OPINIÓN. La piedra se mueve, el interés permanece inmóvil. Euforia de despacho

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La alcaldesa de Alcalá de Henares, Judith Piquet, en la reubicación de la fuente de los Cuatro Caños junto a la calle Libreros

06 diciembre 2025.- Se lee estos días en la prensa local de Alcalá de Henares la "gran noticia" sobre la reubicación de la fuente de los Cuatro Caños. Desde el Ayuntamiento, los comunicados destilan una euforia casi contagiosa: hablan de recuperación histórica, de ejes urbanísticos y de hitos patrimoniales. 

Las fotos oficiales muestran a responsables municipales señalando planos con dedos enérgicos y sonrisas de satisfacción, convencidos de estar escribiendo una página dorada en la crónica de la ciudad.

Sin embargo, al bajar la vista del titular a la acera, el observador anónimo se encuentra con una realidad mucho menos vibrante. Frente al entusiasmo institucional, la respuesta de la calle parece ser un encogimiento de hombros colectivo.

Para el transeúnte que cruza la plaza con la bolsa de la compra, o para el conductor que espera impaciente en el semáforo, el hecho de que el granito cambie de coordenadas geográficas apenas suscita un arqueo de cejas. 

Se percibe que, mientras la administración ve la mudanza de la fuente como un acontecimiento trascendental, el ciudadano lo archiva en la categoría de "obras y ruidos".

No hay oposición, ni tampoco aplausos; solo una neutralidad gris. Que el agua brote unos metros más a la izquierda o más a la derecha no altera la rutina, ni el precio del pan, ni la frecuencia del autobús. 

A juzgar por el júbilo municipal, la reubicación de la fuente de los Cuatro Caños rivaliza en importancia con el traslado de los templos de Abu Simbel. Se observa con fascinación cómo, para el Ayuntamiento, mover unas piedras unos metros constituye una gesta heroica. Quizás confíen en que, en su nuevo emplazamiento, los caños manen vino gran reserva. Entre tanto clamor institucional, el vecino pasa de largo, sospechando que la fuente seguirá dando, simplemente, agua.

Al final, parece que la fuente viajará cargada de historia, pero el entusiasmo se quedará, intacto y solitario, en los despachos donde se firmó la orden.