A VUELA PLUMA. La música enaltece el alma y apaga mi sed (por Mariano Luna de Matías)

La música enaltece el alma y apaga la sed (

 

 Voy a dormir. Necesito escuchar música porque, por un lado, me calma y por otro, me entusiasma. Voy a la ducha y necesito, de nuevo, la música. Me alegra. Da igual el estilo. La televisión, la detesto. La odio porque sube el volumen y altera mis emociones, pero la música es agua para mi sed. Nunca me decepciona.

   Si estoy algo triste, con abulia, me pongo algo de Rock. " Fear of the dark", de los Maiden. Entras en otra dimensión espiritual. Estoy meditabundo. Escucho a Einaudi y mi conciencia se evapora. He discutido conmigo mismo porque he hecho algo que no debería haber hecho, escucho música. Los Dire Straits son unos grandes psicólogos del alma.

    El otro día paseaba por las aceras lluviosas y vi a una pareja discutiendo. Se lanzaban airadamente improperios varios. Los miré con preocupación. "Es una pena", -pensé. Subí a mi casa, donde resido con mis libros, mi música y mi cine y escuché algo de Enya. Gusto y sabor a paz. Maravilla.

   A Sabina lo escuchaba cuando el amor se derrumbaba ante mí. Me hacía cavilar y plañir. Barroquismo en estado puro, sin fisuras. A Manolo García lo tarareaba cuando la naturaleza me enseñaba lo perfecta que es. El colorido otoñal o el verdor de la primavera casaban con sus letras.

   No voy a hablar del reguetón. Esta vez, no. Pero si hablaré de mi amigo Bukowski, que siempre deja en alguna conversación su devoción por la melodía, el ritmo o el compás, amenizados con los solos de guitarra y los festivales.

   Todo esto me llena el alma, se hincha y ejerce una poderosa influencia, Tanto como la de Dickens, el séptimo arte o Goya.

  I feel good, querido James.

Autor: Mariano Luna de Matías