TURISMO. Escapada a La Alberca (Salamanca)

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Fachada típica de La Alberca en un edificio situado en la Plaza Mayor 

La Alberca se encuentra situada en la comarca salmantina de la Sierra de Francia, en la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Dista de la capital de provincia en unos 75 kilómetros.

Un año después de que terminara la Guerra Civil española, en 1940, La Alberca fue el primer pueblo español en ser declarado Conjunto Histórico-Artístico. Situado en Salamanca, La Alberca posee uno de los cascos urbanos más cautivadores del país, dada la densidad de fachadas típicas con su característico patrón geométrico de madera que tiene. Esta arquitectura popular única le ha valido tanto su título como la fama de la que disfruta actualmente. 

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La calle del Puente y la plaza Mayor bastan para entender los porqués, aunque su monumento de mayor valor se erige en su propia plaza.

A su arquitectura popular le basta y sobra con tres materiales para crear un ritmo exquisito, como si fuera una secuela del arte mudéjar: sobre una planta baja de roca granítica con aires de fortaleza, luego se levantan una o dos alturas con muros de adobe y madera, formando un entramado cálido y accesible, casi como si fuera una celosía. Tampoco hay que restar mérito a la pertinaz costumbre de llenar las ventanas y balcones de flores.

Se puede realizar una ruta denominada Camino de las Raíces, de diseño circular. Tiene unos 9 kilómetros de longitud y comienza y termina en el núcleo urbano de La Alberca. Recorre bellos paisajes y lugares como la laguna de San Marcos, en la que encontraremos la instalación artística de Fernando Casás. Siguiendo este camino también pasaremos por la Ermita de Majadas Viejas y la de San Marcos, así como por la fuente conocida como del Castaño.

Laguna de San Marcos, en el Camino de las Raíces


Patrimonio arquitectónico

La Alberca tiene numerosos puntos de interés entre los que destacamos:
- La Plaza Mayor, que alberga buenos ejemplos de la arquitectura albercana.
- La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en cuyos alrededores encontraremos el conocido monumento al cerdo. Data del siglo XVIII.
- La Ermita de Nuestra Señora de Majadas Viejas. Situada a las afueras del pueblo, en su interior podremos disfrutar de una figura de la Virgen de estilo románico, fechada en el siglo XII.
- La Ermita del Cristo del Humilladero, una de las más antiguas del pueblo.
- La Ermita de San Blas.
- La Ermita de San Antonio.

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La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XVIII, fue un diseño de Manuel de Lara Churriguera, sobrino de los arquitectos responsables de la Catedral Nueva o la Plaza Mayor de Salamanca capital. Manuel se desvió de lo “churrigueresco” para erigir un templo más sobrio y neoclasicista, en cuyo interior destaca un púlpito policromado del siglo XVI fantástico.

Rodeando la iglesia podemos descubrir dos tradiciones de La Alberca que van más allá de lo genuino. Junto a la puerta del solano cimero se encuentra una estatua en honor a uno de los vecinos más célebres del pueblo: el Marrano de San Antón. El monumento recuerda la tradición benéfica y vigente según la cual, cada 13 de junio (San Antonio), se suelta un cerdo por las calles del pueblo al que los vecinos deben cuidar y cebar hasta el día 17 de enero (San Antón), cuando es “adjudicado”.

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En el otro extremo del perímetro de la iglesia, la Hornacina de las Ánimas hace aflorar una tradición quizá más sorprendente. En la Alberca, todos los días del año, al caer la noche, la Moza de las Ánimas sale con su esquila (cencerro), que toca en las principales esquinas del pueblo para luego recitar una retahíla que podemos leer en la Hornacina, y que comienza con un “Fieles cristianos, acordémonos de las benditas almas del purgatorio con un padrenuestro y un avemaría, por el amor de Dios…”. Dicen que es una tradición que recuerda épocas en las que nuestra relación con la muerte y los que se habían ido era más estrecha.

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En la plaza Mayor de La Alberca confluyen los mejores ejemplos de la mencionada arquitectura popular, aunque aquí cobra tintes más nobles, particularmente en la florida casa de los Duques de Alba. A sus pies, en los soportales de la plaza, sucede otra de las pintorescas tradiciones locales: se vende turrón todo el año. Las turroneras de La Alberca son toda una institución en la provincia. Tienen incluso una estatua en la plaza del Mercado de Salamanca capital, porque su llegada a la ciudad suponía el anuncio oficioso del inicio de la Navidad. Aquí, en el pueblo, trabajan todo el año perpetuando una tradición en la que también hay hueco para reinventarse el turrón con sabores disparatados.

La Alberca, con sus singulares tradiciones, ha sabido mantener un carácter único y, por eso, suele asegurar estancias con alma. Para profundizar en sus costumbres, junto a la plaza, se puede visitar la Casa Museo Sátur Juanela, en cuyo interior se mantiene la estructura de la vivienda típica local, tal como solía ser hasta principios del siglo XX. Otra colección curiosa que nos habla de tradición y folclore se muestra en el Museo del Traje Típico Albercano.

Las Batuecas

El valle charro de las Batuecas toma su nombre del río Batuecas, que nace en la parte superior del valle y desemboca en la provincia de Cáceres, en el río Ladrillar, afluente del río Alagón. Fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 2000, formando parte del Parque Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia. Este parque, que se extiende a lo largo de 32.300 hectáreas, fue designado reserva de la biosfera por la UNESCO.

El parque se ha “especializado” en una serie de rutas senderistas temáticas que aúnan naturaleza, arte, cultura y tradición, con nombres tan sugerentes como las rutas de los Prodigios, los Espejos o las Raíces.

río Batuecas y Cascada del Chorro

Es un entorno de gran riqueza y diversidad biológica. Entre la flora robles, pinos, castaños y encinas son las especies más abundantes. En cuanto a la fauna podemos encontrar desde buitres, águilas o halcones peregrinos a tritones o sapos, pasando por linces, nutrias, corzos, jabalíes o cabras montesas.

En el valle de las Batuecas se erige el Monasterio de las Batuecas. Fue fundado a finales del siglo XVI y está ocupado por la Orden de los Carmelitas Descalzos. Está formado por una serie de edificios entre los que destacan la portada de la entrada con arco y estatua de San José, diversas ermitas y la iglesia propiamente dicha que domina el complejo monástico.

Para los amantes al senderismo, es recomendable realizar la ruta Monasterio - Cascada del Chorro, una ruta lineal de unos 11 kilómetros, ideal para una excursión de día, dejando el coche en el parking del Monasterio.

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Otro trampolín para explorar los alrededores de La Alberca está en la literatura. De vuelta en la plaza Mayor, bajo un colorido retrato-homenaje a Miguel de Unamuno, leemos que “El martes 5 de agosto de 1913 Unamuno llegó a La Alberca tras realizar un viaje por Las Hurdes”. Parte de sus memorias quedaron reflejadas en sus Andanzas y visiones españolas, donde el autor de la Generación del 98, entre otras, calificó la Peña de Francia como “el reino del silencio”. Siglos antes, Lope de Vega había dicho del valle de Las Batuecas que era un “perpetuo lugar de felicidad”. Puede que sea lo que sientan, al menos durante su estancia, quienes se atrevan a pasar una noche en la solitaria hospedería del monasterio carmelita del Desierto de San José, una construcción de finales del siglo XVI desde la que explorar los tesoros de Las Batuecas y, quizá, seguir avanzando hacia las Hurdes.

Fuentes: www.laalberca.com ; www.turismocastillayleon.com