una nota decente. Las oraciones para analizar eran tan complicadas que lo dejabas por imposible. 

Y los textos podían ser literarios, humanísticos o de cualquier tipo. Ahora se dan con preguntas tan fáciles que un alumno de la última etapa de la ESO podría realizarlo casi sin estudiar. ¡Ay, el mérito! El porcentaje de aprobados actualmente ronda el noventa y cinco por ciento. Sí, lo que acaban de leerlo.

  Vamos al grano, como diría Berceo: ¿En las pruebas teóricas y prácticas del carné de conducir quién es loado de aprobar a la primera? ¿Y las oposiciones públicas, son tan fáciles de superar? Pues cavilemos un poco, que bien nos hace falta.

Autor: Mariano Luna de Matías